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Marco Beteta encontró la paz

Lilia Abarca| El Universal
Domingo 18 de abril de 2004
Chico de las Lomas, su rebeldía de adolescente lo llevó a que su padre lo corriera de casa. Vivió en caballerizas, supo lo que era medio comer, viajar en camión y quedarse sin amigos; pero superó esa etapa, estudió en el ITAM y hoy es un hombre muy reconocido en varios campos

Miembro de una familia que se ha dedicado a la política, el comercio y la pintura, este administrador de empresas por el ITAM y chef por la Universidad Iberoamericana tiene una vida novelesca y una energía inagotable: a la fecha, es restaurantero, chef, creador de la primera guía confiable de restaurantes de la ciudad de México, articulista de varias revistas, conductor radiofónico y pintor.

Por cierto, en todas esas actividades tiene éxito.

En su casa de las Lomas de Chapultepec, barrio en el que ha transcurrido su vida, lo hallamos entregado a la pintura una tranquila tarde. "Siempre estoy pintando tres o cuatro cuadros a la vez, porque me harto de estar sólo en uno", comenta, mientras deja los pinceles para concentrarse en la charla, que otro día prosigue en uno de sus cuatro restaurantes, el Guadiana 19.

Elegante, de atractiva presencia, con predilección por la ropa de Armani ("aunque si veo algo que no es de esa marca y está muy padre y de buena tela y combina, pues me lo compro y ya"), cinta azul en karate, amante de la jardinería y de la buena comida, marido realizado y padre feliz, Marco Beteta es un caso singular.



De familia conocida

Marco es el quinto de siete hermanos. Sus padres son el licenciado Ignacio Beteta, actualmente dedicado a la construcción, y Graciela Vallejo, entregada a la pintura.

Uno de sus tíos, Ramón (ya fallecido), fue secretario de Hacienda en el sexenio del presidente Miguel Alemán y otro, Mario Ramón Beteta, pintor acuarelista, tuvo entre otros cargos los de director de Petróleos Mexicanos y secretario de Hacienda.

Su abuelo, el general Ignacio Beteta, fue un reconocido acuarelista. Éste y su padre "de alguna manera marcaron mi camino".

Con una educación muy tradicional (estudió en el Colegio Green Gates de San Mateo y en el Vista Hermosa), Marco siempre fue muy inquieto.

Pero al llegar a la dolescencia se convirtió en "un juniorzazo con chicas, desveladas, parrandas y todos esos relajos". Su padre, un hombre sumamente estricto (por aquel entonces propietario del restaurante Continental, en la Zona Rosa, donde se reunían los personajes más conocidos de México), lo corrió de la casa familiar, de la que estuvo fuera cuatro años y medio.



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