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Coyoacán, un barrio con vida

Verónica Hernández Cedillo| El Universal
Lunes 08 de abril de 2002

Una calle empedrada es la fina alfombra sobre la que descansan majestuosas construcciones de las que emanan tradición e historia. Hermosas plazas, galerías de arte, restaurantes y un ambiente bohemio son los elementos del escenario enclavado al sur de la ciudad de México: el centro de Coyoacán. Es justo frente al atrio de la iglesia de San Juan Bautista donde la vida social coyoacanense se desarrolla, amenizada por cafés, bares, restaurantes, librerías y atractivas y coloridas fiestas populares.

Todos los días centenares de personas visitan esta plaza para compartir con sus seres queridos helados, raspados, elotes, esquites, globos, la música de los cilindreros y hasta la tranquilidad de un pueblo urbanizado.

¿Quién pensaría que años atrás ese lugar era un convento o un centro ceremonial prehispánico? Ahí, justamente sobre el piso de piedra hace muchos años se edificó un importante centro prehispánico.

La ubicación geográfica de Coyoacán le permitió también ser sede de los poderes durante la reconstrucción de Tenochtitlán y asiento de magníficas casas en torno a una fundación franciscana del siglo XVI. Hoy, Coyoacán es una delegación más de las que conforman la estrepitosa capital mexicana, pero su centro pretende conservarse como un barrio tradicional, de calles empedradas, fachadas de colores, plazas, cafés, mercadillos de puestos ambulantes e iglesias, como la parroquia de San Juan Bautista, uno de los templos más grandes y tradicionales del país, o la iglesia de Santa Catarina, edificada en el siglo XVI. En este lugar nació Frida Kahlo, murió Octavio Paz y ahí también fue asesinado León Trostky.

Estas condiciones fueron las que permitieron que esta zona adquiriera un protagonismo arquitectónico muy importante dentro de la gran ciudad. Tal es el caso de las monumentales casas que recorren la avenida Francisco Sosa hacia la plaza principal.



Las construcciones

Bardas cerradas, muros aplanados, ventanas verticales y pequeñas, enrejados, pocas ventanas a la calle, abundancia de plantas, matorrales grandes y árboles frutales, así como excesivo uso de azulejos son las principales características de las casas coyoacanenses.

Elementos que visten las esquinas de la calle Francisco Sosa y que inyectan ese aire de elegancia que la caracteriza. Pero estos rasgos fueron puestos ahí sin intenciones, conforme la naturaleza los ofreció.

La parte sur de la ciudad que abriga esta delegación es una zona donde años atrás corrieron grandes cantidades de lava que el tiempo se encargó de secar hasta endurecer, para crear los firmes materiales sobre los que ahora descansa esta delegación. Dicha superficie formó un suelo único, del que se derivaron diversos materiales de construcción que influyeron en la edificación de los inmuebles.

La formación de las calles y avenidas se dio en función de los gustos y las necesidades de cada uno de los habitantes de esta zona, quienes eligieron la forma de su casa.

"Coyoacán responde a la arquitectura no a los estilos, las casas de este lugar son un reflejo de la forma de vida de sus habitantes y de los materiales con los que contaban", afirma el arquitecto Ernesto Alba Martínez, presidente del Colegio de Arquitectos de México.

Según el experto, Coyoacán era un pueblo sin ninguna pretensión arquitectónica, "sus formas obedecen a su tecnología, materiales, mano de obra e iniciativa, a pesar de su modernidad existe una arquitectura más o menos homogénea en la parte central". Algo que según él se traduce en la búsqueda de un lenguaje propio.

Cada una de las fachadas y construcciones posee elementos significativos que pueden ser considerados como muy importantes y característicos de esta demarcación política, pero que no obedecen a un lenguaje bien constituido. Es la simple esencia de los propietarios la que emana de estas casas.

Del mismo modo, el aire sofisticado y culto hace creer que posee un propio estilo; sin embargo, el arquitecto sostiene que "la gente que adquirió terrenos ahí, durante el siglo XX, construyó estas casas modernas sin ningún estilo. No se puede hablar de un estilo propio, es más bien una especie de seudoestilo que imita elementos del periodo colonial".

La arquitectura entonces no está unificada, "es una arquitectura diversa y así como hay casas que quieren copiar rasgos de la Colonia, también las hay totalmente modernas que obedecen a un buen nivel de vida", declara el experto.

Si tomamos en cuenta el excesivo material pedregoso de esa zona, podremos darnos cuenta de que el uso de la piedra es característico, pero no por moda sino por ser un excelente recurso de construcción, ya que se ubica dentro una zona pedregosa del sur de la ciudad. En cuanto al color de sus fachadas Alba Martínez agrega: "Coyoacán no es un barrio que se distinga por su color, pero actualmente hay una arquitectura de colores nueva, pues en los últimos años se han pintado de color ocre y siena. Antes no tenían color, el blanco predominaba, como en cualquier pueblo del país".



Arquitectos famosos

El gusto y las necesidades fueron los factores imperantes para la construcción de estas viviendas, sin embargo, la creatividad e ingenio de los recursos giró en torno de los arquitectos, quienes gracias a su inteligencia y maniobras colaboraron de manera importante para aprovechar cada uno de los espacios, recursos y las condiciones físicas del lugar. Algunos de ellos hicieron historia y dejaron su huella en cada detalle de estas casas. Francisco de Guerrero y Torres fue sin duda uno de los más importantes arquitectos del siglo pasado. Entre sus obras resaltan el Palacio de Iturbide y el Palacio del Conde de Jaral de Berrio, ambos propiedad del Banco Nacional de México. Este personaje también tuvo una gran participación en el diseño y proyecto de arquitectura religiosa, tal es el caso de la Capilla del Pocito, en la Villa de Guadalupe, una construcción atípica de tres secciones curvilíneas.

En Coyoacán fue responsable de uno de los proyectos más valiosas e impresionantes del lugar: la Casa de Alvarado.

Miguel Ángel de Quevedo. ¿Quién no recuerda a este célebre personaje, tan característico de Coyoacán? De hecho, una avenida lleva su nombre. Él era ingeniero, pero también fue constructor de puentes, líneas férreas y casas. Este señor llegaba de París con los últimos adelantos en el sentido de arquitectura de avanzada y construyó varias casas para personas acomodadas económicamente, en la colonia Tabacalera y en la colonia Guerrero.

A principios del siglo XX llegó a esta delegación y según cuenta el ingeniero Luis Everaert, cronista de Coyoacán, se acababa de casar con una dama veracruzana, por lo que "le construyó una casa espléndida que es la primera de Francisco Sosa rumbo al centro de Coyoacán y atravesando el Río Magdalena a mano izquierda. Es un casa que tiene la característica de un palacete auténtico hecho con todo el amor de un recién casado, y que actualmente está administrada por el DIF y funcionó como una especie de casa hogar."

En la opinión del experto "es una casa en la que se refleja el espíritu de don Miguel Ángel, quien le daba una utilización maravillosa a la madera, muchos elementos del interior son trabajos de este tipo. Es una casa museo en ese sentido, tiene una buena calidad de trabajo, madera torneada, rebajada y formada con parque de primera calidad."

Manuel Parra. Conocido también como el "Caco Parra", a este artista se le debe una casa preciosa que tiene bien trabajados todos los elementos que constituyen la fachada, "el uso de piedra de cantera, la construcción de un nicho de la Virgen de Guadalupe que siempre está florido y un portón muy hermoso, en fin, una combinación encantadora entre cantería con madera y elementos constructivos muy mexicanos como los nichos exteriores para la veneración de una imagen y el color", relata Luis Everaert. Otra obra de este arquitecto es justamente la que inicia la calle Dulce Olivia, la casa del "Indio" Fernández, la cual se fue construyendo sobre la marcha de acuerdo al gusto del exigente cliente. "La casa es un modelo de cómo se puede salvar un proyecto muy ambicioso en el que el propietario va cambiando su visión de último momento en cada detalle de la casa", explica el cronista.

Según el mismo Everaert, el "Caco Parra" podía aprovechar de manera sorprendente los restos de trabajo de cantera, no necesariamente antiguos. "Cuando se demolía un palacete porfiriano él rescataba las piedras de las fachadas y las supo colocar bien en el momento en el que construyó en Coyoacán".

Una construcción de este personaje es la que perteneció al mismo Francisco Sosa, que se ubica a la izquierda, casi llegando la esquina con Presidente Carranza. Es un diseño que una vez más responde a las necesidades del propietario, "una casa notable por su solidez, presencia muy altiva, hermosura y su gran portón que tiene por cierto el monograma de Francisco Sosa".



Construcciones históricas

La Casa Azul. Ubicada en la Calle Londres 247, casi esquina con Allende, es una edificación que cobijó al matrimonio Kahlo-Rivera y que resguarda el estudio, la silla, el caballete, los esbozos, las artesanías mexicanas y las piezas prehispánicas coleccionadas por el gran muralista. En esta casa Frida nació y vivió con su esposo.

Actualmente, La Casa Azul resguarda un museo, en homenaje a la vida y obra de Frida Kahlo.

Casa de Alvarado. Tiene un amplio zaguán de madera labrada con jambas de cantera chiluca, cornisa corrida sobre la cual se encuentra un nicho mixtilíneo, el paño de la fachada está decorado por ajaracas de argamasa. En el interior hay un magnífico jardín con diversas especies vegetales como: araucarias, magnolias y glicinas.

Se trata de una construcción del siglo XVIII y fue una de tantas residencias de campo que abundaron en Coyoacán. La arqueóloga estadounidense Celia Nuttal la adquirió en 1902, en aquella época era conocida como Quinta Rosalía.

El inmueble ha sido sede de algunas instituciones como la Enciclopedia de México, la Biblioteca Nacional de Planeación y actualmente alberga a la Asociación de Escritores "Octavio Paz", donde se realizan distintas actividades culturales.

Casa de Hernán Cortés. Ubicada en la Plaza Hidalgo, fue construida en el siglo XVIII por Manuel de Finiola. Su fachada es de un solo nivel con cuatro accesos, el pórtico frontal tiene tres vanos sobre pilastras; arriba del acceso principal se encuentra un escudo de armas en relieve, los marcos de puertas y ventanas son de cantera chiluca y el remata una cornisa de arcos invertidos coronados por almenas. En el interior destaca lo que era una capilla, el acceso es un arco mixtilíneo moldurado sobre jambas, con una puerta de madera labrada. En la actualidad aquí se realizan los matrimonio civiles. Está ornamentada con murales realizados por Daniel Rosales sobre la conquista.



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