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La problemática del servicio aeroportuario en el centro del país es más seria de lo que se ha dado a conocer oficialmente.

De acuerdo con documentación de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes contenida en el paquete que se integró para realizar el análisis costo beneficio del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), dos de las opciones que se analizaron para reducir el impacto de la saturación del actual aeropuerto capitalino no son del todo viables. Se trata de desplazar vuelos y pasajeros al aeropuerto de Toluca, y hacer uso de otros aeropuertos aledaños.

Las autoridades del sector realizaron un diagnóstico de la situación actual del Aeropuerto Internacional de Toluca que se localiza a 16 kilómetros del centro de la ciudad de Toluca y a 55 kilómetros de la ciudad de México.

Esta terminal aérea cuenta con una única pista con medidas de 4 mil 200 metros de largo por 45 metros de ancho y es la única pista en México que cuenta con un CAT III ILS (Instrument Landing System). Dicha pista cuenta con capacidad de realizar 238 operaciones comerciales diarias.

Esta pista cuenta además con cuatro calles de rodaje las cuales proporciona acceso a las instalaciones de aviación general, terminal de pasajeros y a la de carga.

La plataforma del aeropuerto mexiquense tiene una capacidad para 26 aeronaves y 16 salas de espera.

Sin embargo, el aeropuerto de Toluca ya muestra signos de saturación operativa.

Los oficios enviados a la Unidad de Inversión de la SHCP señalan que su capacidad “es limitada en comparación con la capacidad del AICM. Las principales limitaciones provienen de su localización geográfica y/o de limitantes en su infraestructura”.

El espacio aéreo, por ejemplo, tiene ciertas limitantes principalmente relacionadas con su ubicación geográfica, ya que Toluca se encuentra a 2 mil 667 metros sobre el nivel del mar; cerca del tope establecido para permitir el despegue de ciertos aviones. “Para salir de Toluca, en verano el calor reduce la eficiencia de los motores aéreos”, explica.

Otra característica crítica de este aeropuerto es el área de terreno situada al extremo este del mismo conocida como “Población el Cerillo” la cual ha sido habitada por varios años. Además existen obstáculos fijos como equipos de comunicación y grandes estructuras urbanas las cuales limitan la capacidad operacional.

En términos de número de operaciones, los resultados del diagnóstico realizado a esta terminal aérea muestran que el sistema de pista actual tiene largos tiempos de ocupación de pista debido a que la única calle de rodaje requiere un patrón de flujo de agujas de reloj (clockwise flow) para evitar conflictos entre llegadas y salidas, esto implica que el tiempo de aterrizaje sea mayor ya que es necesario despejar la pista para el siguiente despegue o aterrizaje.

Este “clockwise flow” ocasiona que el tiempo de espera sea de entre 166 y 219 segundos en lugar de los 55 que normalmente se espera, lo que reduce la capacidad de salidas y genera retrasos.

La hora pico en el aeropuerto sucede a las 07:00 horas, cuando se llegan a atender 1,396 pasajeros; 228 de llegada y 1,168 de salida.

Durante esta hora se llevan a cabo 12 operaciones aéreas, 2 de aterrizaje y 10 de despegue. “Este poco balance entre llegadas y salidas es muy común en aeropuertos que se concentran en líneas de bajo costo, aunque en este caso las instalaciones del aeropuerto cuentan con una capacidad de atención para 8 millones de pasajeros anuales”.

En 2013 el aeropuerto mexiquense recibió un millón 161 mil pasajeros lo que equivale a una utilización de 14.5% de la capacidad total anual.

Respecto al uso de aeropuertos aledaños como alternativa a la falta de capacidad del AICM, la información que se evaluó revela que “tendría un efecto negativo en la conectividad del sistema aeroportuario”.

Añade que la conectividad del sistema se vería afectada por las complicaciones que causaría el tener que hacer conexiones que impliquen la necesidad de trasladarse del aeropuerto capitalino a algún otro aeropuerto.

“El aumentar los tiempos de viaje, así como los costos de traslado, reduciría significativamente la calidad de los viajes ofrecidos lo que podría ocasionar una reducción en la frecuencia de vuelos operados y por lo tanto menores niveles de conectividad para el país.

“Por otro lado, dividir la oferta de servicios aéreos entre aeropuertos tendría también un efecto negativo para las aerolíneas que operen rutas con conexiones en la ciudad de México”, concluye.