En el pasado quedó el “Momento Mexicano”, la promesa de un país que se insertaría en el primer plano mundial ha cedido su posición al debate sobre si México se encuentra o no en recesión. Ambas posturas tienen argumentos válidos para defender su punto de vista, lo que ya representa un problema. Efectivamente la economía crece y genera empleo, sin embargo lo hace por debajo de sus capacidades, es decir la mayor parte de los mexicanos no encuentran oportunidades laborales, y hay una parte de la maquinaria y equipo que permanece ociosa. Ello es fruto de una desaceleración aceptada por la mayor parte de los analistas, el punto ahora se encuentra en si ello nos ha llevado o no a una recesión.

Antes de pasar a dicho debate, es imperativo el reconocer que lo descrito se traduce en que los primeros 17 meses del actual gobierno no han sido exitosos en la tarea de generar crecimiento económico. Si lo tuviéramos estaríamos hablando de la fortaleza del “Momento Mexicano”, de su consolidación, no de la posibilidad de una recesión.

Aquí se tiene la primera deuda que debe saldarse en el resto del sexenio: impulsar el crecimiento económico, se piensa que las reformas lo harán, algo que hasta el momento no ha ocurrido.

Además debe resaltarse otro aspecto, la precarización del bienestar económico y social continúa independientemente de quien tenga la razón sobre la recesión, particularmente para aquellas personas que cayeron en pobreza por la crisis de 2009 y para quienes ya se encontraban en dicha situación.

Algo similar ocurre para las empresas, la debilidad del mercado interno impide hacer negocios y con ello dar empleo. Aun bajo el escenario de un crecimiento económico modesto, como el que se reportará oficialmente el próximo 23 de mayo por el Inegi, durante el primer trimestre del año el comercio al por menor reflejó la precaria situación en la que se encuentran las familias mexicanas: bajo consumo de alimentos, ropa y calzado.

Lo descrito es una realidad independientemente de si hay o no recesión. Para quienes afirman que esto último ocurre el análisis del ciclo económico es fundamental, tanto el indicador coincidente como el adelantado publicados por el Inegi permiten extraer algunas conclusiones en dicho sentido. En el mercado laboral y la actividad productiva hay algunos síntomas de ello, como ejemplo se tiene al incremento en la tasa de desempleo y la recesión que se vive en el sector de la construcción.

En las manufacturas prevalecen los resultados mixtos, sin embargo y salvo en el sector automotriz enfocado a la exportación, los casos positivos exhiben un avance realmente modesto.

En el sector de los servicios se tiene un comportamiento ligeramente más favorable, pero también exhibe una desaceleración evidente, siendo preocupante el cada vez más débil desempeño del comercio y el transporte, el reflejo del mercado interno. El aumento de los impuestos debilitó la capacidad de compra e inversión en este sector.

La divergencia de opiniones encierra otra evaluación, las reformas que se han aprobado e implementado no están dando los resultados que la economía y sociedad mexicana requieren. Las reformas laboral, financiera y hacendaria han sido puestas a prueba y hasta el momento no han pasado la prueba. Toda la confianza radica en la energética, habrá que observar lo que se termina por aprobar en el poder legislativo.

¿Recesión o no recesión? ¿Es esa la cuestión de fondo? El problema de la economía mexicana es estructural, el gobierno apostó por reformas que buscan solventar tal situación, pero descuido el corto plazo y el mensaje de fondo que transmite. En la coyuntura la desaceleración se conjuntó con la pobreza e improductividad existente en el país, un llamado a reconsiderar la estrategia y el modelo económico adoptado, el cual es el verdadero telón de fondo de la situación que el país enfrenta.

*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico