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Alerta en el mundo por desempleo estructural

Octavio Rivera| El Universal
Viernes 05 de marzo de 2004

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Jeremy Rifkin, en su obra `The End of the Work`, avizora una gran agitación social

Hace cinco años, con la publicación de The End of the Work (El fin del Trabajo ), Jeremy Rifkin ubicó al desempleo estructural en el mundo como uno de los más importantes retos a superar por la especie humana. Hoy, Penguin Books consideró prudente una reedición de la obra, seguramente, al reconocer que aquella alerta del autor no es vigente, sino que ha ganado en trascendencia.

Analizando el fenómeno del desempleo en Estados Unidos y Europa y su relación con la productividad y los avances tecnológicos, Rifkin llega a la conclusión de que es necesario redefinir el rol del ser humano en un mundo en el que el trabajo físico y mental será cada vez menos requerido.

Actualmente, sostiene, más de mil millones de personas en el orbe están desempleadas o subempleadas. La rapidez con la que se engrosan las filas de esas categorías es impresionante: en 1995 eran sólo 800 millones.

Sólo EU, de entre todas las grandes economías, ha reducido significativamente el desempleo , según cifras oficiales. Pero, según Rifkin, lo ha hecho de manera tramposa.

Las estadísticas no incluyen a quienes tras perder sus seguros de desempleo, deciden ya no buscar trabajo; así, ya no son desempleados, sino "desalentados" y no entran en las estadísticas. Además, 2 por ciento de los varones estadounidenses en edad de trabajar están en prisión; la mayor fuerza laboral encarcelada del mundo.

En tercer lugar, millones de desempleados en EU fueron efectivamente reintegrados a alguna actividad, pero como trabajadores eventuales o de oportunidad (just in time ).

Millones más que antes tenían empleos de tiempo completo y gozaban de sus beneficios trabajan hoy con contratos de corto plazo o se han convertido en consultores externos o freelance .

Finalmente, dice Rifkin, el "milagro americano" se ha comprado, en su mayoría, con crédito. Hoy, según la Reserva Federal, los estadounidenses están literalmente gastando todo lo que ganan, provocando que, por primera vez desde la depresión de 1929, el ahorro de la población sea casi de cero.

Al igual que en las décadas de los 20 y 30, la revolución informática y de las telecomunicaciones, que se vivió en los últimos años, elevó notablemente la productividad de las empresas. Los beneficios, en consecuencia, aumentaron, pero éstos no fueron y no están siendo repartidos entre la clase trabajadora.

Así, lo que se genera es una sociedad sin incentivos para el consumo y una serie de industrias enfrentando una subutilización de su capacidad.

Como ocurrió a principios del Siglo XX, esa situación es afrontada hoy con una expansión incontrolable del crédito.

Actualmente, el crédito al consumo crece a tasas de 9 por ciento anual y las quiebras personales van hacia arriba. En 1994, 780 mil estadounidenses se declararon en bancarrota y en 1999 la cifra llegó a un millón 281 mil.

La proliferación desmedida del crédito provocará que millones de personas tengan que emplearse para producir los bienes y los servicios que la gente compra con esa opción. Pero lo harán con malos sueldos o sin prestaciones, ocasionando otra vez que el consumo entre en default y la economía, en una espiral descendente.

"Esconder las cifras reales, tener encarcelados a muchos hombres que podrían laborar y crear trabajos eventuales o de oportunidad mientras se extiende el crédito a los consumidores para mantener la maquinaria económica son medidas endebles y temporales que demostrarán su ineficacia para abatir los problemas de largo plazo que vienen con el desempleo estructural: el desplazamiento de los trabajadores por la tecnología", afirma.

El Siglo XXI se caracterizará cada vez más por una transición de empleos masivos a otros de élite, en la medida en que más y más trabajos en la agricultura, la manufactura y los servicios sean hechos por tecnologías inteligentes.

El asunto es que los empleados más baratos nunca serán tan baratos ni eficientes como un programa de computadora, alerta.

"En el año 2050, menos de 5 por ciento de la población mundial trabajando con inteligencia tecnológica será necesaria para producir los bienes y servicios básicos que precisa la especie", agrega el autor.

El asunto es cómo, ante el escenario que Rifkin dibuja, puede redefinirse el rol del hombre en un mundo en el que menos trabajo físico y mental se necesitará en la arena comercial.

"Debemos crear una nueva visión y un nuevo contrato sociales tan poderosos como para compatibilizar la potencialidad de la tecnología con nuestra vida. Que seamos capaces o no, determinará que experimentemos un nuevo renacimiento de gran agitación social en el siglo que empieza". Ya se verá...



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