Arrepentido, arrepentido, nunca estoy: Caro Quintero
CHARLA. En la entrevista de abril de 1985 el capo declaró que con su arresto desviaban la atención de la crisis económica del país. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
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En el rancho El Búfalo, en Chihuahua, Rafael Caro Quintero y sus socios instalaron un sistema de producción agrícola industrial de mariguana, como hacen los grandes agricultores de Sinaloa; tenían un terreno que sólo se puede conseguir en la tradición megalómana de los terratenientes chihuahuenses.
En noviembre de 1984, la policía llegó al rancho e incautó alrededor de 8 mil toneladas de mariguana. Ahí encontraron a ocho agentes de la Dirección Federal de Seguridad trabajando para los traficantes.
El 7 febrero de 1985, hombres armados secuestraron al agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, mientras salía del consulado estadounidense en Guadalajara. A las dos horas también secuestraron al piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar en la carretera Guadalajara-Chapala.
El 12 de febrero, el embajador John Gavin y el titular de la DEA Francis Mullen dijeron que el operativo de El Búfalo se realizó gracias a su información. Por Guadalajara se introducía el 38% de la heroína consumida en EU.
El 24 de febrero de 1985, Mullen dijo que la Dirección Federal de Seguridad protegía a Caro Quintero, y que la Policía Judicial Federal, al mando de Armando Pavón Reyes, había ayudado a su escape.
En marzo, encontraron los cadáveres torturados de los secuestrados en el rancho El Mareño de Michoacán. La Procuraduría General de la República (PGR) recibió un mensaje anónimo desde Los Ángeles con la localización de los cuerpos.
El 4 de abril de 1985 Caro Quintero fue aprehendido por la policía de Costa Rica.
Florentino Ventura, nuevo titular de la Policía Judicial Federal que sustituyó al corrupto comandante Pavón, se los trajo a México. Mandó a Caro Quintero al Reclusorio Norte de la ciudad de México.
La grabación
Luego de la aprehensión circularon de mano en mano algunas grabaciones en las que Rafael Caro Quintero supuestamente afirmaba que él pagaría la deuda externa si lo dejaban trabajar en paz.
Mucha gente pensó que se trataba realmente de una promesa del narcotraficante, sin embargo, era una parodia en la que el supuesto periodista Guillermo Pérez Verguzco (que no Verduzco como el verdadero comunicador) entrevista al capo interpretado por el comediante José Nateras. Los policías empujaron a hablar al narcotraficante con periodistas, para publicitar la aprehensión. El 18 de abril de 1985, según una nota de Rafael Medina y Tomás Cano publicada en Excélsior, el director del Reclusorio Norte pidió que el narco platicara con la prensa en su sala de juntas.
—Queremos que nos platique de su niñez...
—Mi niñez fue muy triste y de eso no quiero hablarles. No quiero acordarme de eso.
—¿No puede describir cómo es su familia?
—No. No quiero.
—Nosotros lo hemos visto muchas veces reír ¿Se considera un tipo simpático?
—No, no simpático, nada más que me siento seguro de mí mismo y muy contento. Ahora estoy aquí adentro, pero he de salir. No debo nada. El dicho dice: el que nada debe, nada teme. A mí me agarraron con nada. No sé cuál es la causa del trato que se me está dando. Me han dado un trato que no creo que a nadie se lo hayan dado: inclusive hasta este momento todavía no como. Un trato... el señor director parece que agarró conmigo un problema personal.
El director del Reclusorio, obviamente, no se dio cuenta de que estaba creando a un personaje.Probablemente inspirado en el encuentro del narcotraficante con los periodistas, el comediante José Nateras se decidió a armar su célebre parodia.
Entrevista real
La conversación real de la que sale la parodia, en verdad, no tiene desperdicio:
—Como ciudadano mexicano, ¿qué piensa de la crisis que vive el país?
—Creo que va a salir adelante. Por ahora no se ve nada claro. Creo que se desvían los problemas y todo recae en mi situación. Todo lo que se dice de mí es la nota importante; se olvidan de los aumentos a los alimentos y a otros servicios.
—¿Cree que es un problema político?
—Yo creo que sí. A mí no me agarraron con nada y ya ven todo el escándalo. No tengo que ver con las acusaciones que se me están acumulando.
—Su fama de narcotraficante trascendió ya las fronteras del país ¿Qué opina de eso?
—Pues es una cosa muy mala que no debió haber sucedido, porque yo soy una persona igual que cualquier otra, que cualquier campesino.
—¿Qué nos puede decir de los otros campesinos que siguen trabajando como usted hacía?
—Pura gente noble. Como lo soy yo y mis compañeros. Como lo es el señor Ernesto (Fonseca) y toda su gente… mandé construir escuelas, edificar clínicas, introducir luz, agua potable y otros servicios en poblados marginado en Sinaloa, Chihuahua y Jalisco… lo que el gobierno no hace lo hacemos nosotros. Pero lo que hacemos no lo hacemos para que todo el mundo nos tome en cuenta; nada más porque nos sentimos bien con nosotros mismos.
—¿Con qué fondos hacía estas obras?
—Yo tengo engordas de ganado; tengo ranchos ganaderos en donde gano mucho dinero. Me quieren poner como que todo lo he ganado del narcotráfico y en realidad no es así.
—¿En realidad qué tan rico es?
—No, no. Yo no soy tan rico. No tengo todo lo que dicen. Vivo bien, como la gente, gracias a Dios, como cualquiera.
—¿Podría hacer un cálculo de su fortuna?
—No, eso no puedo.
—De lo que deja la ganadería y agricultura, ¿usted vivía como lo hacía?
—Todo se lo quieren atribuir al narcotráfico. Nada meten de que he ganado en ganadería. Tampoco meten lo de mi línea de tráilers, ni mis fábricas bloqueras. Hago como 100 mil bloques diarios; sin embargo, de eso no dicen nada. Todo se lo atribuyen al narcotráfico.
—¿Entonces no hay nada de narcotráfico?
—Pues no, así como lo dicen no.
—¿Qué quiere decir?
—Quiero decir que de siete casas que tengo, dos podrían ser del narcotráfico, pero cinco no.
—¿Por qué se dedicó al narcotráfico?
—Porque me gustó.
—¿El narcotráfico le daba dinero fácil?
—No. Nada es fácil. Todo cuesta trabajo.
—¿Se siente arrepentido?
—Pues qué le dijera. Arrepentido, arrepentido, nunca estoy. Lo hecho, hecho está y ya. Ahora estoy aquí ¿Qué quiere que le diga?
—¿Por qué nunca lo agarraron?
—Porque no querían. Yo allí estaba y me podían agarrar.
Las mujeres
Especialmente las periodistas hacían preguntas de su vida romántica. El narcotraficante Caro Quintero era un personaje cinematográfico redondo: campesino que migra a la ciudad, macho juguetón, simpático, rico pero sencillo, carismático y mujeriego.
—¿Está usted enamorado?
—Siempre vivo enamorado.
—¿Está enamorado de varias mujeres o de una sola?
—Las quiero a todas, porque nací de una mujer.
—¿Y qué hay de su relación con Sarita?
—No tengo nada que explicar sobre eso. De eso nada, por favor.
—¿Cuántos hijo tiene?
—Ya ni me acuerdo… tengo 4 hijos, una niña y tres niños.
—¿Qué recomienda a los jóvenes que son adictos a las drogas?
—Que no lo hagan. Es lo único que puedo decirles, porque son cosas que no llevan a ningún lado.
—¿Ya se va a retirar del negocio de las drogas?
—Sí, ya me voy a retirar. Quise entrar pero no pude.
—¿Qué le dio por ir a Costa Rica?
—Me decían que era un país muy tranquilo, pero por lo que veo…
—¿Cuántos años tienes?
—29… más el IVA.
En ese momento, una reportera de televisión realiza una última pregunta: —¿Qué podría decirle al público que ha seguido su caso?
Caro Quintero miró fijamente a la cámara, y sonriente dijo:
—Estoy con todo mundo y el día que salga quiero ser amigo de todos y muchas gracias por andarme acompañando hasta donde estoy.
*Froylán Enciso es internacionalista por El Colegio de México e historiador por la Universidad Estatal de Nueva York