Durante su infancia, Antonio Cosío vivió en la calle de Campos Elíseos, pasó la adolescencia en las Lomas de Chapultepec. Cursó la primaria en el Instituto Irlandés, la secundaria en el Trinity College School de Toronto y se graduó de ingeniero industrial en el Campus Guadalupe del Tecnológico de Monterrey, en la zona metropolitana de esta capital.

A los 21 años, tras terminar la carrera, Antonio Cosío hijo entró de lleno a las empresas familiares. "Mi papá nos cuenta me dio a escoger el área que me gustaría manejar. Me decidí por la fábrica de toallas La Josefina porque era a la que más afecto le tenía. De niño me la pasaba en Tepeji del Río, donde ha estado toda la vida. Me gustaba mucho ir allá. Era mi lugar predilecto de fin de semana. Es más: cuando nos portábamos mal, el castigo era no llevarnos a Tepeji. Íbamos toda la familia, era una convivencia muy padre, un lugar muy especial donde jugábamos con los hijos de los empleados de la casa y de la fábrica. Ahí crecimos. Teníamos caballos. Ahí empezábamos a montar conforme con las edades. Éramos muchos primos. Siempre le he tenido mucho cariño a ese lugar por la convivencia familiar que existía".

Poco a poco, Antonio se involucró en otros negocios de la familia. "Empecé a manejar los hoteles; al principio, por necesidad porque formaban parte del grupo. Pero ahora ya estoy 100 por ciento involucrado. Te puedo decir que me gusta muchísimo".

Logros y proyectos

"Mi primer logro importante en el ramo textil fue introducir una línea doméstica de toallas La Josefina, antes sólo manejábamos el mercado industrial. Ahora, las encuentras en Sears, en Palacio de Hierro, en Liverpool... son de muy alta calidad... en el ramo hotelero, estoy muy orgulloso de la remodelación del hotel de Huatulco, antes Club Med.

Lo recibimos en condiciones deplorables. Fue una labor titánica de logística: transformamos el hotel en un corto tiempo, de algo inhabitable a un hotel de cinco estrellas".

Con gran satisfacción, Antonio nos cuenta que el grupo hotelero Las Brisas ya traspuso las fronteras mexicanas, pues recientemente adquirió The Dorset, un hotel en Miami South Beach, que pronto cambiará de nombre para ser The Dorset Brisas South Beach.

"La relación con mi papá es padrísima, excelente asegura el joven empresario somos verdaderos amigos; y cada día, más. La gente me pregunta que si alguna vez mi padre y yo hemos chocado o tenido conflictos. Jamás. Podremos tener pequeñas diferencias en nuestros puntos de vista, pero los dos nos hemos respetado mucho: Él me ha dado mi lugar, me ha dado oportunidad de crecer, de madurar en los negocios a muy buen ritmo. No me soltó las riendas de golpe; me controla y mide a su manera. Nunca hemos tenido una sola discusión por tema de negocios. Los dos tenemos el mismo proyecto de vida y el mismo proyecto de empresa. Hablamos el mismo idioma".

Desde hace nueve años, nuestro entrevistado está casado con Mariana Sáenz. Tienen tres hijos: Mariana, de siete años; Antonio de cinco; y Cristóbal, de un año.

"Me considero un hombre feliz asegura. La vida me ha tratado muy bien. Tengo una familia padrísima. Mi esposa, mis hijos, son verdaderamente muy importantes para mí. Me llenan de manera completa. mi esposa y yo llevamos una relación muy padre, muy estrecha, de mucho apoyo. Mis hijos son mi locura. Una de las razones por las que deseo que termine pronto la semana es para estar con ellos y disfrutar el tiempo de familia, junto con mis papás."

Al preguntarle qué significan para él las empresas de su familia, responde categórico: "Son el esfuerzo realizado durante muchos años por mi familia. Mi abuelo, Moisés, llegó de España sin nada más que lo que traía en la espalda. Son el fruto del esfuerzo de muchos años, de mucho trabajo, de mucha gente, de mucho respeto. Las hicieron mis abuelos; las continuaron mi papá y mis tíos. Ahora, nos toca a mi hermano Santiago y a mí seguir ese ejemplo".