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Análisis. Para un desarrollo incluyente, empresas socialmente responsables

Laura Iturbide Galindo| El Universal
Miércoles 03 de junio de 2015
Los mercados necesitan integridad; sin ésta, no hay confianza, y sin confianza no hay prosperidad

Las empresas son un factor de transformación social. El papel de éstas está encuadrado en lo que se conoce como “la triple línea de base”; es decir, haciendo negocios rentables pero de manera incluyente y respetando al medio ambiente.

En efecto, el importante número de países en el mundo y la prevalencia de una quinta parte de la población total en condiciones de pobreza extrema —individuos ganando 1.25 dólares diarios o menos al día—, ha creado un ambiente propicio para que otros actores de la sociedad, en particular las empresas, estén tomando un rol más proactivo para erradicar la pobreza y mejorar las vidas de millones de personas en la “Base de la Pirámide”.

Así, durante el Foro Económico Mundial de Davos en 1999, el entonces secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, desafió a los líderes mundiales para llevar a cabo un “Pacto Mundial” que junto con las empresas, agencias de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), así como la sociedad laboral y civil, se unieran para apoyar y defender los derechos humanos, estándares laborales, medio ambiente y luchar contra la corrupción. De esta manera, surge así una iniciativa voluntaria para que los diferentes actores de la sociedad se unieran a apoyar principios básicos de la responsabilidad social.

Es un hecho que en las últimas décadas, el ámbito de los negocios internacionales ha cambiado, sobre todo de forma estructural. Así, a medida que los gobiernos han avanzado en los procesos de desregulación, la interconectividad ha avanzado en forma sin precedentes; y en general ha habido una mayor generación de negocios de base tecnológica rompiendo viejos paradigmas.

Un actor importante en este ámbito han sido, sin duda, las empresas multinacionales, por su peso en el desarrollo humano, creación de valor, distribución eficiente de capital, transferencia de conocimiento y desarrollo de tecnología.

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), ha insistido en que una conducta socialmente responsable se vuelve una parte esencial en un clima de negocios cada vez más globalizado e interconectado. Siendo así que las multinacionales abarcan un gran espectro, sobre todo, legal y regulatorio, por lo que la OCDE ha desarrollado guías para dichas empresas. Estas consisten en recomendaciones para ejercer una conducta de buen vecino corporativo.

Las guías de la OCDE para empresas multinacionales abarcan un marco de conceptos y principios que representan una base de sus acciones. Incluyen una serie de políticas generales a través de marcos de referencia de actuación. Hacen un llamado a las empresas para que sean transparentes en sus operaciones y responsables en atender las demandas de información del público.

Como las empresas tienen un impacto importante sobre el espectro internacionalmente reconocido de los derechos humanos, se hacen recomendaciones sobre “protección y respeto” a éstos. Desde luego, se enfatiza la importancia de la observancia del cumplimiento de los estándares internacionales del trabajo desarrollados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

El medio ambiente es también abordado a través de una serie de recomendaciones que invitan a las multinacionales a maximizar las contribuciones a la protección del mismo, basadas en los principios y objetivos internacionales. El combate al soborno y a la extorsión es también ampliamente abordado en las guías de la OCDE, por la susceptibilidad de las multinacionales en su operación diaria.

Las guías, asimismo hacen un llamado para que estas corporaciones lleven a cabo negocios justos y prácticas de mercadotecnia y publicidad que igualen y aseguren la confiabilidad en los productos que comercializan.

Como las empresas multinacionales son los principales conductos de tecnología, así como de transparencia, la OCDE promueve y alienta las contribuciones innovadoras y el desarrollo de capacidades tecnológicas a través de estas empresas.

La organización insta a las multinacionales a cumplir cabalmente con sus obligaciones fiscales y al respeto a las leyes y regulaciones de competencia económica. Así, el papel protagonista del sector privado para contribuir al desarrollo sustentable, es innegable.

La construcción de un ambiente de negocios responsable es la única manera de una convivencia pacífica. La crisis del 2008 demostró algo fundamental: los mercados necesitan “integridad”, sin ésta, no hay “confianza” y sin “confianza” no hay prosperidad.

*Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte



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