¡No quiero oro, ni quiero plata, yo lo que quiero...!

. (Foto: EL UNIVERSAL )
No hombre, antes sí que era otra cosa. Los chamacos se peleaban por una estrella, rosa, burrito o por una negrita con pañoleta. Todos querían embarrarle el engrudo a la olla para pegarle el periódico. Y ya al final echarle la fruta y los dulces a la piñata. "¡Dale, dale, dale!" Gritaban los escuincles en el patio. No faltaba el abusado que medio se bajaba la venda de los ojos para poder atinarle con el palo. En eso, todos se lanzaban a la lluvia de golosinas. Tampoco faltaba el descalabrado. El relajo de veras se ponía bueno en las posadas. "Da coraje que ahora prefieran festejar costumbres que no son nuestras, como el Halloween, aunque ni siquiera sepan qué significan. El cine, la televisión y la radio nos bombardean constantemente con otros valores. Ya son pocas las familias, sobre todo en la ciudad de México, que ponen ofrendas el Día de Muertos o nacimientos en Navidad", expresó. Egresada de La Esmeralda, donde estudió grabado, Adriana Amaya enfoca su creatividad a enseñar y producir arte popular con el objeto de rescatar elementos de nuestra cultura que parecen olvidados. Descendiente de náhuas, recuerda la ofrenda que su abuela colocaba cada año y la piñata para la posada que se hacía en casa en ese entonces. Pero el origen de las piñatas se remonta a épocas todavía más lejanas. En primavera, para celebrar el año nuevo chino, los antiguos elaboraban grandes figuras de animales vacas, bueyes, búfalos con papeles multicolores para simbolizar la buena cosecha. En sus viajes al Oriente, Marco Polo conoció estas figuras y le gustaron tanto que las llevó consigo a Italia en el siglo XII. Las piñatas llegaron a México junto con los colonizadores españoles y se utilizaron para atraer a los indígenas a la religión católica. Más tarde, la piñata se transformó en una tradición popular que aún continúa a pesar de ciertos cambios. La piñata originalmente es de barro, aunque ahora hay muchas que se hacen de cartón y tardan más en romperse. El papel periódico pegado con engrudo (harina cocida con agua) sirve de base para darle la forma deseada y se adorna con papel de china de colores. Estrellas, burros, guajolotes, rábanos, zanahorias, rosas, entre otras, son las figuras tradicionales que, según Adriana Amaya, han cambiado con el tiempo: "Hoy en día se hacen piñatas de personajes de caricaturas extranjeras". Amaya comenta que al curso de elaboración de piñatas que ella imparte 75 pesos, nada caro llegan desde adolescentes de 15 años hasta señoras de edad avanzada. "Aquí vienen a hacer la piñata que ellos quieran y como quieran, yo sólo soy una guía", asegura. "Además de ser una terapia ocupacional explica Adriana las señoras grandes vienen a rememorar su infancia. Una de ellas se acuerda de que cuando se ponía a hacerlas con su tía en el patio de su casa y eso la hace sentir feliz."
¡Ándale niño no te dilates con la canasta de los cacahuates...!
"Las tradiciones son todas las costumbres y los valores que nos dan una identidad. Ignorarlas sería negar una parte de nuestro origen y olvidarnos de nuestra memoria", exclama la artista Adriana Amaya y, por qué no, defensora y difusora de las tradiciones mexicanas.
¡Dale, dale, dale, no pierdas el tino...!
En tiempos de la conquista, a través de una olla de barro decorada por fuera y con fruta y dulces por dentro, los evangelizadores enseñaban a los indígenas lo que era la tentación. Para vencer el mal había que hacer uso de la fuerza de voluntad representada por un palo. Les vendaban los ojos y los hacían girar 33 vueltas, que significaban los años que vivió Jesucristo entre los humanos. Ya bastante atarantados los pobres, intentaban romper la olla con el palo y de esta forma atrapar las bendiciones de Dios.
Esta piñata es de muchas mañas, sólo contiene naranjas y cañas
"Una piñata no es cara por el material que ocupa, sino por el tiempo que se emplea en hacerla. Actualmente son muy mal hechas. Como las piñatas son negocio, los vendedores ahorran energía, tiempo y material para sacarle lo más que pueden; producen una tras otra, las hacen al aventón y por eso quedan muy feas. He visto piñatas horribles que cuestan hasta 500 pesos", asegura Adriana Amaya.
La estrella de siete picos
Cada pico de la estrella representa un pecado capital: envidia, soberbia, ira, lujuria (¡uy!), gula, pereza y avaricia. Pegarle a la piñata significa destruir el mal y las frutas que caen de ella son las dádivas y bondades de Dios a los hombres de buena voluntad.
¡La piñata tiene caca... cacahuates de a montón...!
Comúnmente, la piñata de posada se llena de frutas mandarinas, cañas, limas, tejocotes, cacahuates, jícamas y naranjas y dulces de colación, pero ya hay quienes compran mejor caramelos envueltos.





