"Sí hemos avanzado, aunque digan que no"
CLAUSURA. Habitantes de poblados rebeldes acudieron a Oventic, donde recibieron cursos en una escuelita zapatista. (Foto: ESPECIAL EL UNIVERSAL )
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LA REALIDAD, Chis.— 20 años después de levantar la voz, los indígenas chiapanecos que eran afines al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) están listos para celebrar el vigésimo aniversario de “ser rebeldes”.
Hoy pasaron de ser zapatistas a rebeldes. Fue el 1 de enero de 1994 cuando el EZLN irrumpió la fiesta de fin de año en Chiapas. Diez años más tarde formaron sus Juntas de Buen Gobierno y hoy celebran que se les recuerde.
“Claro que tenemos mucho qué festejar, son 20 años de ser rebeldes, de andar el paso”, aseguró don Aníbal.
El indígena de unos 45 años salió de la “escuelita zapatista” que recién tuvo su curso en la comunidad de Oventic.
Como él, cientos de indígenas tzeltales y tojolabales se arremolinaron sobre la carretera que lleva a las comunidades agrupadas en el territorio zapatista, denominados Caracoles. Son cinco las regiones que son las sedes de las respectivas juntas de gobierno: La Realidad, La Garrucha, Morelia, Roberto Barrios y Oventic.
Actualmente se dan clases en las “escuelitas zapatistas” instaladas en las cinco regiones en las que se habla de los conceptos de libertad y se hace vivir a nacionales y extranjeros lo cotidiano de la zona: siembra de café, maíz, hortalizas, ganadería. Miembros de las Juntas de Buen Gobierno clausuran los cursos y responden a los alumnos.
“Estamos más organizados”
Este 1 de enero cada uno de los cinco caracoles celebrará un año más de existencia.
“Sí que hemos avanzado, aunque digan que no. Hoy estamos más organizados, en cada comunidad hay educación, hay trabajo", comentó don Aníbal.
El paso del tiempo es visible para algunos. San Cristóbal de Las Casas es en donde el EZLN proclamó la Declaración de La Selva Lacandona. Hoy ese municipio es cosmopolita, con trasnacionales y un turismo que abarrota los hoteles en temporada alta.
Desde San Cristóbal y hasta Guadalupe Tepeyac, pasando por Comitán, Las Margaritas y Oventic, que ya es zona zapatista, el camino de terracería ya desapareció.
“Hace como un año pusieron la carretera y eso hace que lleguemos más rápido a todos lados”, agrega don Aníbal.
En ese camino que lleva a La Realidad, primera comunidad que se convirtió en autónoma, decenas de ‘rebeldes’ esperaron el paso del camión para llegar a la fiesta.
En camiones de volteo los rebeldes se trepan para llegar a La Realidad en donde la comunidad autónoma organizó ya el festejo: “1914-2014, 20 años de ser rebelde”, reza un letrero a la entrada.
En el ejido Nuevo Momón, don Aníbal logró reunir a unas 80 personas que van al festín, gente que no rebasa los 30 años, en su mayoría.
Ofelia carga a un menor de ocho meses; ella tiene apenas 28 años y recuerda que a sus ocho años le tocó vivir el levantamiento armado.
“Sí pues, yo tenía 8 años y desde entonces estoy aquí”, balbuceó.
A la entrada de La Realidad hay rebeldes y otros que no lo son, pero se respetan. Ever, un joven de 22 años, dice que él y su papá dejaron de ser zapatistas simplemente porque se aburrieron.
Alejandra y Enedina profesan la religión de Testigos de Jehová y por ello no pueden ser rebeldes.
En el lugar de fiesta el resguardo es grande. Los medios de comunicación no entran.
En Prado Pacayal, lugar en donde el “subcomandante Marcos” tuvo su casa, el paso es restringido.
Si alguien quiere preguntar, hablar, o simplemente recordar, hay que pedir permiso a la comunidad autónoma en La Garrucha.
Los hermanos Lázaro y Daniel Aguilar saben esa historia pero, sin permiso, no cuentan nada.
Lo cierto es que los rebeldes ya están reunidos hoy en los Caracoles, en donde la puerta está abierta a la sociedad civil, entre los que hay un buen número de extranjeros.
Habrá mucha comida y baile, son los 20 años del alzamiento y lo que nadie sabe es si el “subcomandante Marcos” aparecerá desde algún lugar de la Selva Lacandona.