Don Pancho: su mero mole
¿Qué hay detrás de una empresa enclavada en una zona eminentemente rural? Angel Velasco, director de Mole Don Pancho, explica que la tradición del mole en San Pedro Atocpan, en la Delegación Milpa Alta, data de la tercera década del siglo pasado, cuando una familia atocpenses puso una local de abarrotes en el mercado de La Merced, en el centro de la ciudad de México. Esta familia que conocía la receta del mole rojo, decidió vender la pasta, la que preparaba a la usanza tradicional, moliéndola en metate. El éxito y la creciente demanda la obligó a sustituir la técnica manual por un molino, el cual pronto fue insuficiente, por lo que la pasta comenzó a fabricarse en máquinas más grandes que se ubicaban en locales de la calle de Mesones. La demanda creció al grado que les era imposible cubrirla, por lo que se vieron obligados a contratar gente de San Pedro. Con el tiempo, los lugareños aprendieron los procesos y comenzaron a producir mole por su cuenta. Velasco recuerda que la gente regresó a San Pedro y ahí instaló sus primeros molinos para comercializar su producto en los alrededores y en la ciudad de México. Moles Don Pancho se fundó como sociedad cooperativa en 1963. El objetivo era comprar los insumos, como los chiles, por mayoreo, para tener mejores precios. Según Velasco, los pequeños productores se juntaron y le pusieron Don Pancho, con la intención de algún día exportar a Estados Unidos, pues allá los artículos mexicanos tienen como genérico "pancho" y desde entonces ya se planeaba vender del otro lado de la frontera. Ángel Velasco entró junto con un grupo de compañeros a la cooperativa en 1973, justo cuando la empresa estaba en números rojos, pero debido a un plan de reorganización la hicieron más productiva. Al principio, los cooperativistas de Don Pancho vendían sus productos a granel en los tianguis, La Merced, tiendas de abarrotes y después en San Pedro Atocpan pusieron una tienda y los lugareños les compraban y buscaban sus propios mercados. Velasco destaca que la cooperativa empezó con la fabricación de dos tipos de mole y en la actualidad cuentan con 12, además de otras variedades como consomé de pollo y pulpa de tamarindo. "Ya con marca Don Pancho vendíamos a granel en tiendas de abarrotes, de chiles secos y mercados. Sin embargo, después comenzamos a envasar en presentaciones de kilo, medio y un cuarto. Gracias e ello entramos a las tiendas de autoservicio", recuerda. Después de algunos años de permanecer como cooperativa, en 1990 los socios decidieron convertirla en sociedad anónima, y a partir de ahí la compañía tuvo un despegue importante. Según Velasco, Don Pancho es la empresa más fuerte en el ramo molero de la zona y la segunda a nivel nacional, sólo detrás de mole Doña María, del grupo Herdez. La empresa reporta ventas de 3 mil toneladas al año. En este momento se registran cerca de 20 marcas en Milpa Alta, aunque no tienen el mismo nivel de producción que Don Pancho. Velasco afirma que a nivel nacional no tienen el mismo posicionamiento que Doña María, pues éste se encuentra en cualquier tiendita y Don Pancho todavía no. La razón, dice, es porque se elabora un producto de calidad y los precios son más altos, por lo que al tratar de entrar a grandes mayoristas de la Central de Abastos nos piden un producto más barato, pero no se puede reducir el costo porque afectaría la marca. Hay tal confianza en la calidad y en la manera de hacer el mole que cualquier persona o autoridad puede entrar a la fábrica y verificar los procesos, incluso, hay una estricta revisión de los insumos, como el chile, la elaboración y el envasado. Exportar, la siguiente meta Los accionistas de Don Pancho esperan entrar al mercado estadounidense el próximo año, luego de que obtengan la certificación de la Food and Drug Administration de ese país. Ya se hicieron análisis en laboratorios especiales y lo único que falta es el cultivo del chile, pues las autoridades de ese país piden vigilar desde su siembra hasta su cosecha para avalar su ingreso. Con ventas mensuales de 240 toneladas, sus productos estrella son el mole especial y el picoso. Según Velasco, por volumen están al parejo de Doña María, pues aunque no tienen presencia a nivel nacional, sí tienen presentaciones desde un cuarto hasta 20 kilos. La compañía emplea a 130 personas, aunque dan trabajos indirectos a los productores de chile, ajonjolí y todos los insumos necesarios para el mole. Tiene un promedio de crecimiento anual de 5%, aunque uno de sus mejores años fue 2004, cuando crecieron 10%. Entre sus planes están empacar nopal o maíz, para que la empresa no esté demasiado expuesta a la venta del mole.





