WASHINGTON. — No ha sido fácil, pero el riesgo de un colapso financiero consiguió meter miedo y prisa a demócratas y republicanos que, a primera hora de ayer, comparecían al lado de Henry Paulson, secretario del Tesoro, para llegar a un acuerdo tentativo sin precedentes para poner en marcha el más ambicioso y complejo plan de rescate bancario en la historia de Estados Unidos.

“Creo que al fin lo hemos logrado”, dijo Paulson con tono aliviado al dar la noticia al lado de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, y el líder de la mayoría de ese partido en el Senado, Harry Reid.

El acuerdo, contrarreloj, busca adelantarse a la apertura de las bolsas en Asia y Europa para evitar el pánico de los inversionistas que a partir de hoy concentrarían su atención en el plan que inyectaría inicialmente 250 mil millones de dólares para desbloquear el crédito con la compra del gobierno de la deuda de los bancos.

Según la llamada Ley de Estabilización Económica de Emergencia de 2008, el rescate considera una partida adicional por 100 mil millones de dólares que serán autorizados a discreción del presidente Bush. El resto de la ayuda, 350 mil millones de dólares, será colocada de forma escalonada, tras ser autorizada por el Congreso. El paquete contempla además un límite en los ingresos y cero beneficios millonarios a los directivos de las compañías rescatadas.

La creación del fondo por 700 mil millones de dólares, ha sido posible tras un tortuoso y maratónico proceso de negociaciones que estuvieron a punto de fracasar ante la presión de los electores contra un plan altamente impopular, y en medio de maniobras de demócratas y republicanos para sacar partido electoral de esta crisis.

Líderes del Congreso esperan tener hoy la votación de la Cámara Baja sobre la medida; posteriormente se realizaría la votación en el Senado. Una vez confirmados los términos del acuerdo alcanzado, los candidatos demócrata y republicano, McCain y Obama, manifestaron su respaldo.