Arte de la platería mexicana
La amistad y el deseo de dar a conocer el trabajo de los plateros mexicanos fueron los principales motivos que animaron a las estadounidenses Penny Morrill y Kathleen Ricker a montar la exhibición Maestros mayores de la platería mexicana en la Torre Mayor de la ciudad de México. Penny es especialista en arte colonial y precolombino y profesora de la Universidad Georgetown. En 2002 montó una exposición de platería que ha recorrido gran parte de Estados Unidos: San Antonio, San Diego, Los Ángeles, Albuquerque, Nueva Orleáns y Whinterthur, Delaware, por mencionar algunas ciudades. A Penny le pareció una excelente idea y desde ese momento comenzaron a convencer a los coleccionistas nacionales y extranjeros y a los plateros que aún conservan sus talleres en Taxco, Guerrero. "La doctora Morrill había estado trabajando en esa ciudad desde 1990. Ella escribió su primer libro en 1994, así que había estado allá desde hace tiempo y conocía a toda esta gente", afirma la señora Ricker durante la inauguración de la exposición en el piso 52 del "Edificio Inteligente de México". Ambas indican que fue una experiencia muy grata el ir a buscar a los artistas a sus talleres y ver cómo elaboran su trabajo. Lo que más les llamó la atención, cuentan, cada una por separado, es cuando a bordo de un pequeño taxi, "recorriendo las callejuelas de la ciudad, llegamos a casa del artista que había ganado este año el primer lugar en el concurso de Taxco. "Nos estacionamos frente al número de la calle que mostraba el pequeño papel y lo primero que vimos fue a un chamaco en bermudas, tenis y playera. Le preguntamos: `Buscamos a Miguel Ángel Ortiz`, y él contestó: `Sí, soy yo`. Esa fue nuestra mayor sorpresa", dice sonriendo Kathleen. Miguel Ángel tiene 23 años, pero parecía un adolescente de 16, comenta Penny. "Es un chico muy talentoso, hijo de Jorge Ortiz, quien a su vez trabajó con Spratling". La amistad entre este famoso diseñador y la familia de Penny data desde los años 30. Los abuelos de la curadora fundaron un hotel y Spratling un taller de plata en la misma ciudad. "El taller comenzó con seis jóvenes aprendices, a los cuatro años tenía 50 plateros y a los 10 años ya había 350", narra Penny. Los abuelos de Morrill llegaron a México en la década de los años 20. Su abuelo, Juan, trabajaba en una empresa dedicada al petróleo, "cuando vino la crisis del 29 sus amigos le decían `tú no puedes regresar` y él tampoco lo quería", relata. Así que le aconsejaron abrir un hotel por el carisma que poseía y porque su mujer cocinaba muy bien. Pronto hicieron amistad con Spratling. Penny vino un verano a visitar a sus abuelos en su casa de Cuernavaca y ellos la llevaron a casa del diseñador. "Tenía 100 dólares. Quería comprar una pulsera de oro con pendientes, porque era lo que estaba de moda entre los adolescentes. Este gran diseñador me ofreció un collar. Lo rechacé y sólo compré unos pequeños aretes de seis dólares, sin firma. Y me llevé mi brazalete. En ese tiempo no sabía el valor del trabajo de William Spratling", ríe. Ahora, las dos amigas desde hace 15 años hacen su sueño realidad y presentan esta exposición con trabajos de William Spratling, Antonio Pineda, Antonio Castillo, Héctor Aguilar, Margot van Voorhies Carr, Emilia Castillo, Wolmar Castillo, Jason and Violante; Gigi Mizrahi, Jorge Ortiz, Miguel Ángel Ortiz, Manuel Porcayo Figueroa, Sigfrido Pineda y Agnes Seebass.
La concepción del proyecto
Kathleen conoció esta exposición y pensó que sería una lástima que las piezas no visitaran México. Sin embargo, "Torre Mayor aún no había sido inaugurada. Por eso desde que abrió sus puertas en junio de 2003 le insistí a mi marido, Rick Ricker, director general del proyecto, que era muy importante traer a la ciudad de México una exposición de ese tipo".
Los vínculos con Spratling
A los 17 años, Penny sabía que estudiaría arte colonial y prehispánico. Lo supo inmediatamente después de visitar la colección de arte precolombino que el arquitecto William Spratling tenía en su casa de Taxco, Guerrero.





