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Hillary Clinton, la demagoga

Diana West/?Scripps Howard News Service?| El Universal
Miércoles 29 de marzo de 2000
Así describen a la primera dama en su camino a la candidatura al Senado. Acusa al alcalde neoyorquino Giuliani de ?dividir la ciudad? en el caso Dorismond

Hillary Rodham Clinton, siete a 10 puntos atrás del alcalde neoyorquino Rudolph Giuliani en los sondeos no importando la frecuencia con que anuncie su candidatura al Senado (o hable del placer de comprar comestibles), finalmente ha encontrado su tópico: la división racial. No es bonito, o enaltecedor, ni tampoco generativo de nada aparte de antagonismos estériles.

Pero dadas las condiciones singulares del Nueva York de Giuliani, podría ser eficaz.

Fuera de la Urbe de Hierro es difícil sentir la punzante fricción que existe en esta próspera metrópoli, cuyas calles seguras ?gracias a Giuliani y al Departamento de Policía de Nueva York (DPNY)? sirven como diaria refutación a una anticuada doctrina liberal aún favorecida por la clase dirigente de la ciudad.

Cuando un policía infiltrado mató a un hombre la semana pasada, no mucho después del juicio sensacionalista a policías neoyorquinos por la tortura de Abner Louima (culpable) y la muerte de Amadou Diallo (inocente), Hillary, apoyada por la clase gobernante, encontró su voz. Ya no se le considerará como una novata tropezando en el sendero de la campaña. Habiendo explotado con éxito la muerte a disparos de Patrick Dorismond, la primera dama ha demostrado ser una demagoga por derecho propio.

Duras palabras, sí. Pero hay otras más que describen bien la indignante retórica de Hillary durante una semana en la que repetidas veces acusó a Giuliani de ?dividir la ciudad? por ?apresurarse a enjuiciar? en el caso de Dorismond. ?Por el bien de nuestros elementos de policía?, advirtió Hillary, ?por el bien de nuestros hijos? (hijos ?entienden, trata realmente de pegar un cuadrangular?), ?por el bien de todos los neoyorquinos, el alcalde debe dejar de dividir a esta ciudad?.

¿Qué hizo el alcalde para que trinara la señora Clinton? Lo que aprendió después de los disturbios en 1992, cuando el expediente de una víctima de tiroteo fue retenido por la anterior administración del alcalde David Dinkins, y el hombre muerto fue descrito como un inocente mártir.

Giuliani, al describir a Dorismond como alguien alejado de la imagen de ?acólito de iglesia?, sacó al aire un historial de incidentes violentos. El alcalde posteriormente dio a conocer el registro disciplinario del policía involucrado en los hechos.

El recurso melodramático de Hillary parece calculado, no para unir a la ciudad, lo que sea que eso signifique, sino para dividirla para ella, para alterar las relaciones raciales no sólo para aumentar la presencia de las minorías el día de las elecciones, sino también, más tortuosamente, para crear un clima en el que el Departamento de Justicia, el cual actualmente investiga al DPNY, recomiende que el poder federal asuma su control.

Entretanto, no hay aspecto racial en el caso Dorismond. Como señaló Giuliani al preguntársele si ?establecería vínculos con la comunidad negra?, todos los involucrados pertenecen a las minorías. Dorismond era negro; los tres policías infiltrados son hispanos. Eso no detuvo a Hillary, quien criticó ?la sensible negativa de Giuliani de tratar los hechos como un incidente racial?. La primera dama atacó su ?completa falta de liderazgo?, al declarar que había ?anulado a comunidades enteras?.

No está claro si Hillary se ha hecho un bien político real, pero su demagogia ha levantado un tornado digno de controversia.

En una ciudad alguna vez ingobernable, en una metrópoli que él prácticamente reconstruyó, Giuliani está asediado, descrito como el jefe de una corporación policiaca feliz de disparar, que asesina a transeúntes por gusto.

Tan estremecedora como es esta fantasía para los adversarios de Giuliani, es tiempo de considerar los hechos.

En 1993 hubo 212 tiroteos intencionales de policías en Nueva York, en 1999 hubo 71. Desde que el DPNY creció 38 por ciento , la tasa de disparos intencionales ha bajado a 77 por ciento . No sorprende que en 1993 la policía disparó 965 balas, comparado con 417 en 1999.

Pese a estas enormes reducciones, el Departamento de Justicia del presidente Clinton sigue contemplando la toma del DPNY. Esto no es buen gobierno, esto es politiqueo punitivo.



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