La mirada apunta hacia abajo. Son 84 metros del piso al ?columpio? donde Óscar Alonso lleva a cabo su arriesgado oficio de ?lavar vidrios en alto?. Pero en esa actividad no hay lugar para el miedo si se quiere engrosar las filas de este gremio. ?La mente domina al cuerpo y así se domina al vértigo?, se ufana.

Desde lo alto de la Torre de Cristal, en el sur de la capital, una plantilla de seis ?lava vidrios en alto?, se mueve rítmicamente al tiempo que proceden a limpiar los grandes vitrales de este inmueble de 17 pisos.

Mientras que para lavar un carro, la gran mayoría de personas gastan de dos a cuatro cubetas de agua, ellos sólo requieren de un bote que contiene 16 litros del vital liquido así como un poco de jabón especial ?industrial? para limpiar hasta 10 ventanales de 4x4 metros cuadrados.

Este oficio es altamente arriesgado, aunque no por ello es bien pagado. Ganan en promedio 200 pesos por día y aunque tienen seguro de vida de entre 50 y 100 mil pesos, la mayoría de quienes se dedican a esta labor, la cambiarían gustosos por otra donde haya un menor riesgo.

Es llamativo para algunas personas, para otras no tanto, pero el dinero que se gana ?hasta 7 salarios mínimos? hace que muchos se aventuren a incursionar en él. ?No todos aguantan, muchos vienen porque creen que es fácil llevarse 200 pesos diarios, pero al iniciar el descenso es cuando se ?echan pa?trás? al ver la de a deveras y los carros chiquititos?, explica Óscar Alonso.

Otros lo aprenden con la esperanza de practicarlo en Estados Unidos, donde esta actividad es muy socorrida y mejor remunerada. ?Yo pienso irme al ?gabacho?, donde pagan muy bien por esto?, asegura.

Empero reconoce: ?A mis 33 años ya me queda poco tiempo en el oficio, porque entre más edad se tiene mayores riesgos, como un paro cardiaco por la presión a que sometes tu cuerpo, por eso trato de ahorrar, por si no puedo llevar a cabo mi ilusión?.

Las corrientes en lo alto suelen ser mortales en ocasiones y provocan colisiones entre ellos. Por ello, las distancias que separan los ?columpios? deben ser de cuatro a cinco metros para dar margen de maniobrabilidad y así proceder a la limpieza de los vidrios.

Pero eso no es garantía de que se evitarán los ?choques?. Pues en el espacio, la gravedad provoca que el cuerpo se aligere y las ráfagas de aire los mueven cual plumas contoneándose en el vacío al caer.

Esa circunstancia se convierte en una desventaja para su trabajo. Y es que el nivel de maniobra no es el mismo que cuando están en un soporte. Es decir, un ?limpiavidrios es alto? no puede o no debe trabajar por la tarde ya que es la hora de los fuertes vientos y corre mayor peligro. Laboran de 9 de la mañana a las 17 horas.

Los accesorios de un ?limpiavidrios en alto? son variados y singulares. Deben ser seguros y resistentes: está en juego la vida. Los columpios son sujetos por cables de acero que terminan en gruesos nudos especiales que garanticen el soporte de cuando menos 100 kilos.

Otros aditamentos menos visibles pero no por ello menos importantes son los zapatos con suela de goma y una ventosa en la mano, que los sujetan al vidrio como hombres araña. Y ahora sí ¡a dejar limpios los cristales de los edificios en la ciudad de México!