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Frutos prohibidos

Shyrley Tapuach| El Universal
Viernes 30 de enero de 2004

Sus exóticas mezclas de frutas son una tentación. Sólo hay que asomarse a la carta de jugos. Avispón verde (chaya, perejil apio, nopal y piña), Botero (mamey, cocoa, y jarabe de chocolate), Frida Kahlo (chaya , piña y limón) o Mrs Robinson (plátano, papaya y nuez). Las parejas lo saben, por eso se acercan al lugar para tomarse un jugo y acompañarlo con un pecado, como le llaman a los sandwiches.

A un año de haber abierto sus puertas Frutos Prohibidos es un éxito. Isidro López Peñafiel y Carlos Casasús, ambos veinteañeros y economistas, se conocieron por amigos mutuos hace siete años. Por un tiempo, después de licenciarse, Isidro en la Ibero y Carlos en el Itam, coincidían en su gusto por la buena mesa y la cocina. Sin embargo, cada uno por su parte, iniciaron sus experiencias en el mundo de las finanzas en instituciones diferentes. Una idea cambió el rumbo de sus vidas. Se decidieron primeramente por establecer una juguería, al estilo tradicional con las frutas expuestas y preparados al momento.

Frutos Prohibidos nació junto al Parque México para ofrecer jugos de frutas naturales, en su punto de color, textura y madurez ideal, tan especiales como si fuesen prohibidos y "así los exhibimos; no fue sencillo, tuvimos que encontrar al proveedor que diariamente nos trae la fruta", comenta Carlos Casasús. "Para los sandwiches que llamamos "pecados", la tarea consistió en buscar al panadero y lograr la textura, sabor y forma adecuada a nuestra idea. Se hicieron muchas pruebas antes de adquirir los moldes necesarios. Relatan los socios.

Aunque estos "sandwiches" se podrían calificar como "comida rápida", en realidad no tiene nada de eso. Los enormes bloques de este pan especial, se rebanan primeramente. Cada rebanada se tuesta y se retira su corteza. Con un rodillo se aplana cada rebanada hasta lograr una especie de tortilla delgada y con bastante elásticidad. Y sobre ella se colocan una variedad de ingredientes, según la oferta del menú. Una vez enrollado, vuelve a tostarse ligeramente. Llega al comensal en un plato decorado con frutas.

Estos "rollos" no son precisamente un invento. Sin embargo, las variedades de sus rellenos son atrayentes como para pecar.

"Aquí es primordial la higiene, todos pueden observar el lavado y desinfectado de las verduras y cómo elaboramos nuestros productos, por ello la cocina está a la vista", comenta Carlos. "Hace un año, cuando iniciamos, lo hacíamos todo solos, ahora contamos con un equipo de nueve personas. En estos días, estamos muy ocupados en buscar un local adecuado para nuestra sucursal."



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