José de Yturbe, enemigo de la antiarquitectura
La arquitectura sin sentimiento, sin eso anímico que produce belleza o sorpresa, es sólo construcción". Así se expresa José de Yturbe, uno de los grandes arquitectos mexicanos con prestigio internacional, un profesional con 35 años de trayectoria seguidor de Le Corbusier, Norman Foster y los japoneses Shinguru Ban o Tadao Ando. Desde su despacho en el Distrito Federal, este hombre alto, instruido y crítico confiesa su admiración por Luis Barragán y defiende la riqueza de nuestras raíces frente a la tendencia deconstructivista que impera desde hace una década. Se trata, a su juicio, de "una moda de juventud" que califica de "degeneración". Él, que adora el color, la ausencia de artificio, la riqueza de espacio y la serenidad visual, considera una sinrazón, por ejemplo, el gusto por las columnas chuecas, la ubicación de chimeneas que ignoran el mobiliario o esos otros recursos de lo que llama la "antiarquitectura". Por suerte, cree que las cosas están cambiando y reconoce que de todo ese caos también han surgido figuras magistrales como Frank Gehry, autor del Museo Gugenhaim de Bilbao; I.M Pei y su Bank of China en Hong-Kong, o Teodoro González de León, creadores que le conmueven. Centrado sobre todo en los grandes hoteles, los conjuntos habitacionales, las marinas y los espacios residenciales, en su haber figuran los hoteles Westin Regina de Puerto Vallarta y Los Cabos (asociado con Javier Sordo Madaleno), importantes clubes de golf , en México y en el extranjero, edificios corporativos (Condumex en ciudad de México o Torre Alta en Monterrey), así como numerosas casas residenciales por toda la República, la India, Centroamérica, Argentina y Estados Unidos. En ese momento, De Yturbe Arquitectos tiene entre manos otros dos grandes proyectos: una marina en la capital de Baja California, La Paz, y un edificio de 30 niveles en el DF en asociación con Orozco Arquitectos. "La marina dice es un proyecto a largo plazo debido a su complejidad; se trata de un puerto artificial con muelle, hoteles, condominios, restaurantes y comercios." Respecto al edificio de 30 plantas, muestra la maqueta: "Por fuera es blanco y el interior naranja, tiene un gran patio central y ranuras geométricas en la superficie con una finalidad estética." Hablando de patios, De Yturbe afirma que éstos son uno de los principales elementos de la arquitectura mundial: "Toda casa buena tiene un patio, sea un convento o incluso un edificio gubernamental." Opina que carecemos de cultura arquitectónica y que la profesión está mal defendida: "Cualquiera con un proyecto obtiene licencia para construir, sin un arquitecto detrás". Pero no es pesimismo, pues De Yturbe conserva intacta la pasión por su trabajo y el futuro; más bien se trata de un sentimiento de impotencia ante la anarquía en su gremio. Si de joven tuvo la decisión de abandonar los estudios de Ingeniería Civil porque le aburrían y licenciarse después en Arquitectura por la Universidad Iberoamericana, no hace falta intuir que estamos ante una persona poco ambigua y de ideas claras. E igual que aspira a proteger la labor del arquitecto, tiene la hondura justa para admitir que "hay magníficos arquitectos sin título y un gran número de titulados que no hacen gran cosa." La cuestión, añade, es que "la arquitectura buena es buena sin más"; es decir, sin etiquetas, y observa que la verdadera vanguardia no procede de países concretos sino de "individuos geniales repartidos por el mundo". Por eso ve el futuro como una promesa de "talentos", y menciona al español Santiago Calatrava, capaz de unir belleza, arte y funcionalidad.
Tradición moderna
A la hora de autoevaluarse, reseña su búsqueda de "lo tradicional" para darle un aspecto contemporáneo. Y menciona las palabras de Le Corbusier: "Sólo conociendo tu tradición puedes construir moderno." Por eso no cree que se necesite importar estilos extranjeros cuando "México tiene una tradición rica en todo y una cultura en la que confluyen la herencia indígena, española, árabe y mediterránea". No hay que olvidar que todas las pirámides estaban pintadas, igual que muchas casas de pueblo españolas. En este sentido, le desagrada el deslumbramiento de las nuevas generaciones por imitar sin escrúpulos lo que hacen otros en el exterior. "La arquitectura no puede copiar despreciando las raíces".