No pudimos sacar nada, sólo lo que traíamos puesto
CHILPANCINGO. La tormenta tropical Manuel dañó caminos y carreteras y dejó incomunicadas a decenas de personas . (Foto: ALEJANDRINO GONZÁLEZ NOTIMEX )
Francisco.nieto@eluniversal.com.mx
CHILPANCINGO, Gro.— La casa azul fue arrancada de sus cimientos y ahora yace en medio del Río Huacapa. Sus propietarias, la señora Alba Santos y su hija Esmeralda no dan crédito de lo que la naturaleza fue capaz de hacer con su único patrimonio. Se abrazan, lloran, se desesperan, se rinden.
La casa azul, de dos pisos de construcción, está volteada y, por lo que fue la fachada, aún entra con furia este río que hoy es una pesadilla y antes —según relata el gobernador, Ángel Aguirre— recreo de los habitantes de la capital de Guerrero.
La vivienda es famosa por la forma en que fue arrancada y es una de los aún innumerables inmuebles dañados por la tormenta Manuel, que ha dejado hasta el momento ocho muertos, desolación y daños físicos a las viviendas y negocios de esta ciudad.
Con asombro, Esmeralda relata que luego de que el río subió de nivel, la corriente arrancó con violencia un enorme árbol plantado afuera de su hogar, lo que provocó que la misma agua escarbara la tierra penetrando el cimiento de su casa, llevándola al centro del río.
“No pudimos sacar nada. Ningún papel, documento, dinero; sólo lo indispensable y simplemente nos quedamos —mi mamá y yo— con lo que traemos puesto”, explica, con lágrimas, Esmeralda. La casa estaba en la colonia Morelos, a unos metros del Río Huacapa, mismo que se abastece del agua de los cerros, de las casas aledañas y de la presa El Cerrito Rico.
Han ido a la televisión local, han hablado con autoridades estatales y locales, con diputados, con todos. Ya se anotaron en la lista con la que se hará el censo que identificará a detalle a los damnificados, pero no están tranquilas, quieren un poco de certidumbre para sobrellevar su propia tragedia.
La señora Alba Santos compró la casa luego de que enviudó.
Explica que era todo su patrimonio, que era la casa de sus sueños, pero ahora lo que desea es que pase pronto esta tragedia para poder rehacer su vida.
“No mandamos en la naturaleza, pero si deseamos que las autoridades hagan algo con este encauzamiento. Es una burla el pequeño pedazo que le ponen de concreto para que no pase el agua”, concluye Esmeralda.
Mientras, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, trabaja a marchas forzadas en el kilómetro 300 de la Autopista del Sol para rehabilitar al tránsito vehicular. El puente de la comunidad de Petaquillas, en esta capital, sigue sin ninguna intervención: la maquinaria solo retiró del asfalto toneladas de arena, piedras y lodo producto de las lluvias.
De manera gradual, los servicios bancarios, de telefonía fija, celular e internet se han restaurado tras cuatro días de colapso. Las casetas telefónicas de monedas de la empresa BBG Comunicaciones hicieron su agosto, pues recaudaron una importante cantidad de dinero, producto de llamadas de larga distancia y a celular: eran la única opción de los ciudadanos desesperados que hacían largas filas para hacer una llamada.
Alrededor del mediodía regresó la telefonía; sólo un banco abrió sus puertas y largas filas se formaron para acceder a cajeros y a trámites como pagos y cheques. Los centros comerciales comenzaron a aceptar dinero plástico, lo que permitió que mucha gente fuera a abastecer la despensa de su hogar este fin de semana.
Pero en los albergues, cientos aguardan ayuda para recuperar sus hogares, “Las lluvias me dejaron en la calle”, relata Juana Salazar, quien mantiene a sus tres hijos lavando ajeno. Ella perdió todo lo que tenía por los efectos de Manuel en Chilpancingo.
Doña Juana duerme desde el sábado en el albergue de la Unidad Deportiva 1, junto con su bebé, su hija y su nieta, quienes salieron como pudieron de su casa, en la colonia Francisco Figueroa Mata, antes de que le cayera encima parte de un cerro.
Relata qué a su hijo Daniel lo dejó en casa de una vecina, que lo cuida porque se recupera de una operación del corazón. Con lágrimas en los ojos y cargando a su pequeña Eliza, quien llora porque tiene hambre, pide ayuda porque se quedó en la calle.
“Mi casita de madera, lámina de cartón y de piso de tierra quedó destruida al caer parte del cerro; quede sin nada, quede totalmente en la calle, no tengo casa”, relata doña Juana, mientras se forma con su ficha número 50 que le dio personal de Sedesol, para quedar dentro del censo como damnificada.