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Barquillos de cono, negocio rico y crujiente

Eduardo Camacho| El Universal
Lunes 15 de septiembre de 2008
Luego de formular la “receta secreta”, están formalmente en mercado desde hace 6 años

finanzas@eluniversal.com.mx

El final de un helado es el principio de un barquillo, complemento perfecto para el sentido del gusto. Consciente de ello, Rafael Hernández concibió Di Conno, una crujiente idea donde hacer conos de galleta lo mantiene sólo por debajo de las bolas de nieve.

Tras incubar el concepto de hacer barquillos artesanales durante dos décadas en las que wafleras eran sus herramientas principales, decidió adquirir maquinaria que cumpliera con la misma función y cubrir la demanda que el mercado le solicitaba. “Necesitábamos una máquina que hiciera lo mismo en menos tiempo, además de perfeccionar la fórmula para que tuvieran mayor vida en anaquel, ya que antes eran máximo 30 días”.

Después de muchos meses de pruebas, encontraron la “receta secreta” y entraron al mercado formalmente hace seis años con un producto que podía mantenerse en buen estado de 10 a 12 meses en bodega gracias a la asesoría brindada por químicos en alimentos.

“El nombre de la empresa viene de la técnica italiana de hacer barquillos artesanales, es un barquillo plus, de calidad que realmente gusta tanto como el helado, la gente lo disfruta”.

Con maquinaria italiana y alemana de ocho y 12 planchas, el negocio no se daba abasto en temporada alta y para cumplir con sus entregas idearon y construyeron una tercera a la cual llamaron “máquina azteca”, que cumple con la misma función pero duplica la capacidad de producción.

“Somos fabricantes de barquillos no de máquinas, hicimos la azteca por necesidad y la tendencia es construir una más grande o traer otra para ser más competitivos pues existen empresas que generan a gran escala contra lo que nosotros hacemos de manera artesanal”.

La capacidad de producción en temporada alta es de 8 mil conos por hora con dos turnos, es decir, 128 mil por día; dentro de cada caja se empacan 200 piezas con un valor de 352 pesos, y aunque en el mercado hay desde 15 centavos, que son de oblea, Hernández asegura no hay punto de comparación con los de galleta.

Más de una docena de las franquicias del rubro del helado, desde las nacidas en Michoacán hasta las provenientes de Alemania, han tomado a Di Conno como su proveedor, relación que no fue fácil de concretar.

“Muchas veces vino gente del corporativo para conocer, probar y darse cuenta de que nuestro producto es más barato y mejor que el importado de Estados Unidos”.

Pedidos mensuales de 200 a 800 cajas son los que surten a sus clientes, quienes los distribuyen a sus sucursales en toda la República, y ellos sólo se encargan de transportarlos a puntos cercanos como Acapulco, Veracruz, Puebla, Pachuca, Toluca y Huatulco.



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