Primer informe: ¿Recesión o desaceleración?
El gobierno federal tiene razón al argumentar que México no se encuentra en recesión, una revisión objetiva de los indicadores macroeconómicos no permite aseverar tal cosa. En realidad lo que el país enfrenta es una desaceleración industrial que se agudiza y comienza a transmitirse a otros sectores de la economía. Lo que de ello se puede inferir es que de mantenerse dicha tendencia la desaceleración podría transformarse en un letargo mayor de la economía, en una verdadera recesión.
La actividad productiva nacional tiene resultados mixtos, hay sectores que tienen resultados negativos, como el de la construcción y el textil, y otros que aún mantienen cifras positivas, particularmente aquellos vinculados con los servicios.
El mercado interno nacional, aún con pobreza, es la última defensa de la economía cuando las exportaciones pierden vigor, en un país de 117 millones de personas hay requerimientos mínimos que deben cubrirse. México aún mantiene un desempeño positivo en variables internas como el consumo y ello explica por qué no se puede hablar de recesión, aún.
La generación de empleo es débil, pero sigue presentándose. A nadie satisface que entré mayo y julio pasados se hayan registrado menos de 15 mil nuevos trabajadores en el IMSS, se necesita mucho más, sin embargo ello no marca una recesión lo que indica es una profunda desaceleración. El aumento en la tasa de desocupación no ha incidido en una variación al alza en su tendencia, ello ocurrirá si se comienzan a perder empleos. El problema actual es una elevada insuficiencia para crear el número suficiente de plazas laborales que los mexicanos requieren.
La cuestión sobre si el país se encuentra en recesión o en desaceleración no es algo de semántica, en realidad sus implicaciones son distintas y tienes implicaciones de política económica relevantes. Diferenciarlo es trascendental en un momento en el que se diseña el presupuesto del 2014, cuando se tiene en el congreso una serie de reformas por debatir y cuando esta por presentarse una propuesta de modificación hacendaria.
El llamar a las cosas por su nombre es fundamental para tomar decisiones acertadas. Un error fue que el gobierno y muchos subestimaran la desaceleración registrada en las manufacturas de EU durante el segundo semestre del año pasado, pero también lo es indicar que el país se encuentra en una contracción económica generalizada, es decir en una recesión.
Si bien la posibilidad de evitar que la actividad productiva se dirija a terrenos todavía más adversos depende, en gran parte, de factores externos (Estados Unidos) ello no implica la ausencia de oportunidades para aplicar políticas anti-cíclicas, así como de evitar la entrada en vigor de otras que perjudiquen a empresas y ciudadanos (como aumentar impuestos). Una propuesta más contundente sería la de implementar un nuevo modelo económico que genere crecimiento en función del mercado interno, ir más allá de las llamadas reformas estructurales.
El diseño del nuevo presupuesto y la ejecución del actual deben mantener el avance de los sectores que tienen crecimiento, así como evitar la pérdida de empleo. En una recesión el mercado de trabajo sufre por la contracción del número de empleados que tienen las empresas, y ello afecta al consumo. En estos momentos esa fase del ciclo no está ocurriendo de manera generalizada y se puede evitar con políticas adecuadas.
En su primer informe de gobierno el presidente tendrá la oportunidad de reconocer aquello que debe corregirse, de presentar una verdadera política industrial y plantear un programa contingente contra la desaceleración. De no hacerlo perdería la oportunidad de evitar lo que algunos piensan que ya ocurre: una nueva recesión.
*Director del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey