Julio Revueltas une guitarra y violín
En un rincón de su casa, aún conserva el desdentado piano en el que a los tres años comenzó a tocar; así como los gruesos diccionarios que colocaba sobre el banco para poder alcanzar las teclas. "Cuando nadie estaba cerca, me subía a la silla y por iniciativa propia empezaba a sacar sonidos. Tocaba una nota y me quedaba oyéndola hasta que se dejara de escuchar", dice el joven Revueltas, miembro de una estirpe de grandes talentos mexicanos, entre quienes se encuentran el pintor Fermín, el escritor José, el músico Silvestre y la actriz Rosaura. "Desde muy niño, he tenido un impulso por la locura y el arte; así como de ver cosas que otros no ven", explica el joven guitarrista y compositor de blues, rock y jazz contemporáneo, entre otros. Su talento y creatividad están plasmados en su trabajo más reciente, El cuerpo y el Alma, disco doble en donde mezcla lo terrenal y lo espiritual. En El Alma une a sus padres: la pianista Olivia Revueltas y el baterista Jorge Leal. El sobrino nieto de Silvestre Revueltas, a quien considera uno de los compositores más poderosos que México ha dado al mundo, confiesa haber llorado a los 25 años de edad cuando escuchó a conciencia La noche de los mayas y La noche de jaranas. "De niño me impusieron su obra. Me sentaban con mi hermana y nos daban lecciones. Nosotros queríamos jugar. Ya escucharlo más grande fue impactante. "He leído con mucho interés su biografía y su diario añade Él habla de que para conseguir trabajo en una orquesta tenía que hacer largas filas y humillarse ante altos funcionarios. Creo que hasta nuestros días, las cosas no han cambiado mucho". De su abuelo, el escritor José Revueltas, tiene recuerdos muy vagos: "Lo conocí pero no sabía quién era. Su obra me impacta. Es literatura fuerte", dice mientras coloca en la pared un retrato al óleo del ensayista y novelista. Revueltas es de los pocos interesados en tocar la guitarra con un arco de violín, técnica peculiar de la que se calcula sólo hay unos 10 ejecutantes en el mundo. Tanto le gustó, que conforme fueron creciendo sus necesidades, decidió construir un instrumento acústico que provocara esos sonidos. Así, mandó fabricar lo que hoy es una de sus aportaciones musicales: La viotarra. "Pensé que era el único que tocaba con esa técnica, hasta que me encontré con Jonathan Wilson, un colega de Los Ángeles, California. "Ambos creíamos ser los únicos en este ámbito. También descubrí que mi viotarra es muy parecida a un instrumento del siglo VI, predecesor del chelo, llamado "Viola da Gamba", que nunca tuvo éxito". Camino a Nopala, Hidalgo, donde vive actualmente, el joven Revueltas habla de sus preferencias musicales, que se resumen a los grandes del jazz, así como también de su gusto por coleccionar antigüedades. La casa donde habita está decorada con máscaras de madera, pinturas coloniales, ollas de barro y hasta un calendario de 1942. A este pueblo llegó un día con su guitarra y su música, era el festival cultural de primavera. Jamás se imaginó que se quedaría: "Fue una fuente de inspiración. Llegar a un pueblito y ver la puesta de sol, es como ir a la escuela. Son partituras que debes de leer, aprendes a hacer música sin técnica, del corazón", explica, y entusiasmado nos muestra los rincones de la casa, entre ellos una cocina con horno de piedra. Le gusta componer, ya que hacerlo, asegura, es como estar en una fiesta inolvidable: "Tu mente empieza a tomar fotografías sentimentales de lo que estás viendo. Después te encargas de plasmar esas bellas imágenes". Revueltas aprendió música de oído y teóricamente. "Tuve maestros particulares, por las mañanas estudiaba afinación de pianos, a mediodía tomaba cursos de blues y rock. En la tarde me iba a la Escuela Superior de Música, y por las noches, tomaba clases particulares", dice.
Su primer trabajo
A los 16 años, Julio Revueltas consiguió su primer empleo como guitarrista. "Empecé tocando en bodas y XV años; acompañando a los hermanos Castro, a Tatiana, Ricky Martin, Mónica Naranjo. Cuando me decidí a dejar esos trabajos intrascendentes, surgió mi primer disco". Pero, agrega, "aprendí mucho en esa época, cuando llegaba como todo un rock star para tocar Pin Pon o Las Mañanitas", ríe.
Su escuela
Aunque comenzó con el piano, instrumento que ahora usa para componer, un día se decidió por la guitarra "porque quería un instrumento que me acompañara a todos lados.





