Un negocio más vivo que muerto
G rupo Gayosso sabe que la muerte está latente desde el mismo nacimiento, por ello, entiende que la prevención ante un escenario irreversible está en dar solución al problema antes de que se presente. Jesús Morales Treviño, director divisional de Gayosso, explicó que la filosofía de la empresa surgió precisamente bajo este principio. "Cuando falleció la madre de don Eusebio Gayosso Mugarrieta -fundador de la compañía en 1875- no existían servicios funerarios completos y se tenía que buscar el ataúd, cementerio, gente para abrir la fosa, flores, todo por separado", refiere el responsable de la zona Centro-Pacífico del grupo. Entonces, Gayosso Murrieta instaló una oficina entre las calles de Isabel la Católica y 5 de Mayo, donde se ubicaba el Hotel Gillow, para integrar los primeros servicios funerarios en el país, relata Morales Treviño. "La costumbre era que las personas fueran veladas en sus casas", por lo que la apertura de la primera sala funeraria se dio con el tiempo, agrega. En 1955, cuando la empresa ya tenía 80 años en operación, inició con el servicio de velación en el número 273 de Paseo de la Reforma, entre las calles Belgrado y Génova, con cuatro salas. Al mismo tiempo, se empezó la construcción de un local en la calle de Sullivan, en la colonia San Rafael de la ciudad de México, donde hoy se ubica un edificio de 10 niveles que alberga 70 mil nichos, nueve salas para difuntos, un salón de espera, cafetería, capilla con capacidad para 300 personas, florería, crematorio y estacionamiento con valet parking para 300 vehículos. "Ya no se trata de una adaptación, sino de un espacio que se diseñó para atender los servicios de la mejor forma", asegura. Morales Treviño califica de "muy fuerte" la aceptación de los productos que ofrece la compañía en los últimos años. Sólo en 2005, Gayosso proporcionó 63 mil 500 servicios, 33 mil 500 bajo el carácter de previsión, por lo que más de la mitad de los funerales se contrataron bajo los esquemas de 12, 24, 36 y hasta 48 meses de plazo. El costo, indica Morales Treviño, varía según lo convenido en cada caso. Esto es, puede incluir desde el traslado de un cuerpo al país, carroza, féretro, capilla, sala de velación, cremación, urna, nicho, cementerio, etcétera. En algunos casos, estima el directivo, se registran servicios que superan los 300 mil pesos, pero esto sólo es, aclara, porque se sujetan a características y gustos específicos de los familiares. En 2001, la familia Cantú Charles adquirió la empresa, y desde entonces inició una estrategia de crecimiento hacia el norte del país. Hoy en día, el grupo cuenta con 21 cementerios, siete mausoleos, 18 crematorios, 27 capillas y 127 salas de velación en 14 ciudades del país que se dividen en tres regiones geográficas, además de dos plazas más en Estados Unidos. El crecimiento que se proyecta para 2007 contempla ciudades como Toluca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí y Ciudad Juárez. Dentro de las expectativas de expansión, Morales Treviño no descarta la posibilidad de franquiciar la firma e, incluso, evalúa la posibilidad de adquirir unidades de negocio establecidas en Centroamérica. En consecuencia, la compañía no descuida un solo detalle del mercado. Incluso, en Gómez Palacio, Durango, Grupo Gayosso cuenta con una fábrica de ataúdes. Francisco Gutiérrez Garrido, director de Capillas, calcula una producción de 500 féretros semanales que provienen de la fábrica. Por lo que "parte de los servicios funerarios se prestan con cajas de la empresa", menciona. Al respecto, Gutiérrez Garrido indica que estos ataúdes, cuando se inhuma un cuerpo, pueden donarse a familias de escasos recursos. Además de que pueden ser destruidas o introducirse junto al cuerpo en el horno crematorio, sin embargo, esta práctica no es muy común. Grupo Gayosso está más vivo que nunca, y los 2 mil 500 colaboradores de la empresa lo saben. También, quizá, aquellos que ya habitan las más de 350 hectáreas en terrenos y jardines que posee el grupo.





