Hace mucho tiempo que se reconoce y acepta la naturaleza inestable del sistema capitalista en el que vive por lo menos 80% de la población mundial. Las crisis de este sistema son recurrentes y cada vez más peligrosas para la sociedad global y para cada uno en lo particular.

Lo que sucede hoy en el mundo de las finanzas afecta a todos, pero por desgracia no es fácil entender tanto sus orígenes como sus procesos y efectos.

Es un hecho que la actual crisis financiera tendrá repercusiones en la situación económica de millones de individuos y familias. Este problema incluye a quienes viven en México, pero para saber por qué será así, se tendría que visualizar como trabaja el sistema económico en la actualidad y como impacta al país.

Bueno, tratemos de expresarlo en los siguientes términos. A los intermediarios financieros, tales como bancos (comerciales y de inversión), casas de bolsa y muchos otros de índole similar, se les ha permitido crear dinero en montos cuyas cifras se salen del control de los gobiernos y sus órganos reguladores.

Además, la concentración de la riqueza social en muy pocas empresas e individuos hace que esos intermediarios financieros dispongan de grandes cantidades a las que deben encontrar colocación porque su negocio es vender dinero en cualquiera de sus variantes.

En su desesperada carrera por hacerse ricos al facilitar créditos a empresas e individuos para ganar las comisiones de todo tipo que cada operación genera, los ejecutivos y directivos de esos intermediarios financieros no evalúan ni evaluaron correctamente los riesgos de cada operación ni entienden los sistémicos.

Cuando el sistema se ajusta porque las distintas partes que lo conforman no tienen comunicación ni coordinación, entonces aparecen los rompimientos que suelen costar grandes cantidades de recursos, como lo que sucedió con los fondos para recuperar las hipotecas retrasadas o perdidas de la Unión Americana. En este país se ha establecido un monto aproximado de 700,000 millones de dólares que aportarán todos los pagadores de impuestos de ese país, sin hablar por ahora de lo que pasará en Europa, Asia y América Latina como resultado de sus propios excesos financieros y de la contracción en el mercado norteamericano al que todos quieren vender.

Como las empresas productoras y comercializadoras de bienes y servicios, los intermediarios financieros y los individuos o las familias, están todos conectados a través del dinero, la crisis financiera llegará a todos, especialmente en una economía integrada internacionalmente.

El dinero será ahora y quizás durante los próximos tres o cuatro años, más caro y difícil de obtener. Ello provocará mercados contraídos y más cautos, así como desempleo e incertidumbre. No habrá caos porque a nadie conviene excepto a ciertos enfermitos; ni revoluciones sociales porque no existe un modelo o sistema alternativo con el cual sustituir al inequitativo sistema que delimita el sistema actual.

La única solución por ahora es sentar las bases de coordinación entre los principales agentes del sistema financiero, al menos el que predomina en América, Europa, Asia y Medio Oriente, al buscar frenar o reducir la explosión de estas crisis sistémicas, ya que de lo contrario serán cada vez más profundas y extensas.

Las decisiones de todos quienes venden y compran dinero, sean organizaciones pequeñas, medianas, grandes o globales, afectan a todo el conjunto de la economía.

Cuando toman estas decisiones sin razonar, guiados por la constante búsqueda del poder económico, sientan las bases para este tipo de crisis sistémicas, las cuales por ahora se atienden, pero no se resuelven de fondo.

¿Serán capaces de entenderlo los codiciosos “niños” de la estructura financiera o los ideólogos de la libertad para destruir?

Consultor económico del ITAM y asesor privado