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Historia "Nos quedamos pese a Raymond"

Julián Sánchez Enviado| El Universal
04:15Miércoles 23 de octubre de 2013

Video. El huracán Raymond destrozó su negocio y se encuentra ahora sin fuente de ingresos; aún así se niega a dejar su casa

La lluvia destroz la cabaa en donde Julio Infante tiene un pequeo restaurante para el turismo. Si

DAÑOS. La lluvia destrozó la cabaña en donde Julio Infante tiene un pequeño restaurante para el turismo. Sin embargo, él confía en que pronto se repondrá de las afectaciones. (Foto: RAMÓN ROMERO / EL UNIVERSAL )

El restaurante de don Julio, a unos 10 metros de la playa de Puerto Vicente Guerrero, quedó en ruinas, pero él descarta dejar su negocio y su casa, confía en que el huracán no "pegará aquí"

julian.sanchez@eluniversal.com.mx

TECPAN DE GALEANA, Gro.— “El viento aquí pegó fuerte. Echó abajo mi choza y ahora a ver cómo la repongo”, expresa Julio Infante López, quien a escasos 10 metros de donde llegan las olas en Puerto Vicente Guerrero se niega a dejar su casa, pues confía en que el huracán Raymond no pegará aquí.

Julio Infante tiene un pequeño restaurante que atiende con su familia, pero por la lluvia nadie se para aquí. Desde la choza caída de su negocio que está a unos pasos de su hogar, el hombre observa hacia el mar y aunque dice que están más fuertes las olas que de costumbre, pero insiste en que el huracán no causará mayores estragos.

En este pequeño pueblo de pescadores, que fue nombrado Puerto Vicente Guerrero en 1984, pero que era conocido como Puerto Escondido, por su ubicación geográfica enclavado entre las montañas, don Julio, como le dicen aquí, dice que ni la tormenta tropical Manuel le había causado daños, por lo que se dice extrañado al ver caer las palmas y troncos de su establecimiento junto a la playa.

“La situación está problemática, pues además estamos parados porque por la lluvia no podemos trabajar. Las cabañas se tumbaron y está muy fea la playa", dice don Julio, quien también se dedica a la pesca y a pasear a turistas.

¿No le da miedo permanecer aquí y que las olas lleguen hasta su casa?, se le pregunta. “Pues fíjese que sí, nada más estamos al tanto de que no vaya a entrar una ola grande”, responde el padre de seis hijos, quien recuerda que cuando el huracán Boris, en 1996, el mar llegó hasta donde están las casas y resalta que el clima “estuvo feo” el mes pasado con la tormenta Manuel.

Lamenta que no tenga ingresos y estima una pérdida de 20 mil pesos por los daños que provocó el viento en la choza donde está el restaurante, por lo que intenta buscar otras entradas económicas, pues por ahora no puede pescar, “porque el mar está muy revuelto”, no hay turismo y tuvo que cerrar su establecimiento.

“Ahora voy a esperar que pase el mal tiempo y hacer otras actividades, porque también hago pesca deportiva, llevo a los gringos y me dedico al buceo, pero ahorita el agua está muy revuelta”, insiste.

Su esposa Martha Sánchez, de 50 años, quien dice tener 35 años viviendo en esta comunidad, descarta tener temor. “Ya estamos acostumbrados”, dice, y confía en que en dos o tres días mejore el clima.

Comenta que hasta ahora ninguna autoridad ha ido a pedirles que evacuen. Dice que permanecerán ahí, “pero si en la noche vemos que sí está peor y el aire arrecia, vamos a irnos a un lugar más seguro.

“Con Manuel estuvo más duro, pero fíjese: la cabaña no la tumbó, y estuvo más feo”, dijo Martha Sánchez quien pidió ser incluida en los apoyos por el meteoro del mes pasado.

Don Julio dice que también pedirá apoyo para levantar su choza junto a la playa, donde hay basura y ramas que ha arrojado el mar, y expresa su esperanza de pronto volver a levantar su negocio.



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