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La cultura francesa en Canadá

Guillermo Olvera Arce| El Universal
Sábado 08 de abril de 2000

ALa infiltración de la cultura francesa en el continente americano se logra a medida que la colonización progresa.

Fue durante el siglo XVI cuando la colonización de América empezó, y aunque no en todos los países se dejó sentir al mismo tiempo, ni con la misma intensidad, Francia influyó en ellos; directamente en sus colonias, por medio de los misioneros cuya labor no fue solamente de índole religiosa sino también cultural, y de los propios colonizadores que traían consigo costumbres y métodos de vida de su lugar de origen. Indirectamente, Francia llevó su influencia a las colonias españolas y portuguesas por medio de los misioneros, los que aún no siendo de origen francés habían visto y sentido la influencia gala, en su países durante el renacimiento.

La Francia transportada a América se puede sentir en cualquiera de sus manifestaciones política, religiosa y artística, con algunas ligeras o profundas modificaciones debidas a la intervención de otros países extranjeros, situaciones políticas internas, niveles económicos diversos, situaciones geográficas, influencias climatológicas, distintos problemas raciales, etcétera que han influido en los distintos países del continente americano.

De estas modificaciones tenemos vivos ejemplos; en Canadá, la arquitectura colonial francesa, tal como se encuentra en Quebec se fundamenta en el estilo que imperaba en el siglo XVII en el norte de Francia. Las primeras casas fueron de madera, se edificaron para que sirvieran como centros de comercio por los primeros exploradores de la comarca (Morada de Desmonts, Port Royal, 1605; Morada de Champláin, Quebec, 1608). Con el clima y las condiciones de vida se modificó la tradición original y produjeron una verdadera arquitectura canadiense, las primeras casas se conservan (presbiterio batiscano de 1669, granja San Gabriel de 1698) con paredes altas con caballetes a cuatro aguas, a la manera del ?Pavillon? francés. Casa Villaneuve, 1648, bahía de San Pablo, 1718.

Las cubiertas abocinadas, los amplios alerones y las galerías de las cabañas de Quebec, se cree fueron introducidos en la última mitad del siglo XVII. Parece ser también que procedían tales elementos de los poblados franceses del valle del Mississipi, los cuales los tomaron a su vez de los poblados españoles del golfo.

Entre los primeros colonizadores de Canadá había hábiles artesanos; en una procesión celebrada en 1648 estuvieron representando 12 gremios y, en 1668, se fundó en el seminario una Ecole des arts et métiers , en la que se enseñaban la arquitectura, la escritura y el decorado.

Las primeras iglesias existentes proceden de 1730, el santuario está decorado con tallas de madera y suelen tener una estructura arquitectónica de columnas Corintias, entre los cuales se encierran entrepaños con trofeos, guirnaldas de flores y frutos, nichos y estatuas. El estilo es Luis XIV o Luis XV, pero con la libertad de interpretación del estilo colonial. Este tipo de decoración se mantuvo en la Canadá francesa hasta mediados del siglo XIX.

En 1690, Jacques Le Bland de Latour, arquitecto, escultor y pintor de Burdeos, enseñaba escultura en el seminario, y en Montreal Charle Chaboillez y Paul Jourdain, apodado Labrosse, tallista francés, trabajaban en 1701. De ellos proceden los grandes tallistas del siglo XVIII y comienzos del XIX, los Vasseur, Pierre Emond, la familia Baillargué, Luis Quevillon y sus asociados, y muchos otros cuyas obras pueden hallarse en toda la provincia.

La mayoría de las construcciones sirven para comparar las distintas influencias colonizadoras. Durante la mayor parte del siglo XIX y principios del XX la mayoría de los edificios del Canadá eran construidos por arquitectos franceses, ingleses o estadounidenses, pero hace ya algunos años que Canadá ha empezado a tener sus propios constructores. Muchos de ellos hicieron sus estudios en Estados Unidos y llevan consigo una nueva versión de las Bellas Artes.

Empezando por los establecimientos de Port Royal y Nova Scotia, en 1605, y Quebec, en 1608, la colonización francesa se extendió a través de dos zonas principales: Acadia en la costa Atlántica y Nueva Francia, a lo largo del río San Lorenzo. La cultura material de la Acadia fue virtualmente aniquilada cuando los residentes de esa comarca fueron expulsados por los ingleses, en 1755. Como consecuencia de esto, las creaciones del arte colonial francés proceden casi exclusivamente de la llamada Nueva Francia, hoy provincia de Quebec.

La historia activa del arte canadiense francés puede decirse que empieza con la fundación del convento de las Ursulinas de Quebec, en el año de 1639. Varias de las monjas de esa orden eran celosas practicantes y maestras del arte del bordado con hilos de oro y plata, combinados con sedas coloreadas y piedras semipreciosas, dieron a sus obras una maestría, los rítmicos arabescos de los floreados franceses parecen haber inspirado los esquemas decorativos que se usaron en algunos bordados indios.

Uno de los resultados de la iniciativa del padre Laval fue la producción de una gran cantidad de tallas en madera y esculturas destinadas al servicio de la Iglesia. Comenzando con Le Blond de Latour, uno de los artistas que integraban el grupo que emigró a Cap Tourmente, esta corriente se mantenía activa dos siglos y medio más tarde, representada por Louis Jabin, muerto en 1928. Y muchos otros maestros pusieron una solícita atención en la decoración de altares, retablos, tabernáculos y otros objetos eclesiásticos, estatuas de madera de la Virgen y de varios santos fueron tomando forma bajo los cinceles, para acabar siendo decorados por la policromía del pintor y en parte sobredoradas. El resultado lo podemos ver en los retablos en Les Eboulements.

Como podía esperarse también los plateros de Quebec dedicaron sus mejores esfuerzos a la producción de cálices, custodias y otros objetos litúrgicos. Entre los maestros de la platería sobresalieron Paul Lambert (1691-1749), Francois Ranvoyzé (1739-1819), y Laurent Amiot (17641839). Una hermosa ornamentación repujada y una bella simplicidad en la línea, que se puede comprar con las del Viejo Mundo.

Los especialistas que han estudiado profundamente este periodo distinguen en los varios productos de las diversas artes cambios graduales de estilo, que iban siguiendo a distancia la sucesión de influencia periódica del arte europeo. Las primeras obras se hallan bajo la influencia del estilo francés predominante Enrique IV, cambiando luego hacia las floridas y suntuosas maneras barrocas, que más tarde cediera el puesto al estilo neoclásico.

Colecciones importantes del primitivo arte canadiense francés pueden apreciarse en Quebec, en el convento de las Ursulinas, en el hotel Dieu y el hospital general; en el museo de la iglesia de Nuestra Señora, en la Congregación de Nuestra Señora, y en el hospital general de Montreal, las misiones indias de Loreto y Caghnawaga poseen asimismo, importantes colecciones del arte francés en Canadá.



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