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Historia “Como no hay muertos, no interesa a nadie ayudarnos”

Jorge Ramos Pérez Enviado| El Universal
Jueves 26 de septiembre de 2013
<b> Historia </b>Como no hay muertos, no interesa a nadie ayudarnos

SALVADOS. Aquí sólo las antenas de televisión quedaron en pie. Las casas fueron devoradas por el río, como la de Antonia. (Foto: RAÚL ESTRELLA EL UNIVERSAL )


jorge.ramos@eluniversal.com.mx  

SAN MARTÍN DURAZNOS, Oax.— Al menos 20 casas y tres autos quedaron enterrados bajo toneladas de arena, lodo y troncos. Padres solitarios que vivían ahí lograron escapar al torrente que sepultó hogares construidos por sus hijos que trabajan en campos jitomateros de Sinaloa y en Baja California Sur.

La calle principal es un río que también devoró varias hectáreas de maíz. A 11 días de distancia el flujo es imparable.

Antonia Sosa relata: “Algo me dijo que me saliera. Fue el sábado (14 de septiembre) en la madrugada. Oía muy cerca el agua. Mi hermano, que vive allá arriba me vino a avisar que su casa la acaba de arrastrar el río”.

A lo largo de casi un kilómetro al menos 20 casas fueron construidas junto a lo que hasta ese día sábado 14 de septiembre era un riachuelo tranquilo y hasta bonito. Pero ya temían lo que finalmente sucedió.

Pedro Sosa narra que “entre todos hicimos un muro como de cuatro metros de alto, para detener la bajada del agua. Pero ese día como a las 11 de la noche mi esposa me dijo llorando que nos saliéramos de la casa”.

Pero también su valla desapareció ante la fuerza de miles de toneladas de agua, arena, lodo y madera que bajaron de lo alto de la montaña de esta región de la Mixteca oaxaqueña.

Debido a que uno a uno se fueron avisando que lo mejor era abandonar los inmuebles se evitó una tragedia. Dos coches de plano no se ven pues quedaron enterrados. De una camioneta apenas asoman las redilas.

Más abajo, en una cocina flotan sillas, una mesa, platos y seis plátanos. En otra casa de la que asoma medio metro de muro y el techo sigue encendida la lámpara del patio a 11 días de la inundación.

En todos los hogares no falla la antena de televisión de paga. Es lo único que se salvó.

Mauro Salazar dice “todos gritabamos de terror. Nadie pudo dormir esa noche”.

Alfredo Salazar refiere “mis guajolotes se me murieron. Los arrastró la corriente. Mis hijos no estaban. Todo lo cubrió la arena, el lodo”.

“Pude escapar del agua. Mi casa se perdió, todos los trastes, mi ropa, comida, mi refrigerador, todo desapareció”, lamenta Antonia Sosa.

Como no hay muertos no interesa a nadie. Antonia, Ofelia, Alfredo y Pedro, todos dicen que ninguna autoridad se ha acercado a ellos para saber lo sucedido con sus hogares. La hija de Antonia, Victorina, ni siquiera vio que su casa fue arrastrada totalmente por el agua y finalmente desapareció, relata su madre. “Ay, señor, que bueno que me salvé, pero todo el trabajo de m’ija se perdió y ni sabe, anda allá en Baja California trabajando”. Alfredo invita a recorrer las casas enterradas. De pronto, dice que es mejor salir porque ha comenzado a llover y el río vuelve a crecer. En segundos aumenta la corriente. La calle principal del pueblo sigue convertida en un río tempestuoso.

Atascados

Los caminos de la mixteca, donde se encuentran los más pobres del país, asentados principalmente en el municipio de Coicoyan de las Flores, se encuentran anegados y con desgajamientos.

Juxtlahuaca, ubicado a unos cuantos kilómetros de San Martín Duraznos, ayer fue bloqueada por el lodo que atascó decenas de autos. La fila entre un pueblo y otro era de casi un kilómetro. De nuevo, fue la solidaridad entre pobladores lo que reabrió el camino.

—Qué, ¿no vienen las autoridades a limpiar el paso?, se les pregunta a los conductores varados.

—Que van a venir. No hacen nada, responde molesto un taxista.



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