Persona Pública. Capitán seguro
OPINIÓN. "Ante cualquier imprevisto, lo primero que debes hacer es que las cosas sigan caminando, o bien, navegando. Solo hay una excepción: en una despresurización. Solo tienes 10 segundos antes de perder el conocimiento, así que debes colocarte una máscara de oxígeno". (Foto: ILUSTRACIÓN BOLIGÁN )
marco.payan@eluniversal.com.mx
De pronto sintió un tirón en la palanca de navegación. El avión perdió la trayectoria y Bart estaba a punto de perder el control de la aeronave. En menos de 15 segundos, supo que uno de los dos motores no funcionaba. Tenía que concluir cuál era la avería para apagarlo y evitar, en su caso, que se incendiara. Pero si se equivocaba y apagaba el que sí funcionaba, le sería imposible navegar esa tarde sobre el especialmente complicado aeropuerto de Pachuca, Hidalgo.
—¿Qué similitudes encuentras al pilotear un avión y estar al frente de una empresa como Coface (algunos la pronuncian ,coface, otros, cofás?
—Todas. Es exactamente lo mismo.
El directivo de origen belga, como lo hace en el aire, aplica el adagio “Aviate, navigate, communicate”. Ante cualquier imprevisto, lo primero que debes hacer es que las cosas sigan caminando, o bien, navegando. “Solo hay una excepción: en una despresurización. Solo tienes 10 segundos antes de perder el conocimiento, así que debes colocarte una máscara de oxígeno”.
En Coface, la empresa líder en asegurar que los clientes paguen y mantiene los libros de las empresas proveedoras en números negros, han tenido más de una situación extrema. Se alimentan de las crisis económicas y de la incertidumbre de los mercados y, sobre todo, de los pagadores. En todas esas situaciones, se requiere alguien que delibere rápidamente y aplique decisiones para mantener el rumbo de la compañía. Ese es el papel de Bart.
Ecuanimidad
Después de aquel movimiento inesperado del avión, casi sin pensarlo y al mismo tiempo con toda la atención dedicada a ello, Bart comprobó con sus manos que las palancas de combustible estuvieran en la posición adecuada. De esta manera se aseguraba que el combustible le llegara al motor que se había apagado. No funcionó.
“Ha sido mi mejor alumno. Mucho mejor que muchos pilotos comerciales y capitanes”, me dice Fernando Curiel de Aerotex, una empresa dedicada a la aviación. Fernando se puede jactar de haber pasado muchas horas en el espacio reducido de un cockpit con el directivo de Coface, una buena manera de conocer a alguien.
Cuando lo conoció volaron en un 172, una avioneta de un motor, que le quedó claro a Fernando era algo muy básico para Bart, un piloto experimentado, así que pronto pasaron a un bimotor para sacar también la licencia de vuelo “por instrumentos” y la multimotor (que ya la tenía por Estados Unidos, pero requería una para México). “Resultó ser un estudiante muy avanzado y muy aplicado. Simplemente no tenía caso hacerlo en aeronaves chicas, así que pasamos a aeronaves más completas”.
Realmente se trataba de un capricho para que, cuando tuviera oportunidad, pudiera volar en México, el país en el que pasaría un periodo de tres años para estar al frente de Coface la aseguradora de crédito francesa. Fue durante el entrenamiento en los multimotor donde la relación de Fernando y Bart creció. Los largos vuelos iban acompañados de también largas pláticas sobre Bélgica, el país natal de Bart, pues Fernando quería recomendaciones de lugares qué visitar en aquel país. Los temas se extendían a todo lo que un tipo culto puede platicar: música, arte, comida y viajes, muchos viajes. Todo esto mientras ponía a prueba al belga en mal clima, más emergencias que le exigían más habilidades. Algo no muy diferente a estar al frente de la región de Latinoamérica de la aseguradora de crédito.
Compagnie Francaise D’assurance Pour Le Commerce Exterieur
Bart perfila la hélice de uno de los motores para ponerla en una posición que tenga la menor resistencia. Si no lo hacía dentro de los primeros 5 o 10 segundos, el avión no tendría suficiente potencia con el otro motor para sostenerse en el aire. Era un paso crítico.
“¿Qué importa el PIB? Lo que me importa es si mis clientes me van a pagar?”, es lo que cualquier CFO le dice a su CEO cuando intenta mantener los libros y los flujos saludables dentro de cualquier empresa. Las cuentas por cobrar incobrables pueden ser la falla que evite que las empresas aterricen a buen puerto a fin de mes o de quincena. Los gastos no paran: nómina, luz, agua, materias primas, etcétera.
Para eso existen los servicios de Coface, la empresa francesa te asegura que tus deudores te pagarán y si no lo hacen, ellos cubren la deuda. Es lo que permite que las empresas sigan volando, incluso en un sector de mala paga, como lo fue el año pasado la construcción (sector acerero, químico, distribución, minoristas, electrónico, cementero, entre otros). La industria lo sabe y quienes se protegieron vivieron los beneficios de la prevención.
Durante un Manco (Management Committee) de cada lunes en las oficinas de Insurgentes Sur en la ciudad de México, se reúnen los directivos que tiene a su cargo. La sala de juntas, lejos de ser extremadamente privada, está justo en la entrada de sus oficinas, a la vista de los visitantes. Aquella escena es multinacional: franceses, un argentino, mexicanos y un belga. Este belga en particular, siempre viste de traje oscuro, con el botón con el logo de la empresa.
No necesita estar en un extremo de la mesa, en una silla más grande, con una presentación frente a él o algo que muestre su liderazgo.
Simplemente las preguntas que hace, y la atención que su equipo le muestra, es prueba de que no necesita nada más. Ni siquiera requiere números precisos de sus subordinados.
A las preguntas “¿cuánto hemos vendido en tal región?”, “¿cómo ha crecido o bajado la siniestralidad?”, le basta saber la tendencia, algunos factores importantes de la economía e inmediatamente, ahí mismo, toma decisiones, las delega y su equipo ya sabe que a más tardar el siguiente lunes les dará seguimiento.
Eso sí, más por gusto que por status, en aquella mesa que podría ser un duelo de plumas, todo mundo sabe que la Bart es de una marca en especial y es fuente.
Bart vs. la burocracia
Bart checa una serie de switches eléctricos, por lo menos tres que los conoce de memoria, pues no tiene el lujo de abrir su manual ante ese motor que no funciona. Ya solo le falta una cosa por hacer para recobrar el control de aquella aeronave.
Mientras platico con él, aún muestra cierta impotencia al recordar cuando tenía que ir a la oficina de migración mexicana para solicitar un permiso especial para salir del país. Como extranjero, solo era necesario tener un documento que lo acreditara como tal por parte de la oficina de migración mexicana, pero ese papel, que tenía una vigencia de un año, tardó hasta ocho meses en ser expedido. Sí, ocho meses.
Así que estaba obligado a ir a la misma oficina de la calle Ejército Nacional, solo de 9 a 13 horas, para pedir un permiso extraordinario y poder salir del país. Bart no sabe si llorar o reír ahora que lo recuerda. Para salir tuvo que pedir permisos extraordinarios, mientras podía sacar el otro “ordinario”.
Otra anécdota ha sido una de las razones por las que, dentro de la empresa, es conocido por ser un líder para formar equipos y abrir nuevas oficinas en nuevos territorios. La prueba más dura fue en nuestro país. Después de haber abierto un banco en Singapur en tan solo tres semanas, para abrir la aseguradora en México, tardó más de dos años. La primera póliza se expidió meses después.
Mientras habla con el director de Coface en la nueva oficina que quieren abrir en Perú, Bart no duda en recordarle que, aunque tienen programado que durante este año se pueda concretar la apertura, que esté preparado para lo peor: que debido a algún trámite oculto, deba ser en varios meses más adelante.
Él lo sufrió en carne propia, cuando para abrir la oficina de México, le pidieron entre otros papeles, un certificado que mostrara sus lazos sanguíneos. Tuvo que viajar a Bélgica ex profeso para intentar conseguir tal documento. Allá estaban más sorprendidos que él, así que regresó con las manos vacías. Después de más negociaciones pudo abrir la oficina mexicana, desde donde maneja a toda Latinoamérica. “Venía por tres años y me quedé más de 10”.
Aviate, navigate, communicate
Por fin identificó el motor que había fallado, y se aseguró de que estuviera totalmente apagado. Se disponía a seguir volando con un solo motor, cuando Fernando le confesó, no más de 20 segundos después de la emergencia, que él había apagado el motor como una prueba.
Aunque no lo mostró, Bart sí había estado nervioso. Aquella práctica lo tomó por sorpresa y aún así lo resolvió en cerca de 15 segundos. El complejo procedimiento tenía que hacerlo en cierto orden y rápidamente. Y así lo hizo.
Generalmente, cuando es una sorpresa, el instructor debe tomar el control y le explica qué es lo que se debió hacer. Aquel día sobre Pachuca no fue necesario. Bart reaccionó como si tuviera el libro enfrente y lo resolvió en 15 segundos. Fueron 15 segundos de silencio, relativamente complejo y todo lo hizo desde la primera vez muy bien.
No era necesario saber que para su otro hobby, el buceo, la disciplina y dedicación fue similar. Su porte y su carácter también le han servido para otras situaciones que para muchos pueden ser igual o más escalofriantes: hablar en público... y en otra lengua que no sea la natal.
Aunque todo el tiempo habla en español en México, en declaraciones ante la prensa (siempre con analogías curiosas para explicar la economía), en el restaurante (carne tártara es de lo que prefiere pedir, o huevos pochados en el Mosaico Bistrot), en la vida diaria (como cuando habla de la desaparición del “triple seven” de Malaysia Airlines, no es un castellano perfecto. Eso no lo detiene para pararse frente a cientos de personas en el anuncio de la calificación riesgo país que su empresa le dio a México en el Hotel Marquis, en Paseo de la Reforma.
Y si no tiene tiempo para prepararlo, tampoco lo impacienta. En una fiesta de despedida en la oficina de Brasil, no sabía que tenía que entregar un regalo para un directivo de riesgo. No titubeó, lo hizo en español con algunas palabras en portugués y aquello fue tomado por los brasileños como un muy buen detalle.
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Quizá sí hay una diferencia importante entre pilotear un avión y manejar una empresa como Coface con 429 empleados, que cada año ha doblado su número de pólizas de millones de dólares. Cuando salgo de su oficina y cierro la puerta, se acerca a ella y la abre de nuevo: "Open door policy", me dice, un lujo que no puede tener cuando está más de 8 mil pies de altura.