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“El Papa es uno de los nuestros”

José Vales / Corresponsal| El Universal
Jueves 14 de marzo de 2013

BUENOS AIRES.— En un país donde el futbol se vive como una religión, no tardó en saltar el lado futbolero del papa Francisco. Su fanatismo por el San Lorenzo de Almagro (equipo identificado con los sacerdotes al que apodan Los cuervos o El santo), es total y lo mantiene desde su infancia.

Por eso el club no tardó en difundir el número de socio de Jorge Mario Bergoglio, el 88235. Con ese número, para algunos el “milagro de ayer fue doble”: Hay un Papa argentino y el 235 fue el número que salió en el sorteo de la lotería de ayer.

Nadie lograba salir de su sorpresa. Ni aquí en Argentina, ni en el resto de América Latina. Hasta el presidente venezolano encargado, Nicolás Maduro, cometió su primera “gafe” cuando dijo que “Chávez intercedió desde el cielo para que Bergoglio sea Papa”. El heredero del líder bolivariano parece no saber que el hasta ayer arzobispo de Buenos Aires ha sido de los principales opositores al gobierno de sus aliados, los Kirchner.

La catedral de Buenos Aires, en plena Plaza de Mayo, y la capilla de la Villa 21, donde Bergoglio solía decir la misa en Navidad, parecieron de pronto como una extensión de la Plaza de San Pedro y, por qué no, la mismísima Capilla Sixtina. Cuando supieron que Francisco era Jorge Mario Bergoglio, hubo expresiones de júbilo, algarabía, alabanzas y abrazos de toda intensidad. “Es uno de los nuestros, siempre estuvo cerca nuestro de las catequistas, nunca puso distancia con nosotros, porque su don de gente, su humildad y su servicio al prójimo no se lo permitían”, explicó Lorena, una laica que se encontraba a las puertas de la catedral, visiblemente emocionada.

Un concierto de cláxones se apoderó de la ciudad y la plaza de Mayo, cambió las pancartas políticas que suelen aflorar por allí, por banderas con los colores amarillo y blanco de la Santa Sede y el estribillo que ya suena con fuerza “Francisco primero, te quiere el mundo entero…!”. No faltaron los que se acordaron de la presidenta Cristina Kirchner, quien eligió una carta, muy formal y llena de respeto, para salir del estupor que la designación de Bergoglio, ese cardenal al que el gobierno denostó cada vez que pudo, le causó a todo el gobierno y el resto de la clase política. Más tarde le deseó “de corazón que pueda acercar a los diferentes credos y trabajar por los pobres”, al tiempo que le pidió “que pueda convencer a los poderosos del mundo para que dialoguen”.

“La Iglesia es sabia, leyó muy bien la historia y la realidad. América Latina es la región con mayor cantidad de feligreses y Bergoglio fue un cardenal que supo poner la voz cuando los políticos callaron ante cada avance de los Kirchner. Esto cambia la agenda de la actualidad argentina y representa una bocanada de aire fresco para la Iglesia”, explicaba el analista Nelson Castro. Allí, en la Plaza de Mayo, un hombre visiblemente emocionado, que responde al nombre de Julián Gutiérrez, juraba que no terminaba de creerlo. “Me lo crucé más de una vez viajando en subte (metro), es un tipo de una sencillez y un humor que solía expresar en sus homilías”, declaró.

El decano de derecho canónico de la Universidad Católica Argentina (UCA), el sacerdote Alejandro Bunge, lo definió “como un hombre de Dios, que tiene su mano y su corazón para entender la realidad y los problemas que atraviesa la humanidad”. Bunge, fue un estrecho colaborador de Bergoglio, y no dudó en definir a “Francisco como un hombre dueño de una paz interior superlativa, un hombre de oración”.

Monseñor Eduardo García, el obispo auxiliar de Buenos Aires, lo definió directamente como “un milagro” y aclaró que “antes de viajar a Roma no hablamos del tema, pero creo que él lo intuía”.

No sólo porque en el cónclave de 2005 Jorge Bergoglio se ubicó detrás de el alemán Joseph Ratzinger, con 46 votos, sino porque “es un hombre siempre muy respetado por la Iglesia Latinomericana”.

La fiesta se extendió hasta las primeras horas de la noche, cuando en la catedral y en la Villa 21 y en el resto del país se celebraron misas. Nadie se olvidaba de su labor pastoral al lado de los que sufren: las madres que perdieron a sus hijos a manos de la mafias de la tratas de blancas, con los familiares de las víctimas de la discoteca Cromagnon o los deudos de los 51 muertos del trenazo de febrero de 2012.

Todos ellos celebraron la designación de Bergoglio y su humildad sin poses, y no daban crédito a esa realidad que ayer los arropó como pocas veces en sus vidas. “El papa Francisco” era uno de ellos y, aunque no se lo crean, es argentino.



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