El misterioso Lorenzo Zambrano
Soltero, de 63 años, con una fortuna tal que le permitió ofrecer hace poco algo más de 15 mil millones de dólares (unos 152 mil millones de pesos) para comprar una cementera australiana y de este modo, ubicar a su compañía, Cemex, como la número uno del mundo en producción de concreto y la tercera, de cemento, Lorenzo Zambrano vive protegido tras los muros de la discreción. Poco afecto a las vanidades de los círculos sociales, tiene sin embargo un grupo selecto de amigos entre los que se cuentan los miembros de la familia real de España. Por eso, cuando el príncipe Felipe y su esposa, Letizia, realizaron una visita oficial a Monterrey en el 2004, el ingeniero Zambrano fue uno de sus anfitriones. Un tanto excedido de peso (cosa que no le preocupa demasiado), el industrial habita una casa búnker con el estilo de las villas italianas y techos de teja roja enclavada en una pendiente de la Sierra Madre Oriental en el municipio más rico de México: el de Garza García, en Monterrey, su tierra natal. Aficionado a la jardinería, algunos de sus vecinos aseguran haberlo visto en su jardín, cuidando sus plantas. Eso lo distrae de los problemas que debe resolver en Cemex, una de las contadas empresas globales mexicanas. El ingeniero Zambrano tiende a ser un hombre solitario. Aunque no demasiado, porque en la capital neolonesa tiene una amplia red familiar. Por parte de su madre, doña Alejandrina Treviño de Zambrano, está emparentado, por ejemplo, con los Sada González, dueños del grupo Vitro. Por lo demás, está muy unido a los suyos. Recordó alguna vez: "La familia vivía muy cerca, en tres casas pegadas: la de nosotros, me refiero a mis padres y hermanos; a un lado, la de unas tías abuelas solteras, y en la siguiente casa, en la esquina, mi abuelo.





