Colchones reciclados, un descanso para el bolsillo
En México comprar un colchón cuesta desde 600 hasta 13 mil pesos. Con la misión de ofrecer una alternativa a las personas que no desean adquirir un colchón nuevo cuando el propio ya se deterioró, comprar uno con características especiales o bien ajustarlo a algún espacio reducido, en 1970 Sergio Antonio Alvarado fundó El Fénix, empresa familiar dedicada a la fabricación y reparación de colchones. Raymundo Alvarado Medina, uno de los propietarios de la empresa, señala que se dedican a reparar y fabricar colchones al gusto del cliente, ya sea de medidas estándar o especiales, y recuerda que en una ocasión hicieron un colchón de más de dos metros para un señor muy alto. El costo de la reparación de colchones varía dependiendo de la tela y el forro que se requiera, y va de 400 a los mil 200 pesos. "Algunas personas piensan que la reparación se hace de manera deshonesta, es decir, que compramos colchones usados a los chachareros y luego los forramos. Están equivocados", afirmó Medina y agregó que ellos sólo utilizan el armazón del resortado de los colchones viejos, lo que significa que tanto el relleno como el forro son de materiales nuevos y de calidad. La demanda del mercado obligó a El Fénix a ampliar su giro. "Cuando íbamos a reparar, los clientes nos preguntaban si también podíamos arreglar las patas de las camas u otros muebles", comentó, por lo que ahora el negocio abarca el retapizado y barnizado de muebles finos y de oficina, así como la reparación y fabricación de sillas. Lo que empezó como un taller familiar de reparación de muebles, es ahora una empresa donde laboran 26 personas, cuenta con clientes del sector privado, oficinas gubernamentales y particulares, quienes en su mayoría requieren de servicios sencillos y económicos. Cerca de los tiraderos de Iztapalapa se paga por cada colchón viejo entre 15 y 30 pesos, luego se venden a empresas clandestinas que los arreglan y comercializan hasta en 800 pesos. Camiones de basura, chachareros y la propia gente acude a vender sus colchones viejos, que se pagan según el tamaño y estado. César, dueño de un centro de acopio en Iztapalapa, dice que cuando junta 100 colchones un camión los lleva a una fábrica en Xalostoc, estado de México, donde se evalúa cada uno y se pagan entre 30 y 50 pesos, lo que a César le da una ganancia de 20 pesos. En esas fábricas "sólo se rellena y forra la estructura para venderla después como nueva a un precio 100 veces mayor", comentó. Para él su trabajo consiste en "darle vuelta al negocio", pues son colchones que compra la gente que no puede acceder a otros.
Mina de oro
La competencia que enfrenta El Fénix no se encuentra en los grandes fabricantes de colchones, sino en la recolección de colchones usados en basureros que luego se rellenan con material de baja calidad.





