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El Imperial Reforma: un hotel con historia

El Universal
Domingo 29 de octubre de 2000
Si las paredes hablaran...

Qué tienen en común el emperador Maximiliano, Frida Kahlo, ?Cantinflas?, Orson Wells y Venustiano Carranza?

Que todos ellos, como otras grandes per sonalidades de la historia, la política y el arte, dejaron su huella y parte de sus ideales impregnados en las mismas paredes... las del Hotel Imperial Reforma..

Tres siglos de esplendor: su construcción de arquitectura francesa, que vino a iniciar la era de los rascacielos en nuestro país, se llevó a cabo en el año de 1896 a instancias del entonces presidente de México Porfirio Díaz, quien encabezó su inauguración en 1904.

El edificio del Hotel Imperial Reforma ha sido testigo mudo de los sucesos más relevantes de nuestro país, a lo largo de tres diferentes siglos...

Su esplendor contribuyó a enriquecer la activa vida social y cultural de principios de siglo. De manera majestuosa, el Hotel Imperial Reforma se convierte en el sitio favorito de grandes personalidades. Adelantándose a su época, el Imperial Reforma incluyó dentro de sus servicios al público un club nocturno, hasta entonces inexistente en otro hotel, convirtiéndose así en pionero en su ramo.

Fuente inspiradora: en la década de los 30, el prestigiado director de cine Sergei Einsenstein se hospedó aquí, donde encontró el ambiente y la inspiración necesarios para realizar los primeros bocetos de su famosa película ?¡Qué viva México!? Sede oficial de embajada: más tarde, en 1937, este importante edificio fue sede diplomática, por lo que por primera y única vez en su historia no brindó servicios hoteleros.

Resurge el esplendor: en 1956 fue remodelado, respondiendo a las necesidades de modernidad que exigía la época, se le acondicionaron locales comerciales que pertenecían a importantes personajes del México de esa época; adquirió el nombre de Francis.

Monumento histórico: el imponente edificio del Hotel Imperial Reforma es un monumento histórico representativo del señorío de la ciudad de México, y por su invaluable belleza arquitectónica sorprende y recibe al visitante con el esplendor que lo ha caracterizado siempre.

De México para el mundo: pero si su espléndido exterior impone, su interior sobrecoge...

Y es que en cada una de sus habitaciones se ha planeado hasta el último detalle. En ellas todo es armonioso. Equilibrio perfecto entre sobriedad y confort; elegancia y modernidad, tradición y vanguardia.

Este ambiente relajante y cálido, aunado a su estratégica ubicación, cerca de los grandes centros empresariales y culturales, y al trato absolutamente personalizado que brinda, han convertido al Imperial Reforma en el hotel favorito de los visitantes distinguidos, tanto de negocios, como de placer.

En la actualidad, cuenta con un reconocido grupo de profesionales expertos en el área de hotelería, cuyo objetivo principal es hacer sentir a sus huéspedes como ellos se merecen y están pendientes de cada una de sus necesidades y superando todas sus expectativas, lo que lo ha posicionado como un hotel único en su categoría.

Su cafetería La Cúpula de Oro es una joya... una auténtica galería fotográfica, donde se exhibe una valiosa colección de imágenes del hotel y sus alrededores, a través de 100 años de historia. En ellas se aprecia el Paseo de la Reforma, antes Paseo del Emperador, tal como lo sugirió el emperador Maximiliano: una copia de los Campos Elíseos que enmarcaba su camino del Castillo de Chapultepec hacia la ciudad de México.

Su restaurante Gaudí, sin duda uno de los mejores del país, es otro de los grandes atractivos del hotel y ofrece un verdadero arte gourmet español, cuya especialidad, la comida vasca-francesa, es un auténtico deleite al paladar.

Por todo esto y más el Hotel Imperial Reforma es, hoy por hoy, y será siempre, un legado de México para el mundo...



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