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Marcela Madariaga, una vida plena

Olga Valenzuela| El Universal
Lunes 08 de diciembre de 2003
Madre de seis hijos y abuela de 12 nietos, ha dedicado 10 años a buscar una casa para los niños de Hogar y Futuro, asociación que ella preside

Casada desde hace 23 años, en segundas nupcias, con José Madariaga (retirado del grupo financiero BBVA Bancomer y dedicado a la actividad empresarial), Marcela y su marido dedican gran parte de su tiempo a viajar. Sus lugares favoritos son España y Nueva York.

"Nos gusta España porque lo sientes parte de ti, la comida, y la gente, además, a los españoles les gusta trasnochar y nosotros somos trasnochadores. Ese país tiene todo lo que nos gusta. De Nueva York disfrutamos la variedad de gente, los restaurantes, eso principalmente, la buena comida", comenta.

Pero su vida no es sólo la diversión. Jovial, carismática y de trato amable, Marcela Woodworth de Madariaga afirma que el núcleo familiar sigue siendo la base de la sociedad, y por esta convicción ha dedicado los últimos 10 años de su vida a buscar un hogar para cada uno de los pequeños que llegan a Hogar y Futuro AC, la asociación que preside.

En su vida personal aplica el mismo principio: una parte fundamental es su familia, compuesta por su marido, seis hijos y 12 nietos a quienes integra cotidianamente en sus actividades y con los que comparte la mayor parte de su tiempo.

En medio de la venta de obras de arte que organizó para recaudar fondos con los que se sustenta Hogar y Futuro, AC, Marcela aprovecha para decir que "a pesar de que cada hijo ya ha formado su propio hogar, los fines de semana es motivo de reunión y los martes, mi marido y yo esperamos a los adultos a cenar en casa, puedan o no, ese día siempre estamos allí".



Una familia de a caballo

La tradición que distingue a este clan es el amor por los caballos, pasión que el padre transmitió a sus hijos desde pequeños y ahora lo hace con los nietos. "Él lo trae en la sangre y nos lo ha inculcado a todos", afirma Marcela.

José Madariaga nació en Texcoco, donde sus progenitores tenían un rancho lechero.

A pesar de que realizó sus estudios de Administración de Empresas en la ciudad de México, los fines de semana y las vacaciones siempre regresaba a su terruño, para seguir con la charrería. Esta afición ha logrado muy buenos resultados, prueba de ello es la participación de su hijo Pepe en campeonatos internacionales tan importantes como los Juegos Olímpicos.

"Lo hemos acompañado a las olimpiadas en dos ocasiones, a la de Barcelona y después a la de Atlanta. Es el orgullo de la familia", expresa Marcela, quien añade que sus vivencias más gratas también están ligadas con su familia.

"El momento más feliz de la mujer es cuando espera a un hijo, pero el más espectacular para mí fue cuando tuve mi primer nieto. Te da una emoción especial y el sentimiento de saber que es hijo de tu hija o de tu hijo es maravilloso".

Prosigue: "Otro momento que me conmovió fue la entrega del primer niño en adopción y a lo largo del tiempo, el ver que unos padres lloran y se alegran cuando reciben por fin al hijo que han deseado tanto".



Con vocación de servicio

Marcela Woodworth de Madariaga nació en Torreón el 2 de febrero, Día de la Candelaria. Cuando era muy pequeña sus padres decidieron mudarse a la ciudad de México. Terminó la secundaria en el colegio Oxford y a partir de ese momento colaboró en una aerolínea, en un despacho de abogados y posteriormente en dos colegios al sur de la ciudad, donde llevó la administración.

Sin embargo, asegura que su verdadera vocación está en el servicio a los demás, el cual ha fomentado desde su juventud y ahora lo celebra con el aniversario de la Asociación Hogar y Futuro, AC, la cual fundó hace 10 años. A la fecha ha entregado a 400 niños a sus nuevas familias.

"Siempre me llamó ayudar a los demás, desde joven trabajé como voluntaria con ancianos y con menores, pero los pequeños me robaron el corazón."

De figura menuda y con la sonrisa a flor de piel, Marcela no duda en afirmar que es la mujer mexicana quien ocupa un papel fundamental e imprescindible en el sostén de los valores sociales.

Se entusiasma al informar que a la fecha, ha entregado 400 niños en adopción a nuevas familias, lo que le llena de orgullo.

"A pesar de la cifra se me siguen llenando los ojos de lágrimas y se me hace un nudo en la garganta cuando se van, ya que cada uno de ellos es muy especial para nosotros", remata.



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