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"Hubo bajo crecimiento, pero hay mejores perspectivas para AL"

Rogelio Cárdenas Estandía / Enviado| El Universal
Martes 09 de diciembre de 2014


PREVISIÓN. Rodrigo Vergara Montes asegura que aunque Estados Unidos sigue siendo la principal potencia económica mundial por el tamaño de su economía, su impacto geopolítico, financiero y el dólar sigue como la moneda de transacción por excelencia, el ascenso de China es relevante para la economía mundial. (Foto: MAURICIO NOLASCO / EL UNIVERSAL )

El alza de tasas en EU y el crecimiento de China marcarán a la región, asegura el funcionario chileno

rogelio.cardenas@eluniversal.com.mx

SANTIAGO DE CHILE.— Rodrigo Vergara Montes, presidente del Banco Central de Chile, detecta tres focos rojos para América Latina en 2015: el alza de las tasas de interés que se espera por parte de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos; el precio de los commodities y el crecimiento de China.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el funcionario chileno explicó que si el proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos se da de forma gradual, no habrá mayores problemas; sin embargo, advirtió que si el aumento se da más rápido de lo esperado en la tasa de interés de largo plazo, habrá un escenario de riesgo.

Sobre los peligros derivados del precio de los commodities, dijo que la región depende en gran parte de estos bienes, por lo que la baja en el precio de materias primas como el petróleo y el cobre provoca diferentes grados de afectación en América Latina.

Otro riesgo, agregó, es el crecimiento económico de China, que muchos analistas creen que disminuirá. Este factor pesa, sobre todo en países como Chile, cuya cuarta parte de sus exportaciones tiene como destino a la nación asiática. “Chile es productor de cobre y China el principal consumidor de cobre”, ejemplificó Vergara Montes.

¿Los bancos centrales de América Latina se encuentran preparados para enfrentar una eventual alza de las tasas, debido al retiro de los estímulos en Estados Unidos?

—Esta alza de tasas de interés de la Reserva Federal ha sido bastante anunciada, por lo que de alguna forma uno podría decir que nos debiéramos haber preparado. Es difícil argumentar que nos agarraron desprevenidos, porque no hay una sorpresa.

Aun así, debemos tener claro que naturalmente hay cierta incertidumbre respecto al porcentaje y a la velocidad del aumento. El mensaje de la Reserva Federal es en cierto grado tranquilizador, pero evidentemente la situación puede ir cambiando, y puede ser más rápido de lo que esperamos y afectar a la región de todas maneras.

Así, por ejemplo, si el aumento de tasas de interés de largo plazo es bastante más fuerte que lo que muestran las tasas de mercado, y si se da un escenario de descompresión de premios por plazo, puede producirse un proceso de venta de documentos del Tesoro y eso causar un aumento aún mayor en las tasas de interés, lo que tendría un efecto sobre las economías de América Latina y del mundo en general.

Con relación a Chile, ¿qué medidas tomaron para prepararse?

—Existe una preocupación respecto a este evento, porque hemos vivido muchos años con tasas de interés extraordinariamente bajas, (pero) lo que estamos hablando aquí es de una normalización, no creo que necesariamente tenga que ser visto como algo negativo. De hecho, si uno lo piensa, ¿por qué la tasa de interés estaría subiendo? Porque la economía estadounidense está en una mejor posición, porque ha estado creciendo, porque su tasa de desempleo está bajando, y eso es una buena noticia para el mundo emergente, para América Latina y especialmente para los países que comercian más con ellos, como México.

Desde una perspectiva de mediano plazo es una buena noticia, pero hay un efecto a corto plazo que es de incertidumbre, de mayor volatilidad en los mercados, de aumento del costo de financiamiento, que naturalmente puede ocasionar estrés en algunas economías de la región. Como es un proceso que ha tomado bastante tiempo, evidentemente aquellas economías que tienen un nivel de deuda razonable, que probablemente han tenido cierta depreciación cambiaria, cuyo déficit externo también está en niveles razonables, van a estar mejor preparadas que otras que no han hecho estos ajustes. En todo caso, en términos generales en la región, gran parte de las economías ha hecho estos ajustes en mayor o menor medida.

Con el aumento de tasas de interés, ¿mucho del capital especulativo va a salir de economías emergentes y se va a ir a Estados Unidos?

—Es correcto. Hay distintas políticas u opciones para suavizar esos movimientos. Hay países que deciden intervenir en los mercados cambiarios para evitar fluctuaciones muy fuertes en el tipo de cambio, es una estrategia válida y, en general, tienen reservas internacionales bastante amplias.

Hay otros países, como el caso nuestro, que consideramos que el mejor mecanismo de ajuste es el tipo de cambio; entonces, dejamos que se deprecie, y de hecho, el tipo de cambio de Chile en los últimos 20 meses se ha depreciado en torno a 25%. En Chile consideramos que la depreciación cambiaria es lo esperable y óptimo en el sentido de que esta variable debe ajustarse ante un escenario externo menos positivo.

En el caso específico de Chile, ¿de qué magnitud será la salida de capital?

—Hemos tenido algunas salidas. En todo caso, la mayor parte de los flujos de ingreso que hemos tenido en los últimos años ha sido asociada a inversión extranjera o flujos de largo plazo. También debo destacar que no hemos tenido un boom de crédito, ni desajustes significativos en términos externos. De hecho, hemos realizado un ajuste muy fuerte de la cuenta corriente; teníamos un déficit de 4% del Producto Interno Bruto (PIB) un año atrás, y hoy está más cerca de 1%.

¿Qué tan útil ha sido el G-20 para realizar los cambios que se necesitan? Algunos analistas dicen que no ha tenido la fuerza suficiente para aplicar las modificaciones que se han planteado.

—Han ido actualizando la regulación financiera hacia estándares que pensamos que son más razonables desde el punto de vista del mediano y largo plazos. Por supuesto, es un proceso que de alguna forma recién comienza y hay mucho todavía que mejorar para llegar a estar seguro de cuáles son las mejores prácticas en muchas áreas. No obstante, creo que de alguna forma hay un proceso positivo, se tiene que seguir moviendo en esa dirección, y creo que el G-20 ha cumplido un rol, me parece, dentro de la línea correcta.

¿Usted considera que se le debería hacer algún cambio al Fondo Monetario Internacional o al Banco Mundial, para que pueda fortalecerse el sistema económico mundial?

—Hay temas de los organismos financieros multilaterales que no han sido resueltos y una cosa muy relevante; por ejemplo, es el aumento de cuotas del FMI y una mayor participación de las economías emergentes más acorde a su peso relativo actual en la economía mundial. Hemos visto problemas serios en poder llegar a acuerdos internacionales, y creo que la arquitectura financiera internacional tiene que ir tomando crecientemente en cuenta los cambios que se van produciendo en la economía mundial, y en eso ha sido más lento.

No obstante, creo que el FMI ha actuado con relativa rapidez después de la crisis, ha tomado varias iniciativas en el sentido de apoyar programas en una cantidad importante de países en problemas, a la vez que ha flexibilizado sus recomendaciones de política. También ha impulsado iniciativas que van en la dirección de dar seguros antes que se produzca algún problema, y no sólo asistencia después de estos.

Considera usted que el FMI, dentro de todas estas crisis que hubo en toda la región, ¿fue más duro con los países latinoamericanos que con los europeos?

—Lo que tengo claro es que el FMI ha ido cambiando su prescripción de política y su visión de cómo deben realizarse los procesos de ajuste en economías con problemas. La principal prescripción de política del FMI hace 15 años era de ajuste fiscal muy fuerte, mientras que hoy es bastante más gradual. Ha cambiado también su visión sobre el manejo de los flujos de capital. Ha habido un cambio en la visión de cómo enfrentar estas crisis y, por lo tanto, lo que uno observó de la acción del Fondo, en lo que fue la crisis asiática o algunas crisis de América Latina, es distinto a lo que se ve en el manejo de las crisis actuales.

¿Cuál es su perspectiva económica para 2015, tanto para la región como para Chile?

—2014 no fue un buen año para la región, fue un año de bajo crecimiento, apenas por arriba de 1%. La región del mundo donde más se han ajustado las proyecciones de crecimiento ha sido precisamente América Latina. Es una región que, en gran parte, depende de commodities, cuyos precios han estado bajando. Recordemos que hubo una inversión en commodities bastante fuerte, que se ha moderado; por otra parte, condiciones financieras internacionales, que si bien siguen siendo positivas, son algo más estrechas de lo que había tiempo atrás.

En algunos países hubo booms de crédito y de precios de activos que se han empezado a moderar. En general, se trata de un periodo de bajo crecimiento para la región, pero con algo de mejores perspectivas, aunque no demasiado, para el próximo año.

Para el próximo año, ¿cuáles son los focos rojos que detecta? ¿Podemos decir que el petróleo?

—Uno es cómo evoluciona el proceso de normalización de la política monetaria en Estados Unidos; si es algo gradual como todos esperamos, no va a pasar nada, y en el largo plazo es algo positivo de todas maneras. Pero si hay mucha volatilidad, aumento más rápido de lo esperado en la tasa de interés de largo plazo, evidentemente ahí vamos a tener un escenario de riesgo.

Otro escenario se relaciona con el precio de los commodities. Una baja en el precio de petróleo para el caso de México, Ecuador, Colombia y otros es negativo, pero para Chile es positiva; una baja en el precio de los metales para Chile es negativa. Tenemos un escenario donde hay un ajuste en el precio de commodities con diversidad de países, pero en general afecta la región.

Y otro riesgo es lo que pase con China. Hay países para los cuales China es muy importante, y Chile es uno de ellos. En el caso del cobre, Chile es productor de cobre y China el principal consumidor de cobre.

China ha sido el motor del crecimiento mundial durante muchos años, y hay dudas de si podrá mantener este crecimiento sobre 7%. Hay tres focos de riesgos que es importante monitorear. Además, por cierto, cada país tiene sus propios temas.

La expectativa de muchos es que en el corto y mediano plazos, China podría superar a Estados Unidos como potencia económica. ¿Prevé un nuevo orden económico en el mundo?

—Según el FMI, China ya es una economía mayor a la estadounidense si se mide su PIB a paridad del poder de compra (PPP). Es un fenómeno que naturalmente es importante y tiene implicaciones desde el punto de vista del orden económico mundial, e implica que tiene mayor voz en los foros económicos mundiales.

Estados Unidos sigue siendo la principal potencia económica mundial desde el punto de vista del tamaño de su economía (medido en dólares corrientes), de su impacto geopolítico, financiero, el dólar sigue siendo la moneda de reserva y la moneda de transacción por excelencia, pero el ascenso de China es un tema muy relevante en la economía mundial.

¿Se deben empezar a preparar las distintas economías ante el escenario en que pudiera cambiar la relación de quién es el más poderoso, económicamente hablando?

—Todos esperamos que sea una transición sin mayores efectos negativos. Los países de alguna forma se han ido adaptando. Pensando en el caso de Chile en 1990, China recibía 1% de nuestras exportaciones, hoy es 25%, así ya nos hemos ido adaptando.

Desde el punto de vista global, es una buena noticia tener una economía del tamaño de China. Sabemos que no puede seguir creciendo a sus tasas actuales para siempre, pero sí sabemos que ha sido un motor importante en la economía mundial, que lo sigue siendo, y que ha beneficiado a todos. Me parece algo positivo.

Los mecanismos con los que cuenta la política de su banco para impulsar el crecimiento de la economía, ¿son suficientes?

—Los bancos centrales cuentan con los instrumentos para hacer políticas anticíclicas, no para producir cambios de tendencia o de largo plazo en el crecimiento. Estos últimos tienen que ver con políticas estructurales o políticas microeconómicas que vayan a incrementar la productividad.

En el caso de Chile, nuestro objetivo es la estabilidad de precios, esto es cuidar la inflación, para lo cual se hace una política monetaria contracíclica que suaviza el ciclo económico. De hecho, desde octubre del año pasado hemos bajado la tasa de interés de política monetaria en 200 puntos base, precisamente debido a un escenario de desaceleración económica.

Se ha dado el debate, sobre todo en algunos países, de que los bancos centrales sólo cuidan la inflación, y que dentro de su mandato constitucional deberían de velar también por el crecimiento.

—A mí me parece que está bien un mandato de inflación. Hay un instrumento único que es la política monetaria y un objetivo que es la inflación. Esto no significa que no se preocupen del crecimiento, ya que para lograr ese mandato de inflación se requiere hacer política para suavizar el ciclo económico, lo que significa que el periodo de bajo crecimiento hace política monetaria más expansiva que tiene efecto sobre la actividad económica.

No obstante, el crecimiento de largo plazo, que tiene relación con la acumulación de capital físico, de capital humano y la productividad, es un tema que queda más allá de las posibilidades de un banco central.



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