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Vacío de poder amenaza la isla

El Universal
Viernes 15 de enero de 2010
Haitianos organizan campamentos por su propia cuenta

PUERTO PRÍNCIPE (Reuters).— En ausencia de una respuesta visible de las autoridades tras el sismo del martes, los desesperados haitianos tomaron la iniciativa. Convirtieron las calles y parques en hospitales improvisados y campamentos de refugiados.

El terremoto destruyó el palacio presidencial, una serie de ministerios y la sede de la misión de paz de la ONU en el país, enfrentando a los haitianos a un peligroso vacío de poder y de seguridad, en una nación de 9 millones de habitantes con una turbulenta historia de conflictos, dictaduras, descontento social, instituciones frágiles y catástrofes naturales.

Los haitianos se han convertido en rescatistas y en organizadores. Miles de personas sin techo comenzaron a levantar campamentos en donde podían, el más grande de ellos frente al derrumbado Palacio Presidencial.

“Mírennos. ¿Quién nos ayuda? Ahora, nadie”, dijo Jean Malesta, una estudiante de 19 años quien fue la única sobreviviente del colapso de su edificio de departamentos.

Junto con decenas de sobrevivientes, Malesta levantó una carpa en el parque que se encuentra frente al palacio del presidente René Preval, cuyo débil gobierno parece totalmente inequipado para manejar la crisis; ningún funcionario de gobierno, excepto él, se ha hecho visible en medio del caos.

“Hasta ahora no nos han traído nada. Necesitamos agua, comida, refugio, todo, pero estamos solos”, agregó Malesta, mientras otras mujeres coincidían con ella, a gritos.

El esfuerzo internacional de ayuda fluye lenta, muy lentamente. La mayoría de los haitianos no lo han visto. Y en su soledad, se desesperan y enfurecen.

“El problema es que, a diferencia de las situaciones tradicionales de desastre, tenemos pocos socios locales con los que trabajar, porque la mayoría de ellos sufrió la destrucción de sus edificios y están buscando a sus propios muertos y desaparecidos”, explicó Margaret Aguirre, funcionaria de alto rango de International Medical Corps.

Los haitianos hacen lo que pueden para sobrevivir a las caóticas condiciones ante la ausencia de un liderazgo claro, dijo el experto en Latinoamérica Dan Erikson, del grupo Diálogo Interamericano, con sede en Washington. “La triste verdad es que nadie está a cargo de Haití hoy”, resumió.

El propio Preval perdió su casa. “Mi palacio se derrumbó (...) No puedo vivir en el palacio, no puedo vivir en mi propia casa”, dijo el miércoles a CNN. Y la fuerza de paz de la ONU, que podría haber podido llenar el vacío, está ocupada contando a sus propios muertos, enterrados bajo la destruida sede de la misión.

De cuando en cuando, algunos cascos azules recorren las calles, pero, en su mayor parte, Puerto Príncipe es tierra de nadie.



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