De nosotros no se dice nada
Video. Comunidades de Oaxaca, incomunicadas y sin ayuda oficial
LA BOQUILLA, Oaxaca.— Felipa López tiene ochenta y tantos años y desde hace 30 tiene una úlcera en el labio superior.
“No me he muerto porque uso unas yerbas pa’l cancer”, dice.
Atrás de ella su casa derruida. El huracán Manuel derrumbó viviendas en la costa oaxaqueña, y la mayoría en el poblado corre riesgos, pues la riada irrumpió en La Boquilla la madrugada del sábado. La marca de agua es de alrededor de un metro sobre el muro. Los muebles inservibles reposan bajo el sol.
Según el gobierno de Gabino Cué, son casi 350 casas las afectadas. Un recorrido en algunas comunidades refleja el desastre. De las 22 comunidades que estaban incomunicadas, la mayoría sigue igual y sin ayuda oficial.
En La Boquilla la alcaldía de Jamiltepec les llevó “arroz, aceitito y unos frijoles”, cuenta Felipa.
Recorriendo el poblado, se ven casas inundadas, otras destrozadas como la de Rutilio Bernal. Su hija Viridiana carga a un niño de un año y otro de tres meses, quien ahora vive en el cerro, donde habilitaron un improvisado hogar.
“Estamos padeciendo lo que los gobernantes no hacen”, dice Isabel Narváez al ver periodistas.
“¡Qué voy a hacer, no tengo a donde ir!”, exclama doña Felipa entre lágrimas.
Cecilia Consuelo carga una tablet con la que toma fotografías y video. Piel negra con tonos violáceos, dice que la consiguió para difundirlos en internet porque “todo es Acapulco y de nosotros no dicen nada en internet”.
Sin manera para comunicarse
A unos cuantos kilómetros, en La Tuza, llevan seis días incomunicados. Apenas ayer por la mañana salio una llamada por celular. La recibió Etelberto Pastrana, quien reunió alimentos porque su hermano e hijos no tienen comida. Pero para llegar a La Tuza hay que cruzar en una panga que cobra 50 pesos por una distancia de un kilómetro de agua del río Verde, que se ensañó con varias comunidades, olvidadas de la ayuda oficial. No hay muertos, no fluye el apoyo.
En la orilla, Guadalupe Román, un joven afromexicano, asegura haber capturado a un cocodrilo y que sus vecinos han visto deambular uno de siete metros.
Para colmo, en el kilómetro 82 de la carretera Huatulco-Pinotepa Nacional, un grupo de pobladores lleva dos días con un bloqueo. Nadie puede cruzar por una demanda de hace ocho años al gobierno de Gabino Cué para que les permitan explotar la presa Chacagua, para reactivar al sector pesquero y turístico, y para colocar antenas de telefonía celular.
“Dejen pasar aunque sea la ayuda, la comida”, clama un hombre. “Nosotros también necesitamos ayuda y desde hace ocho años”, responde una mujer.
En el aire sobrevuelan dos helicópteros del Ejército. Son las 14:30 horas.