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Cumple un siglo la Casa Morisca

Andrea Ávila| El Universal
Miércoles 08 de octubre de 2003
Originalmente la construcción ocupaba un terreno de 10 mil metros cuadrados y parecía sacada de Las mil y una noches

Su álvea fachada luce cargada de arabescos. Arcos en herradura enmarcan las ventanas de cristal esmerilado, al tiempo que un hermoso minarete se levanta sobre la deslumbrante construcción.

Semanalmente, una multitud de jóvenes cruza la puerta marcada con el número 6 de la calle de Rubens, en el barrio de Mixcoac, dispuestos a bailar y escuchar en vivo a sus grupos favoritos de rock. Pocos deben percatarse de las letras que ostenta la herrería de la entrada y ninguno sabe que ésta corresponde a la inicial de Serralde.



Un palacio árabe en Mixcoac

A principios del siglo XX, el abogado Francisco de Asís Serralde, vivía en Santa María de la Ribera con su esposa la señora Guadalupe Acosta, mejor conocida como "Mamá Pita". El renombrado litigante fue defensor de Jesús Negrete, "El Tigre de Santa Julia", criminal recordado por haber sido aprendido al momento de encontrarse en sui generis postura, desahogando las necesidades del cuerpo, y que finalmente fuera ajusticiado en la cárcel de Belén.

Durante esos años, el kiosko morisco, que aún engalana la alameda de Santa María de la Ribera, despierta en "Mamá Pita" un gusto especial que motiva a don Francisco a darle una monumental sorpresa.

En secreto don Francisco le encomienda a un arquitecto de apellido Olaeta quien había viajado al Medio Oriente la construcción de una casa estilo morisco en un gran terreno del pueblo de Mixcoac.

La mañana del 4 de octubre de 1903, la tristeza que embarga a "Mamá Pita" por tener que abandonar su casa de Santa María la Ribera, es súbitamente sustituida por el asombro producido al contemplar el "palacio árabe" del que ella era dueña.

Y no era para menos. La construcción, levantada en medio de un terreno de 10 mil metros cuadrados parecía sacada de los cuentos de Las mil y una noches: incluía caballerizas, cancha de frontenis, sala cinematográfica, plaza de toros y un zoológico particular, con diversas especies de aves exóticas y monos; un puente salvaba el río que atravesaba el extenso jardín, adornado en su centro por un pequeño kiosco morisco, réplica del añorado lugar de paseo de su nueva propietaria.



Los años de esplendor y sombra

A partir de entonces, elegantes fiestas y reuniones se realizan en la propiedad de la familia Serralde. La casa se convierte en uno de los atractivos de Mixcoac, al que entonces se accedía por el tranvía que corría por la angosta avenida Revolución, entonces conocida como Parador Nonoalco.

Se abre una sala de cine conocida como el cine Serralde, posteriormente destruido por un incendio en 1924. Se reconstruye, pero nunca regresa su esplendor.

Su trabajo como apoderado de Ferrocarriles hace que don Francisco adquiera la afición por estos vehículos y mande a construir una réplica en miniatura de la vía México-Veracruz en el jardín, un atractivo más para la comunidad, entre la que se encontraba un niño llamado Octavio Paz.

En la década de los 40, la Casa Morisca sufre su primera afectación grave. La ampliación de la avenida Revolución obliga a cortar 10 metros de uno de los costados de la construcción, para dar paso a los carriles asfaltados. Se intenta reconstruir la fachada, pero la muerte de don Francisco, ocurrida en 1949, a los 94 años, anuncia la decadencia económica de la familia, quien deja la obra inconclusa.

Al paso de los años, las penurias económicas obligan a los propietarios a fraccionar el terreno, hasta quedarse sólo con los 880 metros cuadrados de la casa. El jardín terminó ocupado por un supermercado.

A principios de 1997, la entonces ruinosa casa todavía era habitada por los descendientes de don Francisco incluido uno de sus hijos, de nombre Víctor, un nonagenario fallecido ese mismo año, quienes arrendaban espacios del inmueble como bodegas. Del minarete sólo restaba su esqueleto como fantasmagórico vestigio de su esplendoroso pasado.



Un ave fénix sobre avenida Revolución

Ricardo Rodríguez Romero fue el arquitecto responsable de la reconstrucción de la Casa Morisca clasificado por el Instituto Nacional de Bellas Artes como inmueble de valor artístico, terminados a finales de 1997, cuando abrió sus puertas como el restaurante-bar Deseo, tras una exhaustiva investigación sobre su aspecto original. Por ejemplo, para los aplanados de muros se utilizó cal, arena y baba de nopal.

En marzo de 2000, la Casa Morisca pasó a albergar al Bulldog Café, caracterizado por la presentación de bandas y cantantes de rock. Por allí han desfilado, Jaguares, Café Tacuba, Molotov y La Ley.



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