Fangoterapia, técnica con historia
Con los años el concepto de belleza ha ido cambiando. En la actualidad nadie la concibe si no va aparejada con una excelente salud. Quizá por esto, en los salones spa cobran cada vez más importancia los elementos naturales como las algas, lodos y arcillas para mascarillas y tratamientos corporales.
Los antecedentes más conocidos sobre las mascarillas faciales datan del antiguo Egipto. Se sabe con certeza que esta civilización fue una de las primeras en desarrollar la cosmetología.
Los egipcios descubrieron que las arcillas tenían propiedades de oxigenación y purificación para el cutis y le daban luminosidad al rostro. Además, servían lo mismo para cutis mixtos y grasos.
La fango y la algoterapia
La fangoterapia, también conocida como peloidoterapia (en griego peloid engloba todo tipo de barros) nació hace 5 mil años. Los egipcios utilizaban el encanto de los barros como remedio cosmético. El método egipcio consistía en aplicar los barros de las márgenes del río Nilo sobre el cuerpo y secarlo al sol.
De igual manera, los médicos recomendaban los tratamientos basados en la aplicación de sedimentos naturales, puesto que descubrieron propiedades terapéuticas en ellos. Con el tiempo fueron observando cómo aliviaban los dolores reumáticos, mejoraban las pieles irritadas y revitalizaban los tejidos. Así percibían el regalo que les brindaba la naturaleza.
Pero, ¿qué es el el fango? la doctora Laura Muñoz, directora del Spa Sangri-La nos dice: "El fango es un producto natural que se origina en las capas poco profundas de la tierra en combinación con aguas provenientes de fuentes termales. Básicamente está constituido por los minerales presentes en el suelo y en las aguas (hierro, magnesio, manganeso, azufre, zinc, fósforo y cobre), oligoelementos y minerales geológicos (silicato, feldespato, cuarzo, mica y otros) que a través de los siglos y por restos fósiles de animales y plantas son arrastrados a la superficie por las aguas." Para utilizar los peloides o fangos con fines terapéuticos y cosméticos es necesario que cumplan con determinados requisitos tanto físicos como fisicoquímicos y microbiológicos.
"En la actualidad y conociendo las bondades y aptitudes de los fangos termales y las necesidades de los diferentes tipos cutáneos, se elaboran a escala mundial líneas de productos destinados a la higiene y dermocosmética que restablecen, mantienen y acrecentan la belleza cutánea, permitiendo el buen funcionamiento de la piel", asegura la experta.
Para comprobar los efectos terapéuticos y propiedades biológicas de algunos recursos termales se presenta una formulación de cremas dermocosméticas a partir de fangos mineromedicinales y arcillas tipo bentonita.
Los más socorridos
Los lodos orgánicos son uno de los agentes curativos más completos de la naturaleza. Laura Muñoz dice que es muy aconsejable utilizar los fangos peloideos, extraídos del fondo de los lagos de aguas frías por sus múltiples ventajas, entre las que destacan su elevada plasticidad y adhesión, su alta capacidad de retención de agua, su capacidad calórica y su notable acción bactericida. "Las cualidades de este lodo son mejores que las de los barros tradicionales; además, sus efectos son más agradables y técnicamente superiores. Presentan, también, un gran contenido en ácidos húmicos, algas, sustancias orgánicas solubles y clorofila que se asimilan fácilmente, con lo que sus efectos curativos y cosméticos son más importantes que en otro tipo de terapias.
Por su parte, los lodos provenientes de aguas termales como los que existen en el Termal Spa Ixtapan, además de ser excelentes para limpiar la piel, sirven para tratar ciertas enfermedades, como el reumatismo, entre otras.