Elecciones en España, bajo la sombra de la crisis

MANIFESTACIÓN. Un indignado español hace rodar un euro gigante en el cual resalta los males del sistema financiero en Madrid. (Foto: ARCHIVO REUTERS )
MADRID.— Cuando el pasado mes de mayo el que era vicepresidente y ministro del Interior del gobierno español, Alfredo Pérez Rubalcaba, aceptó la oferta del presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero para convertirse en el candidato del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) para las próximas elecciones generales, no se imaginaba que la situación económica del país empeoraría tanto. Que los datos, unos meses después serían todavía más dramáticos que los de entonces. Ni que el país fuera a correr el riesgo de entrar en recesión.
Zapatero había decidido adelantar los comicios al 20 de noviembre, pensando en que los tímidos “brotes verdes” que se estaban dando en la economía continuarían tras la temporada turística, lo que favorecería a su candidato. Confiaba en que las elecciones se celebrarían en un clima de recuperación. Sin embargo, hoy, seis meses después, el escenario es más negro que nunca. La cifra de desempleados casi alcanza los cinco millones, el doble de la media de la Unión Europea (UE).
En concreto, son 4 millones 978 mil, según la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre. Es decir, el 21.52% de la población. Hay un 23% de familias más que el año pasado declaradas en concurso de acreedores, ante la imposibilidad de afrontar sus pagos y sus deudas.
El Banco de España publicaba esta semana que el ritmo de avance intertrimestral del Producto Interno Bruto (PIB) se ralentizó en el segundo trimestre hasta el 0.2 %, situando su tasa interanual en 0.7%, lo que significa que la economía española ha llegado a un punto de planicie y amenaza con llegar a una recesión.
Por todo ello, la crisis económica se ha convertido en la protagonista de la campaña electoral y la austeridad en el lema de los principales partidos políticos. Obligados, eso sí, por la modificación, hace unos meses, de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (Loreg), que reduce la publicidad y la propaganda durante el periodo electoral. A diferencia de lo que ocurrió en los comicios municipales del pasado 22 de mayo, en los que los distintos partidos se jugaban mucho, en estas generales todos se han visto obligados a ajustar al máximo sus presupuestos electorales porque, como mucho, podrán gastarse un tope de 41.6 millones de euros.
Además, la modificación de la ley establece que la publicidad exterior y en medios de comunicación debe circunscribirse a los 15 días estipulados de campaña electoral.
Por tanto, si se tiene en cuenta que los partidos gastaron en la campaña de 2008 poco menos de 50 millones de euros (48 millones 950 mil euros), la reducción supondrá un ahorro estimado de unos 7.3 millones de euros, como mínimo. Pero además de gastar menos durante la campaña, los partidos políticos también han presentado medidas para salir de la crisis, que es la principal preocupación de los españoles. La estrategia del Partido Popular (PP) se basa en recortar el gasto público en todo menos en sanidad, educación y pensiones, según su líder Mariano Rajoy.
En contraste, el PSOE pretende estimular la economía a través de la inversión, asociándose con Europa para poner en marcha una especie de Plan Marshall que garantice las prestaciones sociales y que no se centre sólo en reducir el déficit.
Lo que no cabe duda es que la situación es muy mala y son muchos los analistas que temen que después de Grecia e Italia, la siguiente en caer sea España. Grecia está al borde de la quiebra y se especula con su salida de la zona euro (la moneda única europea); Italia ha entrado en zona de rescate, al superar la prima de riesgo, el indicador que mide el diferencial entre el rendimiento del bono nacional y el alemán (considerado un país “seguro” en el mismo plazo). Por tanto, la barrera en que Grecia, Irlanda y Portugal desencadenaron la petición de rescate a la UE, hace algunos años.
Entre los más pesimistas se encuentra el BBVA (Banco Bilbao Vizcaya Argentaria), que en su último informe advierte que en España ha aumentado el riesgo de entrar en recesión. Y aunque la entidad financiera no cree que eso suceda, por apenas unas décimas, el estudio sí augura, en el mejor de los casos, una recuperación lenta y débil y unas previsiones de crecimiento para el 2012 de apenas el 1%. Unas cifras cercanas a las de la Comisión Europea, que las ha rebajado con respecto a las que había previsto en primavera y que apuntan a un crecimiento de 0.7% para 2011 y para 2012 frente al 0.8% y el 1.5% respectivamente. Y de un déficit de 6.6% del PIB para este año frente al objetivo del gobierno del 6.
Frenazo al crecimiento
El BBVA explica esta situación por el aumento de las tensiones financieras, el frenazo del crecimiento en Europa y la debilidad del crédito. Y destaca el brusco deterioro del mercado laboral y la dificultad extrema para que la administración cumpla su objetivo de déficit. Un objetivo fijado por el gobierno en el 6% para este año, el 4.4% en 2012 y el 3% en 2013, pero que muchos ven de difícil cumplimiento.
También la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ve un panorama negativo para el país. Y aunque su presidente, Juan Rosell, confía en que se cierre el año con crecimiento, considera que el 2012 será igual de difícil y complicado que este 2011.
Ante este panorama, las encuestas vaticinan que el líder del Partido Popular (PP, conservador), Mariano Rajoy, será el ganador de las elecciones, por mayoría absoluta. Prevén una abrumadora victoria de 15 puntos por encima del PSOE. Lo curioso es que si bien la valoración de los dos candidatos es muy similar, para la mayoría de los electores Rajoy no es el mejor político, sino el mejor gestor para sacar a España de la crisis y crear empleo.
Aun así, si Rajoy gana, tendrá pocas alternativas de actuación.
La situación de deuda acumulada, las pocas expectativas de crecimiento y la desconfianza de los mercados provocarán que sea Bruselas el que marque la senda que el país debe seguir.
Una senda que probablemente incluirá más recortes, más despidos y más impuestos, y que quizá también provocará más protestas, más huelgas generales y más desesperanza entre una población que está harta.





