aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Angelo Sodano... La "reverencia" gris

J. Jaime Hernández| El Universal
Domingo 26 de octubre de 2003
El número dos del Estado Vaticano se mantiene por encima de disquisiciones de orden moral y político, fuera de los reflectores pero bajo el abrigo de la investidura papal

Ciudad del Vaticano.- En los archivos del Vaticano la biografía de Angelo Sodano, el todopoderoso secretario de Estado de la Santa Sede, se reduce a un batiburrillo de fechas, títulos, nombramientos y cargos ejercidos; pero nada que permita asomarse a las interioridades de un personaje clave en la historia reciente de la Santa Sede. Nada que consiga desvelar los vicios y virtudes del hombre más poderoso entre la curia romana después del papa Juan Pablo II.

"El Maestro nos ha dicho que debemos poner la mano en el arado y no mirar nunca hacia atrás. Porque la ley de la fidelidad es la ley de la vida", ha sido una de las frases más socorridas de este poderoso secretario de Estado del Vaticano para justificar una labor de casi un cuarto de siglo que se ha caracterizado por una lealtad sin fisuras hacia la figura de Juan Pablo II y una firmeza rayana en intolerancia contra todos aquellos que han osado cuestionar el conservadurismo doctrinal de la Iglesia católica.

Para muchos de los más antiguos vaticanistas, la figura de Angelo Sodano es todo un misterio. Uno de los muchos que se ha encargado de guardar con celo y cuidado la Santa Sede. Las referencias de entrevistas concedidas a medios de comunicación son prácticamente inexistentes. Las librerías especializadas en asuntos de la Iglesia no guardan un acervo significativo de su vida y su obra.

Da la impresión de que el propio responsable de los asuntos políticos de la Iglesia de Dios en la tierra se ha encargado de borrar o reducir a su mínima expresión toda pista de su personalidad y de su dilatada trayectoria. Posiblemente con la intención de no eclipsar la figura política de Juan Pablo II, a quien la Santa Sede se ha encargado de ceder todo el crédito por los logros (pero también por los pecados) de la Iglesia católica en el ultimo cuarto de siglo.

Pero también para no dejar al descubierto el lado más humano de la Santa Sede, una institución encargada de la fábrica de santos y beatos pero también de los asuntos terrenales de Dios sobre la tierra. Unos asuntos de los que se ha venido ocupando el cardenal Angelo Sodano desde 1990, cuando heredó las riendas de la política interior y exterior vaticana de las manos de Agostino Casaroli, el hombre que logró mantener durante los años de la guerra fría el puente de diálogo político entre la Iglesia y el Kremlin.



Por encima del orden

El secretismo de la Santa Sede sobre los hombres que han confeccionado desde tiempo inmemorial su política de Estado, le ha permitido así mantenerse por encima de disquisiciones de orden moral y político, pero también al margen de cualquier escrutinio público y privado. Una práctica que Angelo Sodano ha sabido ejercer con templanza, firmeza y sabiduría para mantenerse fuera de los reflectores y al socaire de la investidura papal.

Entre uno de sus mayores logros está el hecho de que nadie cuestiona hoy la autoridad moral y el poder político de Juan Pablo II en el seno de la Iglesia. Un Pontífice que, a pesar de haber convertido el último tramo de su papado en un calvario de sufrimiento, desconcierto y dolor, sigue conservando gran parte del poder que le corresponde como jefe supremo de la Iglesia católica y como monarca absoluto del pequeño Estado del Vaticano.

"Pocos saben de Angelo Sodano. Su biografía tiene un carácter minimalista. Pero, sin duda alguna, sigue siendo el hombre de mayor confianza de Juan Pablo II y uno de los hombres que se encargarán de cubrir el vacío político que ha comenzado a crear la mala salud del Papa. Sin embargo, y a pesar de que figura en la lista de papables, Angelo Sodano sabe que nunca será Papa. Acaba de cumplir los 75 años y eso lo coloca al borde de la jubilación y prácticamente fuera de la sucesión a la silla de San Pedro", considera Arcangelo Paglialuya, uno de los más veteranos y respetados vaticanistas en la Santa Sede.

Dejando de lado que Angelo Sodano es un hombre de la Iglesia de origen piamontés, con reputación de sibarita que disfruta de la cocina regional y con cierta pasión por la fotografía, sus acciones le definen como un hombre de talante abierto y dialogante en el campo político, y de una firmeza y sobrada intolerancia con aquellos que osan desafiar las doctrinas del Vaticano.

En la larga lista de aquellos que han quedado fuera de la Iglesia por haber desafiado la doctrina de la Santa Sede, ahí está el caso del teólogo y sacerdote brasileño Leonardo Boff, quien fue tildado de Judas por el propio Angelo Sodano y obligado a renunciar al clero y a sus feligreses en 1992, por haber desafiado al Vaticano en la prédica de la teología de la liberación en América Latina.

"La obra de Angelo Sodano es contradictoria. Ahí está la labor de mediación y reconstrucción de relaciones entre la Santa Sede y Moscú. O su papel mediador con Cuba donde apostó hasta el último momento por mantener el diálogo con Fidel Castro para favorecer una transición política en la Isla. Sin embargo, en el campo de la doctrina religiosa, es un hombre intolerante y sin fisuras", considera Arcangelo Paglialuya.

Interlocutor del poder de la Iglesia con la Casa Blanca, con la Unión Europea, con los gobiernos de América Latina, Asia y África, la voz de Angelo Sodano es escuchada en todos los ámbitos. Su peso político se aquilata en la medida de alguna de sus acciones o mediaciones más espectaculares, como el indulto de más de 200 presos políticos durante la visita del Papa a Cuba en 1998.

Experto en derecho canónico y en teología, su ingreso a la carrera diplomática vaticanista le permitió adentrarse en una dimensión política que le permitiría conocer las ventajas de la Iglesia católica en el seno de organismos multilaterales y enfrentarse al mismo tiempo al olvido, a la soberbia y a la indiferencia del Primer Mundo frente a los problemas del Tercer Mundo.

Un terreno que, paradójicamente, estaría lleno de oportunidades para la política de acción y penetración de la Iglesia católica.

Entre sus principales protectores y promotores está Agostino Casaroli, el hombre que le entregaría las llaves del despacho de la Secretaría de Estado de la Santa Sede en diciembre de 1990. Sin embargo, y a diferencia de Casaroli, quien consideraba que la Iglesia no tenía enemigos a los que combatir, sino adversarios a los que convencer, el talante de Angelo Sodano se decantaría a favor de los sectores más conservadores e inmovilistas de la Iglesia con posiciones tan intransigentes como radicales en los espinosos temas del condón, del aborto y del divorcio.

"Tras la partida de Agostino Casaroli, quien fue un hombre que supo mantener a flote las relaciones de la Iglesia con la Europa del este durante los años de la guerra fría, Angelo Sodano fue cediendo terreno poco a poco a los sectores más conservadores de la Iglesia. Pero, además, él mismo quedaría marcado por algunas de sus propias actuaciones, como fueron los años de la dictadura en Chile y el papel de mediador que ejerció para salvar a Pinochet de la justicia inglesa y española", opinó Gianni Rota, reconocido periodista del Vaticano.

A pesar de sus intentos por permanecer fuera de los reflectores, la obra de Angelo Sodano ha quedado registrada en la Historia. Nuncio apostólico de la Santa Sede durante los años de la dictadura en Chile, Angelo Sodano se distinguió por una actuación muy próxima a la de la complicidad con el régimen militar.

Promotor del viaje que realizaría Juan Pablo II a Santiago de Chile en 1988, Angelo Sodano accedió a que el Papa le diera la comunión a Pinochet y que aceptara salir a los balcones del palacio de la Moneda con el entonces presidente y comandante en jefe del ejército para saludar a la multitud.

Cinco años más tarde, cuando Augusto Pinochet festejaba sus bodas de oro, Angelo Sodano fue también el artífice de una felicitación papal dirigida al ex dictador.

Los vínculos de Angelo Sodano con el ex dictador chileno quedarían nuevamente de manifiesto cuando el secretario de Estado de la Santa Sede se vio obligado a reconocer, en febrero de 1999, la mediación del Vaticano a favor de Augusto Pinochet. Detenido en Londres por una orden de captura emitida por el juez Baltasar Garzón, para responder por una larga lista de denuncias contra el ex dictador por crímenes de lesa humanidad y genocidio, la Santa Sede se empleó a fondo ante los gobiernos de Londres y Madrid para conseguir la libertad de Augusto Pinochet.

Al reconocer la participación de la Santa Sede, Angelo Sodano aseguró que la Iglesia había intervenido a favor del ex dictador "por razones humanitarias" y convencida de "la importancia de defender la soberanía del Estado chileno y el derecho de sus autoridades a juzgar a sus connacionales".

A la sombra de una soterrada lucha por el poder en el Vaticano, en la que las figuras del cardenal alemán Joseph Ratzinger y del cardenal de Milán Dionigi Tettamanzi comienzan a cobrar especial relevancia, la vida y obra de Angelo Sodano ha recuperado actualidad. Especialmente porque no pocas son las voces que han comenzado a presionar a favor de su renuncia y/o jubilación de la Secretaría de Estado, desde donde ejerce un poder a la medida de un Papa en el ocaso de su vida y bajo un franco proceso de deterioro físico.

Con un Pontífice aquejado por el Parkinson y una afasia facial, la Santa Sede ha decidido que Juan Pablo II pase al banquillo para recuperar el aliento perdido durante 25 años de pontificado.

Sus funciones serán asumidas por la Secretaría de Estado que dirige Angelo Sodano, aunque con la más que próxima colaboración (y quizá vigilancia) de Joseph Ratzinger, decano del Sacro Colegio Cardenalicio, y de otros cardenales de gran poder e influencia en la curia romana como Dionigi Tettamanzi y Giovanni Battista Re. Pero sobre todo, haciendo oídos sordos a una dividida curia que exige la aplicación a rajatabla de la edad de jubilación establecida por el Código de Derecho Canónico para facilitar así un proceso de regeneración en la cúpula de la Santa Sede.

Sin embargo, los máximos dirigentes de la Iglesia de San Pedro insisten en no darse por enterados mientras aprovechan el último aliento de la fuerza y el arrastre de Karol Wojtyla para tratar de poner en orden la casa de Dios. Una casa en la que, al menos por el momento, aún tiene mucho que decir Angelo Sodano, un secretario de Estado que ha sido convertido en el báculo providencial de Juan Pablo II para llegar a la cima de su pontificado.



EL PODER DETRÁS DEL PAPA

Nació el 23 de noviembre de 1927 en Isla de Asti, al norte de Italia. Angelo Sodano fue el segundo de seis hermanos.

Según los archivos del Vaticano, su padre fue diputado en el parlamento italiano desde las filas democristianas.

Ordenado sacerdote a los 22 años, su objetivo nunca fue el de la misión sacerdotal en países del Tercer Mundo dejados de la mano de Dios.

Su mirada siempre estuvo puesta en la curia de Roma.

Egresado de la Universidad Pontificia Gregoriana y de la Académica Eclesiástica de Roma, el joven Angelo Sodano se convirtió en un experto en derecho canónico y en teología.

Su estirpe democristiana y sus credenciales universitarias le permitieron ascender por los sinuosos peldaños del poder en la Iglesia de Roma.



Ver más @Univ_Mundo
comentarios
0