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Un príncipe nacido en México

Sonya Valencia| El Universal
Lunes 08 de septiembre de 2003
Nieto de Carlos I de Austria y V de Hungría, asegura que ser noble no significa riqueza, aunque tiene "algunas ventajas"

Carlos de Habsburgo, archiduque de Austria y príncipe de Hungría (títulos nobiliarios que le corresponden), vive en una casona de San Ángel con su esposa, Annie Claire Lacrbe de Habsburgo, y de sus dos pequeños hijos, de nombres Julián y Luis Damián.

Es pariente cercano del rey Juan Carlos de España, por la rama de los Borbón (su abuela, la emperatriz Zita, era Borbón Parma) y con excepción de los últimos 14 años que pasó en el extranjero, ha radicado siempre en México, su país natal. "Me siento un mexicano internacional -dice-, pero no me imagino viviendo en otro país que no sea éste". Licenciado en Relaciones Internacionales por el Tecnológico de Monterrey, y el Colegio de México, en la actualidad se dedica a la consultoría (posee un despacho que atiende junto con Annie Claire).

Aunque conoce a los que, como él, pertenecen a la nobleza en México, sus mejores amigos son compañeros de la escuela y personas a quienes ha tratado a lo largo de su vida, a los que define como nobles de corazón.



TURBULENCIAS EN LA REALEZA

"La historia de mi familia se desarrolla trágicamente durante una época, porque al caer el imperio Austro-Húngaro en 1919, mis antepasados se trasladaron inicialmente al exilio a Suiza y posteriormente a la isla de Madeira. En 1922 mi abuelo murió en el exilio y mi abuela, la emperatriz Zita, con sus siete hijos (entre ellos mi padre, Félix de Habsburgo), llegaron a vivir a España invitados por el rey Alfonso XIII.

"Después de unos años mi padre regresó a Austria, de donde tuvo que salir en 1938, porque le decretaron la pena de muerte".

Félix de Habsburgo continuó su peregrinar por el mundo y, siendo consejero del presidente Roosevelt de Estados Unidos, viajó a México en 1940, para vacacionar. Al término de la Segunda Guerra Mundial decidió que donde le gustaría vivir era en este país.

"Se quedó aquí cinco años y luego regresó a Europa y conoció a mi madre, la princesa Eugenia D`Aremberg. Se casaron y en 1952 vinieron a establecerse en México", cuenta su hijo.



EN AUSTRIA

La primera vez que Carlos de Habsburgo estuvo en Austria tenía 18 años. "La familia seguía en el exilio, así que mi pasaporte estaba a nombre de Carlos de Bar (apellido que su padre adoptó para no ser identificado). El aduanero nunca se enteró que yo era un Habsburgo".

En Austria, Carlos asistió a una fiesta en la que muchos conocían su identidad. Por eso fue que le pidieron externar ante la concurrencia la impresión que le había causado la tierra de sus padres. "Me levanté de mi asiento, hablé y regresé a mi mesa orgulloso de mis raíces. No habían pasado 20 minutos cuando llegó la policía, me arrestó, me acompañó a la casa donde me alojaba, hizo que agarrara mis maletas y me condujo hasta la frontera; allí me dejó."

Mientras conversamos, destaca la presencia de Julián, el hijo mayor de Carlos y Annie Claire. De cabello rubio, ensortijado, tez muy blanca y ojos claros, su aspecto es el de un principito, aunque él no parece dar importancia a su condición de noble. Julián platica una anécdota de la primera vez que fue con sus compañeros de clase al Castillo de Chapultepec. "El profesor sabía que yo era de la familia de Maximiliano de Habsburgo. Nos contó que Maximiliano fue fusilado y yo vi muchas armas y cosas de él. Fue emocionante."

SU LABOR FUERA DE MÉXICO

Carlos de Habsburgo fue representante por dos años del Banco Nacional de Comercio Exterior en Viena. Cuando fueron cerradas las oficinas en aquel país, lo trasladaron a Bonn. Posteriormente llegó a Montreal, donde conoció a su esposa. "Ya casados permanecimos allá ocho años y después venimos a México." Socialmente hablando, tiene muchas ventajas ser miembro de la nobleza, agrega. "Ser un Habsburgo te da la ventaja de codearte con mayor facilidad con gente de una cierta cultura. Es una llave importante que abre puertas, al grado de que cuando se casaron las infantas de España nos mandaron invitación para asistir a su boda.



UNA LIMPIA DE BOLSILLO

A Carlos de Habsburgo y a su familia les gustan mucho los viajes ecoturísticos. Acaban de regresar de Veracruz, donde les ocurrió algo curioso, refiere Anne Claire: "Catemaco nos encantó, sabíamos que es un lugar de brujos y quisimos darnos una limpia y lo que nos dieron fue una limpia de bolsillo; frustrante, pero al final, muy divertido".

Convencidos de que pertenecer a la nobleza no es sinónimo de fortuna económica, Carlos comenta que en 1919 confiscaron todos sus bienes a la familia y que su abuelo, siendo en 1918 el hombre más rico del mundo, un año después tuvo que trabajar de jardinero en la Isla de Madeiras, para que sus hijos pudieran comer. "Posteriormente mi abuela también trabajó, y algunos de sus amigos nobles la ayudaron a pagar los estudios de mi padre y de sus hermanos, que salieron adelante luchando y trabajando muy fuerte. Si hoy en día tenemos algo es porque se trabajó fuertemente, no se heredó".



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