SAN JOSÉ.— Guatemala conmemoró ayer el 15 aniversario de la firma de la paz, que acabó con una guerra que, entre 1960 y 1996 dejó más de 200 mil muertos y desaparecidos, pero el festejo encontró a los guatemaltecos atrapados en otro tipo de violencia: la de los cárteles mexicanos de la droga.

Como punto intermedio del intenso contrabando de drogas de Colombia a Estados Unidos, en un corredor del sur de Centroamérica al norte de México, y con una frágil estructura institucional de corrupción militar, policial y política y décadas de impunidad ante las atrocidades castrenses en la guerra, Guatemala se ha convertido en los últimos 10 años en una de las plataformas más importantes de las narcomafias mexicanas.

Con una tasa anual cercana a 47 homicidios por cada 100 mil habitantes (unos 6 mil asesinatos al año), la violencia generalizada se ha transformado en el más grave problema para los más de 13 millones de guatemaltecos.

“A 15 años de la firma de la paz, Guatemala pasa por una etapa de violencia similar o que hasta sobrepasa la violencia del conflicto armado”, dijo a EL UNIVERSAL el guatemalteco Freddy Peccerelli, director ejecutivo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (no estatal), grupo que exhuma en fosas clandestinas y busca víctimas de la guerra.

“La diferencia es que en el pasado las acciones eran del Estado hacia la población y ahora son de esos cuerpos paralelos hacia la población en general y son resultado de la poca acción en justicia tras la firma de la paz”, agregó.

El cártel mexicano de Los Zetas es de los más fuertes en Guatemala, aunque las mafias de Sinaloa, Tijuana, Juárez, la Familia Michoacana y del Golfo también mantienen intensas operaciones.

Deuda añeja

Ayer, en la capital, el presidente de Guatemala, Álvaro Colom, reconoció que “las causas del conflicto armado”, como la miseria y pobreza extrema que azotan a más de la mitad de los guatemaltecos y exclusión social, “siguen vigentes”.

“No se ha avanzado lo suficiente para vivir en paz”, dijo Colom, quien el 14 de enero entregará el mando al general retirado Otto Pérez Molina.