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Existen en Finlandia cárceles sin rejas

Warren Hoge/The New York Times| El Universal
Domingo 05 de enero de 2003
Es el país con menos presos de toda Europa y se castiga enseñando valores y moral

Kerava, Finlandia. De acuerdo con las cifras, Antti Syvajarvi es un perdedor. Está preso en Fin- landia, el país que encarcela a menos ciudadanos que cualquier otro de la Unión Europea (UE).

Aún así, se cuenta entre los afortunados. "Si tengo que ser prisionero", dijo, "me alegra serlo aquí, porque confío en el sistema finlandés". Y no es el único; aparentemente, muchos finlandeses respetuosos de la ley también confían en su sistema penitenciario.

En términos per cápita, la policía finlandesa es la más pequeña de Europa, pero es reconocida por no ser corrupta y por solucionar 90 por ciento de los delitos considerados como graves.

"Sé que este sistema suena un tanto extraño", dijo Markku Salminen, director general del servicio de prisiones a cargo de los castigos. "Pero si usted visita nuestras prisiones y camina por nuestras calles, verá que esta versión benigna del sistema de procuración de justicia funciona. No culpo a otros países por tener sistemas más estrictos, porque sus historias y sus políticas son diferentes, pero este modelo fuciona para nosotros".

Finlandia, una nación que cree en la benevolencia del Estado y que confía en sus instituciones ciudadanas, es una especie de laboratorio de la justicia moderada. El tipo de disparidades económicas y sociales que pueden generar violencia no existen en Finlandia; los niveles de delincuencia callejera son bajos y los funcionarios de procuración de justicia cuentan con el apoyo de la población.

Al analizar las instituciones penales finlandesas, ya se trate cárceles "abiertas" o "cerradas", resulta difícil decir en qué momento uno ha entrado al mundo de la custodia. "Esta es una prisión cerrada", le dijo a un visitante Esko Aaltonen, director de la penitenciaría Hameenlina. "Pero quizá se haya dado cuenta de que usted ya está adentro, y no hubo puerta que le bloqueara el paso".

Los muros y las cercas han sido cambiados por cámaras de vigilancia y redes de alerta electrónica. En vez de rejas de metal y celdas grises, hay pasillos con pisos de linóleo y cuartos que se asemejan más a dormitorios que a celdas, para los presos se sientan cómodos. Los guardias no están armados. En ocasiones a los presos se les permite pasar algunos días en sus hogares, especialmente cuando están a punto de cumplir su sentencia.

Aquí, "el castigo es una forma de enseñar valores y moral, y no un desquite", dijo Tapio LappiSeppala, director del Instituto Nacional de Investigaciones de Política Legal. En las últimas dos décadas, más de 40 mil finlandeses han evitado ir a la cárcel. El Estado se ha ahorrado 20 millones de dólares en costos.

"Las víctimas no sentirían que, si se aplican castigos severos, se haría más justicia. No creemos en la filosofía de ojo por ojo; creo que somos un poco más civilizados que eso", dijo la señora Tammi Moilanen al opinar sobre el sistema de justicia de su país.



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