Revolución financiera en Japón
Desde hace tiempo los reguladores japoneses han aparentado proteger, más que castigar, a las instituciones que vigilan. Pero repentinamente, justo al tiempo que un renacimiento de la bolsa de valores está generando nuevas fuentes de riqueza, las autoridades han impuesto sanciones a un grupo financiero grande tras otro y arrestaron a dos de los íconos empresariales más conocidos del país. La detención esta semana de Yoshiaki Murakami, el controvertido accionista rebelde sospechoso de usar información confidencial, fue precedida por la presentación de acusaciones de fraude contable contra Takafumi Horie, el empresario de internet renegado en contra del cual las autoridades actuaron en enero. Las instituciones financieras sancionadas por malos manejos por la Agencia de Servicios Financieros (FSA, por sus siglas en inglés) desde principios de año van de JPMorgan de Estados Unidos a la oficina local de PwC, la firma de contabilidad global, y del Sumitomo Mitsui Bank a entidades puramente domésticas como la aseguradora Sompo Japan Insurance. La dimensión de las acciones hace surgir la pregunta de si representan una reacción en contra de las recientes reformas, orientada a desacreditar el capitalismo de mercado al estilo occidental, o si los funcionarios simplemente están motivados por una nueva determinación de aplicar las leyes. El alcance que la campaña adquiera en el futuro ayudará a determinar la manera en que los inversionistas tanto nacionales como extranjeros percibirán los mercados japoneses y el grado hasta el cual la segunda economía más grande del mundo puede cultivar una cultura empresarial. Muchos dentro del país creen que los fiscales han actuado con el objetivo de atenuar el antagonismo público en contra de un puñado de inversionistas que fueron los suficientemente hábiles para ganar dinero fácil en los mercados. Las medidas reflejan "una reacción en contra el sistema desregulado y abierto que ha provocado algunas disparidades (en los ingresos)", señaló Peter Tasker, un observador japonés que es titular de Arcus, una firma de investigaciones independiente. "El público no se está divirtiendo", indicó, y los fiscales sienten una especie de responsabilidad social y política por las disparidades. Su visión de los hechos es respaldada por un gerente de fondos japonés, quien indicó que "Japón es una sociedad muy igualitaria y hay más resentimiento que admiración por la gente que gana mucho dinero siendo astuta". Un alto funcionario de la banca nipona indicó: "en el sistema tradicional japonés había el consenso de compartir las dificultades, de tal forma que nadie se hiciera excesivamente rico o indignantemente pobre. A Japón no le gustan los ganadores que se llevan todo". Tanto Horie como Murakami eran ampliamente conocidos por las fortunas que construyeron y los suntuosos estilos de vida que al parecer llevaban, trabajando y viviendo en y alrededor de las brillantes torres del complejo Roppongi Hills de Tokio, junto a bancos de inversión como Goldman Sachs y Lehman Brothers. Ambos descollaban por su actitud desdeñosa hacia muchos de los valores del mundo empresarial local, como el consenso y la igualdad. Si bien sus partidarios los veían como modelos a seguir que habían demostrado que era posible evitar la pesada carga de una vida de asalariado, sus críticos los fustigaban por su aparente culto a Mammon y su desprecio por las normas que son consideradas el fundamento de la cohesión social de Japón. "Había una forma de hacer negocios en Japón, que imperó desde el fin de la guerra, que era casi socialista. Era muy controlada, probablemente la única economía dirigida exitosa del siglo 20", indicó el titular de un banco de inversión occidental en Tokio. "Pero a final de cuentas fracasó. Japón ha atravesado un periodo enormemente doloroso y, al salir de ese periodo, uno mira hacia atrás, a las viejas certidumbres, y dice ´eso era bastante cómodo´, y ése es el peligro". A quienes creen que los reguladores están persiguiendo a aquellos que desafían el status quo, les preocupa que someter a la vergüenza pública a personas como Horie y Murakami extinguirá la llama de entusiasmo empresarial que ellos encendieron. "Sí parece más bien como que el sistema se está reafirmando a sí mismo en contra de nuevas formas, más agresivas, de hacer las cosas", señaló un banquero occidental. "Si ello extirpara el entusiasmo empresarial del sistema, sería una preocupación". Pero existe una opinión contrastante, que lejos de ser un paso atrás, las acciones regulatorias representan un alejamiento del socialismo financiero de antaño y un acercamiento a un sistema basado en reglas en el que la transparencia y la rendición de cuentas son elementos críticos. "Es la ´Gran Lavada´", declaró Norio Nakajima, director ejecutivo administrativo de Mizuho Corporate Bank. "El sistema que prevaleció desde finales de la guerra ya no es sostenible, así que se están limpiando las cosas. Japón ya no puede sobrevivir con el viejo sistema". Un indicio de que el proceso de limpieza podría representar un alejamiento, en vez de un regreso, a las viejas formas de hacer las cosas, es el hecho de que las autoridades no se han limitado a castigar los delitos financieros realizados por jóvenes y atrevidos operadores del mercado. La Comisión de Comercio Justo de Japón, que desde hace tiempo ha sido desdeñada como el perro que no ladraba, ha lanzado una operación contra el acogedor mundo de la construcción, en el que la repartición de los contratos de obras públicas ha sido una tradición. Con una resolución antes inimaginable, la JFTC (por sus siglas en inglés) ha realizado redadas este año en contra de grandes empresas de la construcción, incluyendo Kajima y Taisei, y presentado cargos criminales en contra de grupos industriales como Mitsubishi Heavy Industries, Sumitomo Heavy Industries y Mitsui Engineering and Shipbuilding. La determinación de la JFTC de erradicar la colusión entre compañías constructoras -conocida como dango- ha provocado que muchos pesos pesados de la industria se comprometan a eliminar esa práctica y adoptar sus propias medidas de reforma. "La dango está siendo extirpada", indicó Nakajima. "Las sanciones de la FSA son otra manifestación de la Gran Lavada". El año pasado el número de sanciones impuestas por la FSA contra instituciones financieras se duplicó a 218, de 101 en 2003 y 100 en 2004. La FSA también ha impuesto sanciones más estrictas. La orden de suspensión de negocios entregada a Chuo Aoyama PwC, por ejemplo, sorprendió a la comunidad empresarial y contable, que no esperaban que la FSA tomara medidas tan severas. Chuo Aoyama PwC estará impedido de ofrecer servicios de auditorías a sus clientes importantes en julio y agosto como parte de la sanción que se le impuso por su papel en el fraude contable del grupo de cosméticos Kanebo. Sumitomo Mitsui Bank (SMBC) también recibió una suspensión de operaciones en abril, que le impide ofrecer a sus clientes productos derivados de tasas de interés en un periodo de seis meses. SMBC está siendo sancionado por abusar de su posición dominante al obligar a los clientes corporativos a comprar productos swap de tasas de interés como una condición para extender los prestamos. Aunque las sanciones han parecido ser severas, al menos en relación con los estándares anteriores de la FSA, están siendo recibidas como algo necesario para asegurar que los mercados de Japón funcionen correctamente en medio de un ambiente social y económico cambiante. "Japón está dejando atrás un sistema altamente regulado aunque al mismo tiempo bastante informal, pero los funcionarios no han establecido una estructura legal clara", afirmó Tasker. "Por lo tanto, dejaron espacio para prácticas financieras que no serían permitidas en otro lado". Esa libertad de acción quizá explique el aparente aumento en los delitos financieros. Ciertamente es un factor detrás de la caída de Horie, quien explotó las lagunas jurídicas en materia de regulación para expandir su imperio en la red de internet. Al tiempo que Japón se abre camino hacia mercados más abiertos, con normas claras y una estricta aplicación, las autoridades están tratando de cerrar los vacíos que permiten prácticas financieras cuestionables, señaló Tasker. Un importante banquero japonés añadió: "es algo bueno. Necesitan hacerlo porque Japón debe moverse hacia un sistema en el que las normas sean claras y se castigue a aquellos que rompan las reglas". Entonces, ¿qué está impulsando este cambio? Por un lado, existe un consenso de que los mercados financieros necesitan ser desarrollados para reducir la dependencia en el sistema bancario. La explosión de la burbuja económica en 1980 y la crisis bancaria posterior pusieron de manifiesto los peligros de un sistema en el que el riesgo se concentra en la industria bancaria, como es el caso en Japón. Las autoridades respondieron desregulando los mercados con el objetivo de transferir los riesgos de las instituciones bancarias a otros participantes, como inversionistas institucionales y clientes minoristas, destacó la agencia calificadora de crédito, Moody´s, en un reporte reciente. Hoy, la desregulación permite a los bancos vender productos de riesgo, como fondos mutuales y seguros anuales, además de que se pueden vender valores como agencias de los corredores. Pero esta transferencia de riesgo hace bastante difícil que haya un sistema efectivo de controles internos en las instituciones financieras para proteger a los inversionistas y castigar a los transgresores, advirtió Moody´s. Al anunciar sus sanciones contra Chuo Aoyama PwC, JPMorgan Trust Bank y Shinsei Trust Bank, la FSA destacó que existían "serios problemas en los sistemas de gobierno, control interno y cumplimiento de normas". La globalización de los mercados japoneses está generando la necesidad de una mayor transparencia y responsabilidad para atraer inversión extranjera, señalaron funcionarios de la industria. Una "democratización" de los mercados, marcada por un creciente número de inversionistas individuales, es otro desarrollo que requiere de una aplicación más estricta de las normas. El retiro de la generación de la posguerra a partir del año entrante generará un mayor ahorro destinado a las inversiones en el mercado, señaló Hiromi Yamaji, director administrativo de Nomura Securities. Tsuguoki Fujinuma, presidente del instituto japonés de Contadores Públicos Certificados, observó: "Los inversionistas individuales están participando en los mercados, por lo que es de suma importancia que las compañías declaren apropiadamente". Y añadió: "Es por eso que la FSA decidió que tenía que tomar medidas sumamente estrictas" contra Chuo Aoyama PwC. "El mercado es cada vez más complejo, en términos de tamaño, en términos de la variedad de productos que opera y en términos de los tipos de inversionistas", declaró el ejecutivo de un banco de inversión occidental. Los cambios históricos en la sociedad japonesa han tendido a ir creciendo imperceptiblemente, dijo Nakajima de Mizuho. Esta vez no será diferente, sostuvo. No obstante, "dentro de varios años, viéndolo ya en retrospectiva, se darán cuenta de que lo que está pasando actualmente es una gran descontinuidad. Es algo así como una revolución sin sangre".





