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Integran alumnos de la UIA un grupo de payasos

Carmen Nayeli Rueda| El Universal
Miércoles 18 de febrero de 2004
Ocho alumnos de la Universidad Iberoamericana integran el grupo Clowns, que realiza presentaciones en escuelas, hospitales y pueblitos

Mueven las cejas de arriba hacia abajo constantemente. Abren los ojos al máximo, como si quisieran sacarlos, y no paran de hacer muecas y gestos que provocan risa... ¡Les encanta hacerse los payasos! Y no es para menos, ya que son los Clowns de la Universidad Iberoamericana (UIA), quienes se encargan de llevar la alegría a donde quiera que van.

Se distinguen por su nariz roja, el sombrero alto que adorna su cabeza y la sonrisa que les ilumina el rostro. El grupo está integrado por ocho estudiantes de diferentes carreras: Comunicación, Ingeniería Industrial, Sicología y Arquitectura, quienes presentan su espectáculo basado en sketchs , comedia, malabarismo y acrobacia.

"Hemos visitado escuelas, pueblitos y hospitales. Para nosotros es muy importante que la alegría que intentamos transmitir no sólo se quede en el taller o en nuestra comunidad estudiantil", comenta la maestra Sandra García, de 23 años, quien obtuvo una beca para estudiar en el Conservatorio de Clowns.

Los amantes de la risa saben de la timidez, pero aseguran que su reto es vencerla, perder el miedo al ridículo, aprender que la vida es divertida y que hay que tomarse el juego en serio.



De risa

Y nada mejor que la risoterapia para sacar al niño que llevan dentro: "Como adulto se te enseña a no jugar, a comportarte conforme a la sociedad. Se te inhibe a mostrar el enojo. En este taller, por el contrario, se aceptan muchas cosas, que la nariz justifica", dice risueña, la payasita Sandra.



El arte de pasarla bien

En el taller de Clowns se aprende a reír. Hay juegos de improvisación y concentración. Se incursiona en las técnicas escénicas de los payasos: acrobacia, equilibrio, manipulación de objetos, malabarismo, pantomima rítmica, estructura del sketch , así como rutinas del "vivo y el muerto", o del espejo, entre otras.

A diferencia de la actuación, estos comediantes crean su personaje a partir de sus defectos y cualidades. Señalan que no hay un guión que seguir, pues su labor consiste en improvisar, y que este acto de libertad les permite divertirse todo el tiempo.

Pepo (José Catrip), es un clown a quien le encanta hacerse el galán, y cuando una muchacha se fija en él, se apena.

"Es como cuando a un león le sale un ratón y sale huyendo. Eso es muy cómico. Y cada payaso tiene su propia personalidad, que surge de sus fantasías, temores y deseos", dice Sandra, para quien acentuar los defectos y las virtudes es esencial en este arte.



Luchando contra el miedo

A cuatro años de haberse fundado el taller de clowns, del cual era miembro el profesor Artús Chávez, los jóvenes han aprendido a vencer la timidez y se han vuelto unos "atrevidos".

Tropiezan adrede, fingen estornudos, suben a microbuses y viajan en metro; su reto, "hacer de lo que sea", con tal de lograr que la gente ría, confiesa Sandra, quien llegó a este taller por la necesidad de perder el miedo al ridículo.

Sin embargo, no dejan de sentir nervios durante su improvisación, la que con el tiempo hasta disfrutan, señala José Catrip.

"Aquí aprendes a reír y después de forma involuntaria también lo haces en tu vida cotidiana. Eso de sacar las emociones es fascinante", agrega Pepo, quien tiene entre sus planes estudiar una carrera artística, además de la de Ingeniería Civil.

Todos los que integran el taller están por un motivo en particular; en el caso de Ana Cecilia López, estudiante de sicología, su interés por todo lo que tiene que ver con el teatro la impulsó a inscribirse: "Quiero encontrar mis límites y romperlos, así como descubrir todo lo que hay dentro de mí, y que no siempre saco", comenta.



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