TEGUCIGALPA (Agencias).— El nuevo gobierno de Honduras anunció ayer la expulsión de la delegación diplomática de Venezuela, en un desafío al presidente de ese país, Hugo Chávez, un aliado del mandatario depuesto, Manuel Zelaya, y crítico de Roberto Micheletti.

“Eso significa una ruptura de relaciones”, puntualizó en una rueda de prensa el ministro de la Presidencia del gobierno de Micheletti, Rafael Pineda, después de que la vicecanciller, Martha Lorena Alvarado, anunciara la medida.

La vicecanciller indicó que le han dado 72 horas de plazo al personal de la embajada de Venezuela en Tegucigalpa para abandonar el país, e igual al de Honduras en Caracas.

“Esto ha sido consecuencia de las amenazas de uso de la fuerza, la intromisión en los asuntos exclusivos de Honduras, así como el irrespeto a la soberanía e integridad territorial de nuestro país” por parte del presidente Chávez, expuso Alvarado.

Pero el encargado de negocios de la embajada venezolana respondió que no acatarán la orden, puesto que su gobierno no reconoce a las autoridades surgidas del golpe de Estado militar que derrocó a Manuel Zelaya el 28 de junio.

Chávez, uno de los principales aliados de Zelaya, retiró el 3 de julio a su embajador en Tegucigalpa como protesta por el golpe. Pero, según el primer secretario de la representación diplomática, Ariel Vargas, el resto del personal se queda. “No vamos a salir de aquí”, dijo a la televisión hondureña.

“El gobierno legítimo de Honduras es el del presidente Manuel Zelaya. No vamos a atender la solicitud de salir de los golpistas”, añadió.

Según la agencia estatal de noticias venezolana, la medida se habría ampliado a todas las delegaciones diplomáticas de los países miembros del ALBA, el bloque de países izquierdistas liderado por Chávez que incluye a Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y a la propia Honduras.

Zelaya dice que empezó la guerra civil

Manuel Zelaya señaló entretanto que regresará a su país por “cualquiera de los puntos fronterizos que tiene Honduras con Guatemala, El Salvador o Nicaragua”, en cualquier momento a partir del miércoles, cuando vence el plazo de 72 horas que pidió el mandatario de Costa Rica, Óscar Arias, para hallar una salida a la crisis. En declaraciones al diario argentino La Nación desde la embajada hondureña en Managua, el depuesto gobernante vaticinó una entrada en Tegucigalpa “apoteósica”, tras asegurar que la “guerra civil ya comenzó en Honduras”.

El desplazado presidente de Honduras advirtió que no aceptará “mercenarios” ni “terrorista” en el gobierno. En entrevista con DPA en Managua, Zelaya admitió que vive el momento “más difícil” de su vida y que el peligro crecerá cuando inicie su anunciado regreso a Honduras, algo que según sus más cercanos colaboradores es “inminente”.

“Los jefes actuales, la cúpula (del Ejército) tiene que irse. Tendrá que venir una nueva generación a dirigir las Fuerzas Armadas, que no esté comprometida con ese tipo de eventos que han ofendido a la nación”, dijo aludiendo al golpe de Estado del 28 de junio.

Además, Zelaya responsabilizó al jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de su país, el general Romeo Vásquez, si lo llegan a asesinar.

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, validó la presión ejercida por Estados Unidos al gobierno de Micheletti para que acepte la propuesta de mediación del presidente costarricense e insistió en que la negociación es la única salida “pacífica” a la crisis.

Simpatizantes del gobierno de facto de Honduras marcharán hoy por la paz y la democracia en el país y contra la injerencia extranjera, mientras que seguidores del mandatario depuesto volverán a las calles para exigir su retorno. La comunidad internacional, que ha aislado a Honduras, teme que un regreso Zelaya pueda causar un baño de sangre en el empobrecido país, donde el 5 de julio un hombre murió durante una protesta.