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María Guadalupe Velázquez Díaz (PRI) es arquitecta de profesión y cuando tenía 21 años fue electa regidora de Purísima del Rincón, Guanajuato, donde ella nació y comenzó su trayectoría política.

Usa brackets casi invisibles. Asegura que una de sus pasiones es tomar el lienzo, sus pinceles y dibujar, además de que le gusta la música romántica de Armando Manzanero, pero también la electrónica del DJ francés David Guetta.

Es una de las diputadas más jóvenes dentro de la fracción parlamentaria del PRI en San Lázaro y dice que siente orgullosa, porque en los pasados comicios salió a la calle a tocar puertas y ganó en las urnas la confianza de los ciudadanos.

Dice que a diferencia de hace unas décadas, hoy los jóvenes tienen más libertad de expresión y mayores espacios de participación, es un panorama muy diferente al que se tenía en años anteriores, “pero no nos han sabido encauzar como jóvenes”.

La legisladora considera que el principal reclamo de este sector de la población es que se cuente con mayores espacios para la educación y con calidad; en los sistemas de salud, que existan programas eficaces y exclusivos para ellos.

Como parte de esa generación que forma parte del llamado bono demográfico, lamenta que en el pasado sexenio gran cantidad de las personas que fallecieron por la lucha contra el crimen organizado fueron jóvenes.

Para la @Dip_Lupita —como aparece en su cuenta de Twitter— a los chavos no les gusta la política porque suena aburrida, a un personaje empolvado, viejo, aburrido, que hace negocios indebidos y a corrupción, porque así se ha dado.

“Precisamente por eso mi idea es no hacer esas cosas. Sé que no representamos a todos los políticos, pero si hacemos un trabajo diferente eso es gran cambio”, asegura.

Como legisladora, dice, uno de sus principales objetivos es dejar un marco legal eficiente para los jóvenes.

En cuanto al debate sobre la despenalización de la mariguana, prefiere no ahondar y señala que ella está “a favor” de que se escuche la voz de la gente en México.

“Nunca la he fumado, nunca tuve la inquietud y no es algo que me asuste, respeto el derecho de los demás, pero no es para mí”, explica.

La diputada relata que la última vez que se fue de antro fue por enero o febrero: “Ser político no significa dejar de ser joven, pero ya no aguanto las desveladas porque no es lo mismo irse de antro y salir a las cuatro de la mañana y ese mismo día estar a las ocho en una reunión”.