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Sandra Arau Esquivel, con ADN cinematográfico

Andrea Ávila| El Universal
Miércoles 11 de febrero de 2004
Hija del cineasta Alfonso Arau y de la escritora Laura Esquivel, la joven participó como actriz en la cinta "Como agua para chocolate", y prepara su primer largometraje: "La tarántula"

En primero de secundaria, cuando estudiaba en el Colegio Freyre, de la ciudad de México, a Sandra le preguntaron: ¿A qué se dedica tu papá? Desconcertada, se dio cuenta de que no tenía la menor idea. "Yo pensaba que no hacía nada. Bueno, se pasaba muchos días hablando por teléfono. Pero que tuviera un trabajo una ocupación... ¡Pues no!", recuerda entre risas.

Según narra, ser hija del director de cine Alfonso Arau y de la escritora Laura Esquivel no fue algo que la hiciera sentir diferente. "Sabía que mi papá era un artista. Algunas veces lo saludaban personas importantes o invitaba a alguien conocido a cenar a la casa. Pero que él saliera a la calle y le pidieran autógrafos, pues no. Lo mismo pasaba con mi mamá. Sólo tuve conciencia de lo que eso implicaba cuando mi hermano Sergio quiso estudiar cine en el CUEC y lo hicieron repetir el examen de ingreso durante cinco años consecutivos ¡Por apellidarse Arau!."

Llegado el momento, Sandra se negó a pasar por la misma experiencia. "Me daban miedo los prejuicios".



INICIA CARRERA EN NY

Dispuesta a hacer una carrera propia se fue a estudiar a la New York Film Academy en la Gran Manzana. "También allí llegué con mucho miedo, no sabía si tenía la capacidad suficiente, o si mis ideas serían originales. Al segundo día de clases, me sacaron a la calle con una cámara."

Para su primer ejercicio de cine en Nueva York, Sandra salió a retratar una manifestación. "Cada año se hace una movilización en pro de la mariguana y a mí me pareció excelente para hacer unas tomas. La historia era simplísima: había una lata de refresco; pasaba una persona y tomaba de lata, la dejaba; pasaba otra, bebía de ahí mismo y la dejaba. Le pedí a un chavito que actuara para mí, pero le expliqué que era un ejercicio y no le iba a pagar. Me dijo `yo por una chela hago lo que quieras`".

El primer corto que dirigió Nancy, fue un examen escolar. Actuaban en él Edwarda Gurrola y Eduardo Palazuelos. "Era una farsa en la que la protagonista, en lugar de manos, tenía patas de pollo".



DESEABA SER ACTRIZ

Alta y espigada como su padre; con ojos profundos y sonrisa iguales a los de su madre, Sandra, en principio, quería ser actriz.

"Desde niña participé en obras de teatro. Mi madre también quería acercarme a las letras, así que a los seis años me inscribió en un taller de poesía para niños. Lo daban unos titiriteros argentinos que nos ponían a escribir y al terminar el poema nos regalaban galletas. "Ese grupo de niños publicó varios libros. Aunque me alejé de la poesía, ahora escribo mis propios guiones. No puedo filmar algo que no haya escrito yo."

La chica trabajó en un par de telenovelas y modelaba en su tiempo libre. A los 15 años, cuando su madre convirtió en guión su novela Como agua para chocolate , su padre se llevó a Sandra a los sets.



SUS PADRES, UN EJEMPLO

"Estuve allá tres meses a pesar de las clases. Mi papá decía que iba a aprender más durante la filmación que en la escuela." En la película, Sandra interpretó el personaje de Esperanza.

"Me pasaba un día con el staff , otro con los actores o con los vestuaristas. Era como de juego, pero de pronto comenzaron los problemas: faltaba dinero, mi madre enfermó y mi papá no podía ir a verla. Mientras más obstáculos se le presentaban, él se volvía más fuerte y trabajaba con más ahínco".

Sandra siguió el proceso de posproducción hasta el día del estreno en el cine Latino. "Cuando llegamos, todos nos llevamos una gran sorpresa: había una fila de espectadores que daba la vuelta a la manzana. Todavía me acuerdo de la carita de incredulidad de mi papá. Desde ese momento y hasta el final de la proyección, lloré como Magdalena".

Después de esa experiencia Arau habló con Sandra para orientar su vocación. Le dijo que si seguía interesada en ser actriz tenía que saber dirigir. "Aprendí lo más que pude, pero cuando llegó el momento de entrar a la escuela de teatro, ya no me interesaba tanto actuar. Siempre me ha costado trabajo recibir órdenes. Me di cuenta de que prefería estar detrás de la cámara porque eso te hace sentir la magia de crear. Ser como Dios".



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