La cultura de la ilegalidad y la presencia del crimen organizado en países de América Latina generan ambientes que hacen difícil el combate del fenómeno de la corrupción, afirma José Ricardo Puyana, experto del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de Colombia.

El funcionario del organismo internacional advierte que en la medida que permanezca y se arraigue la mentalidad del "dinero fácil y de la cultura del atajo", es mucho más difícil luchar contra este fenómeno que a nivel regional se ha convertido en uno de los cuellos de botella más importantes para alcanzar mayores niveles de igualdad y equidad.

"Partiendo desde que un niño que ve a su papá o mamá pagarle un soborno a un policía para que no le ponga una multa, de ahí a que ese mismo niño a 20 años adelante se robe 30% de un contrato no es nada difícil".

"Entonces todo tiene que ver con un aspecto cultural y que pasa por esos aspectos de la cultura de la ilegalidad muy arraigados", señala Puyana en entrevista telefónica con El Universal desde su natal Colombia.

Asegura que no hay "recetas ideales" para combatir este flagelo, pero comenta que países como Uruguay y Chile tienen un modelo y andamiaje institucional que los tiene como los menos corruptos en el continente.

"Hay que crear soluciones creativas. No seguir pensando que en la lucha contra la corrupción pasa por crear penas y políticas reactivas. Tenemos que ser capaces de formular soluciones cada vez más creativas, más en la esfera de la prevención y la transparencia es una de ellas".

Puyana, director de Gobernabilidad Democrática del PNUD en Colombia, participará hoy como ponente en el Seminario Internacional, "Combate a la Corrupción. Balance para una Propuesta", organizado por la Red de Rendición, expertos internacionales y del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI).

De acuerdo con datos de Transparencia Mexicana, para los mexicanos la corrupción tiene un costo muy alto pues se calcula que en 2010 se pagaron 32 mil millones de pesos en "mordidas".  

-¿Cuáles el principal problema para el continente?

-La corrupción se ha convertido en una prioridad porque es uno de los cuellos de botella más importantes para alcanzar mayores niveles de igualdad y equidad. Aunque Uruguay y Chile puntúan bien en los indicadores de corrupción cerca de los países desarrollados, el problema es que hay otros en condiciones mucho más complicadas como Colombia, México, Venezuela, esto pese a los esfuerzos que se han hecho en los países, el fenómeno parece no ceder.

-¿Por qué hay tanto arraigo en estos países?

-Tiene que ver en cada contexto. Naturalmente, para llegar a situaciones como en Finlandia, esto pasa por un buen andamiaje institucional, pero hay estudios que demuestran que no es suficiente, hay que pasar por una muy buena implementación. "Según el informe de integridad Global, Colombia tiene un excelente andamiaje, pero hay una brecha en su aplicación. Eso pasa en México y en Perú, donde tenemos andamiajes que no se implementan de manera adecuada".

Puyana dice que otro de los problemas tiene que ver con la probabilidad real de identificar a los responsables de la corrupción y que sean judicializados.

"En la medida que en nuestros países siga habiendo incentivos para delinquir, en la medida que ser un agente corrupto, no necesariamente lleve a ser identificado y judicializado es muy complicado que la situación cambie". 

-¿Cuáles son los riesgos?

-"Desafortunadamente Colombia y México compartimos contextos atravesados por el crimen organizado, por situaciones relacionadas con el narcotráfico. Esto ha pasado en Perú y Bolivia, y lamentablemente este nivel de arraigo y de crimen organizado generan una situación cultural mucho más propicia para el fenómeno de la corrupción".

-¿Cuál es la corrupción más nos daña?

-Ambos tipos son peligrosas en distinta medida. La gran corrupción tiene costos muy alto para el Estado, pero la pequeña corrupción, la que se da todos los días, donde el funcionario que cobra una cuota para sacar una licencia o la de cualquier ciudadano que paga un soborno, son peligrosos porque generan desconfianza en la relación del ciudadano con el Estado. Una puede ser más costosa, pero al final ambas tienen efectos colaterales muy peligrosos.