El escritor y científico alemán Goethe dijo alguna vez: “Con los años, el rostro de un hombre se consolida, el de una mujer se desploma”.

Desafortunadamente, además de ser una absoluta grosería para las mujeres, estas palabras describen un proceso real, pues con el paso del tiempo el rostro de la mujer pierde firmeza y turgencia.

Este proceso de envejecimiento natural se acentúa con la llegada de la menopausia, que ocurre alrededor de los 47 años, pues desciende dramáticamente la producción hormonal.

La doctora Rosa María Ponce, jefa del Servicio de Dermatología del Hospital General de México explica que durante esta etapa, la piel pierde densidad y, en consecuencia, el rostro comienza a perder su identidad.

El cruel proceso

La especialista explica que la disminución de estrógenos tiene como resultado que la piel se torne áspera.

También se presenta una producción desordenada de melanocitos, lo que puede ocasionar la aparición de manchas en la epidermis.

“Además disminuye el ácido hialurónico y las fibras elásticas, lo que aminora el soporte de la piel, ocasionado más arrugas y el descolgamiento de los tejidos”, señala la experta.

Por otro lado, el descenso de progesterona ocasiona que baje la producción de colágeno, que causa resequedad, opacidad y pérdida de la cohesión entre la dermis y la epidermis”, puntualiza.

Para contrarrestar esta situación, la dermatóloga recomienda utilizar productos cosméticos-médicos que redensifiquen la piel desde su interior como el Neovadiol, de Vichy.

Otro producto especializado para tratar la piel durante la menopausia es Agex Soy, de laboratorios Schering-Plough. (Claudia Ramírez)