Análisis. Política monetaria flexible ¿y la fiscal?
La baja en la tasa de interés de referencia por parte del Banco de México y la nueva publicación sobre la evolución de los indicadores cíclicos del Inegi confirman que el país requiere la aplicación de medidas de política económica que atiendan la coyuntura de desaceleración que el aparato productivo enfrenta.
Si bien es positivo que el banco central promueva una disminución en las tasas de interés también es claro lo acotado de la medida. La razón radica en que su éxito recae en la siguiente parte del eslabón financiero, en los bancos comerciales. La reducción de los réditos debe llegar a los consumidores y empresas en forma de créditos más baratos, a fin de que se propicie un mayor consumo e inversión privados, los verdaderos motores internos del crecimiento económico de corto y mediano plazo.
Por tanto es prioritario que el sistema de bancos en México genere esquemas de financiamiento más barato. El desafío no es menor, básicamente porque ello no se logró con la aprobación de la reforma financiera, hasta el momento las tasas de interés permanece en niveles similares a los registrados antes de la reforma y el mayor flujo de crédito no llega. Bajo dicho contexto podría ser erróneo esperar que ello ocurra con la reducción en las tasas de interés anunciada por el banco central.
La ausencia de una interacción más profunda entre el sistema financiero y el productivo acota el alcance de la medida adoptada por el Banco de México, lo cual lleva a plantear que la instrumentación de medidas adicionales de política económica es imprescindible, algo que cae en el terreno del gobierno federal.
El tiempo juega en contra, la parte de coincidente de los indicadores cíclicos señala la continuidad en el deterioro del mismo, básicamente por el mal desempeño de la actividad económica, la generación de empleo permanente registrado en el IMSS y la caída de la venta al por menor en los establecimientos comerciales.
En su conjunto, las variables mencionadas señalan la debilidad del mercado interno, lo cual no se resolverá con la baja en la tasa de interés, para ello se requiere una recuperación salarial y el fomento a la inversión, particularmente a la nacional. Si además se toma en consideración que la actividad industrial no tuvo una contribución positiva en el desempeño del indicador coincidente, lo que puede inferirse es la necesidad de adoptar medidas de política económica y pública que verdaderamente lleguen a las empresas y a los consumidores.
Reactivar el crecimiento económico durante el segundo semestre de 2014 debe ser una prioridad para el gobierno federal. Por ello debe adoptar medidas alternativas y complementarias a lo que ha instrumentado. Voltear a ver al sector productivo nacional para formar alianzas que tengan como objetivo al crecimiento es uno de los pasos a tomar. Sin inversión no hay aumento en la generación de riqueza, y quien realiza la mayor parte del gasto en la adquisición de nueva maquinaria, equipo y construcción es el sector privado.
Sin lugar a dudas que se requiere formalizar un mecanismo que permita fomentar la inversión privada nacional, en donde se implementen medidas de fomento y financiamiento que realmente promuevan la creación de empleo y riqueza. La banca de desarrollo debe jugar un papel más activo, es fundamental que se retome su función de apoyo a proyectos públicos y privados que permitan generar encadenamientos productivos que impulsen a las empresas nacionales.
Elevar el contenido nacional en las compras de gobierno y en las adquisiciones entre empresas privadas es otro paso a dar, así como el de garantizar la estabilidad del empleo. Todo ello no llegará, al menos en el corto plazo, con la aprobación de la parte secundaria de la reforma energética. Banco de México ha reconocido que es necesario flexibilizar la política monetaria, ahora falta ver que se hará en la parte fiscal y el gasto de gobierno.
*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.